Cuarenta años se suman ya a la historia de Andalucía desde la celebración del referéndum autonómico del 28 de febrero en el que estaban llamados a votar cerca de cuatro millones y medio de andaluces y que obtuvo una participación superior al 60%.

La autonomía andaluza tuvo que recorrer un camino tortuoso y lleno de obstáculos. Pese a contar con el apoyo de hasta once partidos que dieron el «sí quiero» a la autonomía en el Pacto de Antequera, considerado como el «más importante de toda la historia de Andalucía», se encontró con el bloqueo político del Gobierno central, capitaneado por la UCD de Adolfo Suárez, y anduvo por una vía legal, tan rápida como compleja, para hacerse realidad, la del artículo 151 de la entonces recién aprobada Constitución española, por la que era imperativo convencer a más del 75% de los ayuntamientos andaluces y, superado el escollo normativo, tener el voto afirmativo de más de la mitad de la población de cada una de las ocho provincias.

Sin embargo, solo siete provincias lograron el «sí» de la mayoría de su censo, no así Almería, estancando el sueño andaluz de ser una tierra autónoma y exacerbando las negociaciones políticas en busca de una solución, que llegó con una modificación de la Ley de Referéndum y la adhesión de los almerienses al proceso autonómico. «Andalucía, como nacionalidad histórica y en el ejercicio del derecho de autogobierno que reconoce la Constitución, se constituye en Comunidad Autónoma». Con esas líneas que encabezaban el Estatuto de Autonomía andaluz, aprobado por unanimidad justo un año después del 28F, se consolidaba lo que Blas Infante, padre de la Patria Andaluza, ya reclamaba a comienzos del siglo XX: la descentralización del devenir andaluz, articulado en autonomía y democracia.

Después del referéndum, la neonata autonomía política se abrió paso en San Telmo, en Sevilla; la Junta de Andalucía se quitó la etiqueta de preautonómica y celebró sus primeras elecciones en mayo de 1982. Desde entonces, han pasado cinco presidentes y una presidenta por las cortes andaluzas.

En ese tiempo, Andalucía ha incrementado su población en unos dos millones de habitantes, situándose en los ocho millones y la esperanza de vida ha aumentado 7,23 años en las últimas cuatro décadas de autonomía, alcanzando ya los 81,86 años.

Cuatro décadas después, su Producto Interior Bruto (PIB) supera los 172,6 millones de euros, un indicador en alza desde 2013, cuando empezaron a disiparse los efectos del estallido de la crisis, y con un crecimiento interanual del 2,1%, una décima por encima de la economía española. En 25 años, el PIB andaluz se ha incrementado en un 180%, según los últimos datos publicados por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía.

En cuanto a su tejido empresarial, más de 483.753 firmas están asentadas en la comunidad autónoma, cuyo punto de atracción principal es la provincia de Málaga, sede del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA). Estas instalaciones cuentan ya con más de 600 empresas y 20.000 trabajadores dedicados a la investigación, la innovación y las nuevas tecnologías, una actividad que supone, según los últimos datos ofrecidos por el propio parque, el 1,6% del PIB andaluz.

Trabajo

Sin embargo, pese a los alentadores resultados de la economía andaluza, la bonanza sigue sin materializarse en el mercado de trabajo. Al cierre del año pasado, la tasa de paro en Andalucía, fijada en un 20,8% fue de las más altas de toda España -donde la media nacional se sitúa en el 13,7%- con un total de 779.988 desempleados.De hecho, esa tasa de paro que se mantiene suavemente en descenso, se acerca progresivamente a los niveles en los que estaba Andalucía en los albores de su autonomía, cuando el desempleo estaba en torno al 17%.

Por otro lado, en los años previos al estallido de la burbuja inmobiliaria, el número de desempleados alcanzó sus cifras más bajas; la tasa de paro en los varones no llegaba al 10% (2007), no así en las mujeres, que se situaban tres puntos por encima. Ellas, siempre más afectadas por el desempleo, solo disfrutaron de una menor tasa de desempleo en 1984 y 1985, estando el porcentaje de los varones unas décimas por encima.

El sector servicios, que daba trabajo en los ochenta a unos 797.000 empleados, continúa propulsando la economía andaluza a día de hoy. El turismo, el ocio, el transporte… las actividades terciarias son las que dan trabajo a más de 2,3 millones de personas en Andalucía, seguidas por el sector industrial, con unos 293.800 ocupados.

Lejos queda ya la tradicional estampa que definía Blas Infante en sus versos: «Yo tengo clavada en mi conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del jornalero».

La agricultura, aunque ha experimentado leves repuntes de su actividad en las últimas cuatro décadas de historia andaluza, ha pasado de emplear a cerca de 400.700 trabajadores en el año del nacimiento de la autonomía a solo 255.400 ocupados.

En cuanto al sector de la construcción, el sector vivió su época dorada hasta finales de la primera década de los 2000.

La obra rozó el medio millón de empleados el año antes de arrancar la crisis y, a día de hoy, ya en plena fase de recuperación, da trabajo a unos 206.600 ciudadanos en Andalucía.

El atractivo de la región como destino turístico ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. En 1999, el sector turístico cerró con unos 18 millones de visitantes concentrados principalmente en la Costa del Sol.

Turismo

En el pasado ejercicio, cerca de 32,5 millones de extranjeros visitaron esta comunidad autónoma, ya más repartidos entre Málaga (10,3 millones), Granada y Cádiz (5 millones), con cierta diáspora hacia el resto de provincias.

Además, ni el comportamiento ni las rutinas de los turistas guardan similitud alguna con los viajeros de finales de los noventa, cuando la estancia media en establecimientos hoteleros llegó a superar los 11 días. Ahora, ese tiempo se ha reducido a 8 días por persona. Sin embargo, aunque quienes visitan Andalucía pasan menos tiempo en sus hoteles, el gasto económico es mayor.

Así, el gasto medio por turista y día en Andalucía es de 67.6 euros, una tendencia que se mantiene en alza después de unos años de descenso a partir de 2010. A principios de los 2000, el gasto medio en Andalucía rondaba los 43.8 euros por persona y día.

Por provincias, Jaén es el territorio en el que más dinero gastan los turistas, casi alcanzando los 80 euros por persona y día, seguida de Cádiz con 77.1 euros y Sevilla con algo más de 73 euros.

«Vino, sentimiento, guitarra y poesía/ hacen los cantares de la patria mía./Cantares.../Quien dice cantares dice Andalucía». Así escribía el poeta sevillano Manuel Machado sobre esta tierra cuando aún ni se vislumbraba la autonomía. La cultura siempre ha sido uno de los pilares sobre los que se asienta esta comunidad, desde la pintura, la música, la poesía... disciplinas que se han nutrido de todas las civilizaciones que encontraron cobijo en Andalucía y cuya reminiscencia histórica emerge en forma de monumentos y espacios museísticos.

Monumentos

La Alhambra de Granada,el Real Alcázar de Sevilla, la Mezquita-Catedral de Córdoba, la Alcazaba y el Teatro Romano malagueños, Baelo Claudia en Cádiz... los conjuntos monumentales y arqueológicos andaluces recibieron en 2018 cerca de 5 millones de visitantes, siendo Granada la predilección turística desde los noventa, época en la que la cifra de visitantes a los hallazgos de la comunidad superaba sutilmente los dos millones de turistas. Por su parte, los museos acogieron a más de dos millones de personas, frente a los menos de 600.000 que recibió en 1991. Así, la cultura no es solo parte del patrimonio andaluz, sino un potenciador de su historia y su economía.