El aplausómetro delató una vez más a los políticos durante el desarrollo del Debate del estado de la comunidad autónoma en el Parlamento de Andalucía. La procedencia de las palmas proyectó el esperado choque entre las visiones antagónicas de la pandemia que profesan los gobernantes, por un lado, y los francotiradores de la oposición, por otro. Eso sí, este festival de la discrepancia no estuvo exento de una chirriante música de violín que de forma intermitente trajo utópicas peticiones de paz y amor. Sobre todo, cuando tomaba la palabra el 'capitán' del barco de la región.

Durante la habitual intervención maratoniana que exigía la cita, la oratoria del presidente de la Junta, Juanma Moreno, osciló entre los pasajes casi monográficos de la pandemia y cuestiones de antaño que le ponen en bandeja la herencia de los gobiernos socialistas. Así, con una nueva entrega de su política sobre los impuestos o el nuevo plan económico para favorecer a las profesiones más castigadas como principales medallas en su actualizada solapa, Juanma Moreno se puso frente al espejo del urbanismo feroz y el turismo insostenible. Se atribuyó la revancha contra «un atentado como el del Algarrobico» y la voluntad de «restaurar una herida que lleva mucho tiempo en el corazón de la provincia de Almería y de todos los andaluces».

Con la evaluación extra a la que los ciudadanos someten a los políticos en tiempos del coronavirus encima de su pupitre hablado, el presidente optó por cerrar la franja matinal haciendo apología del entendimiento. Esta declaración de intenciones la plasmó apelando a abandonar la confrontación partidista que siempre planea -esta vez tampoco fue una excepción- por las ceremonias del viejo hospital hispalense de las Cinco Llagas: «Entendámonos todos, seamos capaces de empatizar con el adversario, yo me pongo en el lugar de la oposición y señores de la oposición sean capaces de ponerse en el lugar de este Gobierno», llegó a decir el máximo responsable del Ejecutivo.

Si antes ya se había explayado en su deseo de evitar el enfrentamiento entre territorios, ahí no se quedó al mirar de puertas hacia adentro. El presidente de la Junta se regodeó con especial esmero en su llamamiento a la colaboración y la unidad: «Hagamos de Andalucía un ejemplo a la hora de hacer política desde la moderación y el respeto, mi mano está tendida a todos los representantes de esta Cámara, a la derecha y a la izquierda; seamos humildes y hagamos el intento, sé lo difícil que es superar los prejuicios, pero si lo intentamos de manera honesta va a dar resultado, tenemos que estar a la altura de este pueblo al que representamos», enfatizó Juanma Moreno.

Cuando se apagó la voz conciliadora del presidente pasadas las una y media de la tarde, regresaron los aplausos ya de forma más expresiva. Con la bancada de su Gobierno puesta en pie, con los consejeros de PP y Ciudadanos reaccionando tan efusivamente, a Juanma Moreno no le quedó otra que improvisar un saludo que mezclaba los ademanes de un torero con los de un líder político en las postrimerías de un mitin multitudinario.

En ese preciso instante, se produjo otra escena que remitió a esas situaciones atípicas tan vinculadas a la sombra de la pandemia. La ausencia motivada por el virus de la presidenta del Parlamento de Andalucía, Marta Bosquet (Cs), quedó nuevamente de manifiesto cuando -justo antes de anunciar el receso para el almuerzo- intervino expresamente la vicepresidenta de la cámara, Esperanza Oña (PP). La moderadora accidental le pidió disculpas a la parlamentaria de Adelante, Inmaculada Nieto (IU), y, a renglón seguido, le dio el pésame en nombre de todos los parlamentarios por el fallecimiento de su madre.

Ataques vespertinos

El regreso vespertino al 'tajo' parlamentario retomó el contraste de siempre. El duelo entre Juanma Moreno y Susana Díaz encalló en el boxeo dialéctico durante el turno de tarde La 'jefa' de la oposición salió en tromba y rechazó sin concesiones cruzar el puente que le había tendido con diplomacia Moreno. La expresidenta socialista de la Junta subrayó que «el único interés que nos suscita este debate, que llega tarde, es mejorar la vida de los andaluces». «La realidad que viven los andaluces dista bastante de los hitos históricos que usted anuncia; precisamente, el personal sanitario se manifestaba hoy mismo por el colapso en el que trabajan», dijo.

Al darle rienda suelta a una intervención sin puntos y aparte, Díaz reiteró que «la situación sanitaria de la región ha empeorado desde que el Gobierno andaluz ha asumido el mando único». «Es una realidad en la que se llama a Salud Responde y no responde», afirmó para invitar al presidente a que «vaya a los centros de salud y los hospitales y vea lo que está pasando». «Desde su Gobierno se nos anunciaba que todo estaba controlado, ¿pero qué hemos controlado, señor Moreno? Los ciudadanos ven con asombro que, mientras se les decía que todo estaba controlado, ahora nos encontramos con la mayor cifra de muertes desde que empezó la segunda ola», aseveró.

Sus palabras también escanciaron un cóctel que mezcló a la ultraderecha y Blas Infante: «Moderación y pactar con la ultraderecha es incompatible», subrayó Díaz antes de someter a la educación pública al mismo dictamen demoledor que, unos minutos antes, le había azuzado al sistema sanitario. La falta de comedores escolares, el inicio del curso sin seguridad en las aulas o los guiños a la educación privada fueron sus principales reproches: «La educación es igualdad, que ha sido una palabra temida esta mañana», apuntó al prepararse el terreno para censurar las políticas contra la violencia de género que aplican PP y Cs con apoyo de Vox.

A posteriori, camino de la recta final de su discurso, la líder socialista esbozó su versión de la empatía sin abandonar la beligerancia: «Me pongo en su papel y entiendo que gobernar en crisis es muy complicado, yo tuve que gobernar en crisis y me tocó un presidente del Gobierno con el que no tuve la suerte que usted está teniendo con Pedro Sánchez».

La carga de los ataques ya, prácticamente, no se aminoró en las intervenciones y la réplica de Juanma Moreno empezó alargando este tono: «Señora Díaz, yo nunca hablo de Vox y a usted no se le cae de la boca», dijo el presidente dejando ver la línea que seguiría su respuesta. «Usted viene siempre aquí con el mantra de que el centro-derecha somos muy malvados y queremos machacar a las personas vulnerables; su discurso resulta incoherente y fuera de lugar, los prejuicios que han alimentado durante tantos años ya no se los cree nadie con este Gobierno del cambio», añadió más adelante Moreno. Luego, el presidente pasó 'al cuerpo a cuerpo' sobre la gestión de la pandemia y deslizó «los silencios de Susana Díaz durante el estado de alarma» ante «los errores que estaba cometiendo Sánchez». «Y ahora nos viene con un vendaval de críticas, eso no es responsable; es un error hacer política de la pandemia y le hace un flaco favor a la tendencia que usted representa», indicó dirigiéndose a la expresidenta socialista.

Los dimes y diretes entraron en un bucle y el regreso de Susana Díaz osciló entre el presidente moderado que citaba a Kennedy y Adolfo Suárez y el que ahora, a su juicio, se alinea con Vox o tapa la gestión de Isabel Díaz Ayuso. «No estuve callada durante la pandemia, estuve pariendo y criando», llegó a apuntar con la intención de devolverle el dardo a Juanma Moreno.