Política

Díaz, Espadas y Hierro repiten los tics de la campaña en el debate de las primarias del PSOE

Mientras Hierro se diferenciaba de los demás, Díaz y Espadas se enfrentaron al abordar la relación del PSOE andaluz con Ferraz con la expresidenta de la Junta reclamando el derecho «a decidir desde aquí» y el alcalde de Sevilla insistiendo en que «no se va a ser sucursal de nada»

Susana Díaz, Juan Espadas y Luis Ángel Hierro posan antes del inicio del debate de las primarias del PSOEandaluz.

Susana Díaz, Juan Espadas y Luis Ángel Hierro posan antes del inicio del debate de las primarias del PSOEandaluz. / Efe

Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

El debate de las primarias andaluzas del PSOEle acotó el escaparate a los indecisos y proyectó los tics que ya se habían intuido en la campaña. La propia indumentaria con la que comparecieron los tres aspirantes a la candidatura a la presidencia de la Junta ahuyentó, de inicio, la sorpresa y sirvió un arranque previsible. Susana Díaz aparcó las camisetas con mensajes en inglés y combinó una verde lisa con un pantalón blanco. O sea, apostó por los colores de Andalucía y de su Betis. Juan Espadas llegó con la camisa blanca que casi no le ha abandonado en sus encuentros con militantes. Y Luis Ángel Hierro se abonó, como en tantas ocasiones en los últimos días, al tradicional traje de chaqueta y la corbata. 

Fue, precisamente, Hierro quien estrenó el minuto de presentación. Lo hizo recordando el trabajo de los militantes en la plataforma Andalucía Socialista y el anhelo de que pueda existir «un candidato de las bases» para retornar a San Telmo.

En cambio, Susana Díaz empezó muy fuerte. Usó lo acontecido en Granada como reflejo de la cruzada con la que guiña a quienes -como ella- ganaron las elecciones pero no gobiernan. Así, «deseó que se restablezca la normalidad democrática» y que la lista más votada, la del PSOE, sea la que tenga la alcaldía. Y, dicho eso, pasó sin mencionarlo a su mensaje del mando a distancia que tanto escuece en Ferraz. «El próximo domingo elegiremos qué modelo de partido queremos: un partido que se dirija desde Madrid o desde aquí, desde Andalucía», manifestó la trianera.

Luego, Juan Espadas fue el más generoso en el saludo a sus contrincantes y aludió a la pérdida de votos de la etapa ‘susanista’ asegurando que «ahora se trata de volver a conectar con la sociedad». «Doy este paso al frente porque necesitamos un cambio», afirmó en línea con el ‘cuerpo a cuerpo’ que sostienen.

A continuación, el primer bloque  combinó las esperadas críticas de todos a la gestión del Gobierno andaluz en la pandemia con los primeros disparos entre candidatos.

El más agresivo, en el primer turno, fue Espadas. De hecho, Susana Díaz fue a por el PP y dijo que «hemos tenido el peor gobierno en el peor momento y Moreno Bonilla ha usado la pandemia como arma arrojadiza contra el Gobierno de la nación». «La desigualdad y la apatía del Gobierno andaluz era evitable», apuntó. En esa línea, Hierro sostuvo que «la pandemia ha estresado el sistema y los servicios públicos, a la vez que se ha puesto de manifiesto la necesidad de más servicios públicos y, probablemente, que nos habíamos quedado cortos». Y Juan Espadas partió del recuerdo de las víctimas de la pandemia, en especial de los militantes socialistas que han fallecido, y tiró de municipalismo para atacar a la secretaria general. Habló de «lo solo que se han encontrado los ayuntamientos» y hasta señaló que «los ayuntamientos hemos estado bastante desatendidos por el partido, pues se creó un consejo que no se reunió».

Susana Díaz intervino por alusiones pero no inició el combate de boxeo: «No es momento de reproches, los compañeros deben sentirse orgullosos de este debate; han sido muchas las reuniones que hemos mantenido de manera telemática, durante el confinamiento, y presencial después».

Cuando llegó la franja económica, a Hierro le salió el profesor universitario de la materia que lleva dentro y usó la coletilla que tanto se le ha criticado desde el PP: «Vamos a necesitar más impuestos y en esta materia tengo que criticar a Juan por lo que hace en el Ayuntamiento, pues no se pueden bajar unas veces los impuestos y otras subirlos porque si la gente no te cree, no te vota».

Tras oírlo, Juan Espadas se dedicó a «tranquilizar a Luis Ángel» devolviéndole un escueto directo: «A mí sí me creen, por eso me votan; los impuestos no son de izquierda ni de derecha, hay que garantizar los servicios públicos». Susana Díaz no entró en el rifirrafe y se abrazó a la actualidad: «La luz no puede ser un artículo de lujo». Hierro, como en días pasados, atacó más directamente a Espadas que a Díaz: «Juan, para hacer política aparte de escuchar habrá que hacer algo». «Haré lo que estoy proponiendo», le respondió el alcalde de Sevilla. Eso sí, los tres se pusieron de acuerdo en bastantes ocasiones y, sobre todo, cuando Hierro puso sobre la palestra su empeño de «sacar a Queipo de Llano de la Macarena».  

En el tramo final, en el rol que debe jugar Andalucía sintonizaron Hierro y a unEspadas que subió el tono para decirle a Susana Díaz que el PSOE andaluz «no va a ser una sucursal de nada» y le afeó que las relaciones no sean las mejores con Ferraz. «Las personas más leales son las personas libres, para que Andalucía sea libre y no sumisa las decisiones se deben tomar desde aquí», le replicó Susana Díaz sin salirse de los mínimos de respeto a las reglas del juego y de cordialidad entre candidatos que reinó en el debate moderado por la periodista Eva Sáiz.

Luego, al responder a las preguntas de los militantes, Díaz mostró su versión más moderada mientras Espadas y Hierro volvían a ensalzarse.El profesor recordó que no había comido «con nadie de Ferraz» y lo acusó de atribuirse la propuesta de ese bloque del debate sin ser suya: «Nosotros propusimos que los militantes participaran con sus preguntas mientras vosotros dijistéis que vinieran periodistas; es mejor que no mintamos», aseveró. «Te aseguro que no miento», le dijo Espadas antes apelar a su faceta como alcalde «aunque no le guste a Hierro». Mientras, Díaz iba a lo suyo y se despidió pidiendo que se vote en libertad. Espadas tuvo la última palabra y pidió un relevo para vencer a la derecha.