Elecciones en Andalucía

El último pulso entre el PP y el PSOE marca el cierre de campaña en Andalucía

Moreno hace doblete en Sevilla y Málaga instando a no confiarse: «Aún hay incertidumbre y gente que no sabe qué va a votar»; Sánchez acompaña a Espadas y sostiene que «el 19J no se elige entre una derecha que sonríe y otra que grita, sino entre un gobierno de izquierda o de derecha»

Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

Un siglo después de sus primeros abrazos al periodismo, Manuel Chaves Nogales hubiera contado como nadie la sobredosis política que nubló el atardecer de Sevilla en el cierre de campaña de las elecciones andaluzas de este 19 de junio. Excepto Por Andalucía, que llevó el colofón del frente amplio a Málaga, los aspirantes al trono del resto de partidos se citaron en el asfalto hispalense. Vox y el PP fueron prácticamente vecinos antes de que Juanma Moreno saliese en el coche hacia Málaga. Y tanto los populares como el PSOE coincidieron en sendos puntos de la Sevilla fluvial como reflejo del último pulso que libraban, del único ‘cuerpo a cuerpo’ que se ha permitido Moreno al obviar a Vox en su oratoria.   

Unas postales significaron más que otras. El abrazo que Moreno le dio a Javier Arenas a su llegada al Muelle de la Sal enmarcaba un anhelo. El primer presidente andaluz del PP -con un pírrico resultado de 26 escaños- frente al hombre de los 50 escaños que él necesita para no dormir con un ojo abierto como presidente andaluz: «Necesitamos un gobierno fiable, hay que seguir con el cambio de mentalidad y de forma de ver la política que hemos traído a Andalucía; invito a los andaluces a que sueñen conmigo y tengamos la ambición de ese futuro que tenemos que conquistar, solo hay una opción viable para que Andalucía siga prosperando, le pido a los ciudadanos que no saben que hacer que piensen en el futuro y que el único voto viable para esta tierra es el del PP», recalcó.

Una vez más, llamó a los andaluces a no relajarse y «a hacer el domingo un esfuerzo más» que pasaría por «votar y luego irse a la playa». «También se puede ir a la playa el sábado, una gran mayoría de andaluces está pensando en votarnos, lo veo en las encuestas pero después bajo a la tierra porque las encuestas son encuestas y nada está hecho; todavía tenemos muchas incertidumbres, muchos ciudadanos que no saben a qué votar o personas que se confíen en la victoria electoral y no vayan a votar», dijo para azuzar al electorado.

Además, Moreno recordó que «durante 40 años los sevillanos le han dado su confianza a un PSOE, que no les ha respondido, es necesario que otras formaciones tengan la confianza de los sevillanos», señaló sin perder de vista el triunfo inédito en este bastión socialista que persigue al socaire de los sondeos. Un día más, Moreno siguió con su campaña tranquila y las alusiones a la competencia ni siquiera emplearon siglas. Jugó a dar rodeos como el que le decía a su todavía lugarteniente y nuevo dirigente en calle Génova, Elías Bendodo: «No veas las ganas que te tienen en el otro lado». O recurrió, como de costumbre, a proyectos heredados de los gobiernos socialistas. También se rebeló contra «la vuelta al pasado» que a su juicio significaría apostar por la izquierda en las urnas.

Y se las dio de estajanovista para ilustrar el doblete de su epílogo: «Hoy mientras otros cierran y se irán a cenar, yo saldré zumbando para Málaga para hacer un doble cierre, como hicimos en el inicio de la campaña pero a la inversa». De hecho, su aviso se cumplió cuando los relojes atravesaban el último tramo horario previo a la jornada de reflexión. Así, se teletransportaba en su furgoneta de campaña desde la Andalucía fluvial a la mediterránea de la playa de La Misericordia.

Antes, en Sevilla, a la misma hora, en la misma ciudad y junto al mismo río que el PP, el PSOElo fió todo a un acto en el que Pedro Sánchez reincidía como pareja de baile mitinera del candidato andaluz que surgió del ocaso de Susana Díaz, el exalcalde hispalense Juan Espadas. En un enclave vinculado al trasiego de los cruceristas como el Muelle de las Delicias, Pedro Sánchez insistió en «lo importante que es la movilización el 19 de junio». «El 19J solo una papeleta puede frenar a las derechas y puede ganarlas: la del PSOE con Juan Espadas a la cabeza, para el 20 de junio ponernos a trabajar por Andalucía; que nadie se quede en casa y a ganar el 19J», manifestó al final del discurso.

Espadas y Sánchez en el cierre de campaña.

Espadas y Sánchez en el cierre de campaña. / Joaquin Corchero / Europa Press

Sánchez aseveró que «la derecha no aúna, vive del agravio y la confrontación territorial». «Aquellos españoles y españolas, andaluces y andaluzas, que quieran una España unida en torno a los valores de la solidaridad territorial: el PSOE es su partido», agregó el presidente nacional y líder del aparato de Ferraz.

Al pedir el voto en Andalucía, tuvo como referencia su gestión en España y afirmó que «es posible reforzar el Estado del Bienestar y crear empleo de calidad». «Cuando el PP gobernó, se tardó más de una década en lograr los niveles previos anteriores a la crisis y nosotros lo hemos conseguido en menos de 2 años», puntualizó.

Al igual que en días pasados y con la apología de Zapatero sobre Chaves y Griñán aún reciente, Sánchez defendió la gestión de los anteriores gobiernos socialistas: «Todas las conquistas que se han producido en Andalucía siempre han venido de la mano del PSOE, nunca de la derecha; la verdad del próximo 19 de junio no es elegir entre una derecha que sonríe y una derecha que grita, la verdad es elegir entre un gobierno de izquierda o un gobierno de derecha».

En la intervención previa, Juan Espadas criticó al PP asegurando que «la derecha no escucha, no atiende a quien más lo necesita». «La derecha va a lo suyo, va al poder por el poder y por eso Andalucía necesita gobiernos comprometidos con la gente como fueron los gobiernos socialistas «, apuntó.

Espadas insistió en la movilización y en el apoyo de los indecisos con un prisma de lo más optimista: «Nos van a sobrar votos, las encuestas a la papelera y los votos a las urnas», proclamó el candidato con la esperanza puesta en recuperar el respaldo de los abstencionistas -«el medio millón de votos que no fueron en 2018-, en los 350.000 que votan por primera vez y en quienes, a su juicio, van a reaccionar contra «el indolente» Juanma Moreno.

Un eufórico Juan Espadas vaticina que le sobrarán votos: «Las encuestas a la papelera y los votos a las urnas»

Espadas insistió en que «la del PP no es la Andalucía que queremos». «Necesitamos un partido que crea en el progreso y tenga un proyecto de futuro para Andalucía. Y los que van a hacer esto posible son las mujeres y nuestros jóvenes. Van a ser el centro de las políticas de Andalucía. Esta es la hora de la verdad, es la hora de Andalucía, es la hora del PSOE. Gracias y a ganar», enfatizó Juan Espadas.

La paradoja de Ciudadanos

En la vida misma, y sobre todo en la política, cuatro años llegan a ser una eternidad propensa a cataclismos que invierten el orden establecido. Es la conclusión a la que se llega ante la paradoja que ronda a Ciudadanos. En aquellos tiempos en los que la formación liberal llegó a cuestionar casi sin precedentes la hegemonía del bipartidismo socialista y popular, el resultado de las elecciones andaluzas de 2018 se erigieron en una de las muestras más sintomáticas de aquel fenómeno ahora devastado. Cs emergió como tercera fuerza con 21 escaños que lo situaban a solo cinco diputados del mismísimo PP y posibilitaron que Juanma Moreno se convirtiese en presidente con los peores resultados de su partido.Es más, los liberales gozan de un protagonismo como ‘media naranja’ en el Gobierno del cambio que, pese a la tendencia de los ciudadanos a valorar la gestión del Ejecutivo de coalición, está pasando desapercibida en los sondeos. Refleja una realidad contra la que el partido de Inés Arrimadas y Juan Marín ha echando el resto con esfuerzos finales que delatan el intento por cosechar los cuatro escaños sobre los que tendría opciones en las provincias de Málaga, Cádiz, Sevilla y Granada.

Por la representación que le diera el último empujón a Juanma Moreno hacia la mayoría absoluta pasa la única estrategia posible. Y a este último suspiro fue, precisamente, orientada una jornada final en la que -más allá del cierre nocturno de Sevilla- pesaron los símbolos matinales que situaron en la tierra de Marín, Sanlúcar de Barrameda, a los cinco consejeros naranjas del Gobierno andaluz e Inés Arrimadas. Era una forma de pedir lo que entienden como el voto útil. De hacer ver que el trabajo realizado no merece verse derrumbado por la coyuntura nacional que ya dejó sin representación a Ciudadanos en la Comunidad de Madrid o con un diputado en Castilla y León, tras sendos descalabros electorales.

Arrimadas junto a los cinco consejeros andaluces de Cs.

Arrimadas junto a los cinco consejeros andaluces de Cs. / CIUDADANOS

La presidenta de Cs lo transmitió con una comparecencia junto a los consejeros Rogelio Velasco (Economía, Empresas, Universidades y Conocimiento); Rocío Blanco (Empleo, Formación y Trabajo Autónomo); Alejandro Cardenete (Educación y Deporte, para seguir el legado del fallecido Javier Imbroda); Rocío Ruiz (Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación) y el vicepresidente  Juan Marín (Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local).

A los ojos de Arrimadas, este acto permitía «poner la guinda a una campaña en la que Cs ha funcionado muy bien, porque hemos logrado explicar a los andaluces que los logros conseguidos desde la Junta de Andalucía han sido desde áreas gestionadas por Cs». «Quiero decirles a todos los andaluces que estamos preparados para seguir gobernando, estamos preparados para seguir haciendo de Andalucía el mejor territorio para vivir, formar una familia o montar un negocio», agregó Arrimadas. A su vez, Marín dijo que no tiene «ninguna preocupación por los sondeos porque los andaluces son gente trabajadora, sensata, a la que no se le puede tomar el pelo y volverán a darle la vuelta a las encuestas». «Volverán a confiar en nosotros y el lunes a las 8.00 de la mañana volveremos a seguir trabajando para ellos», señaló con un optimismo que desafía lo que refleja la demoscopia.

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