Elecciones andaluzas 2022

Juan Marín, el relojero al que se le paró el tiempo político

La jornada comenzó para Marín con ‘Hoy puede ser un gran día’ de Serrat y ha terminado con ‘Nada es para siempre’, de Luis Fonsi - El líder de Cs en Andalucía cumple y dimite tras el fiasco

Marín, durante la intervención en la que anunció su dimisión.

Marín, durante la intervención en la que anunció su dimisión. / E. Press

Fermín Cabanillas

Juan Marín dejó los estudios de Relaciones Laborales en 1981, un año antes de afiliarse a Alianza Popular, y se tuvo que hacer cargo del negocio familiar: una relojería, pero anoche su tiempo político se paró, justo cuando el minutero de los resultados electorales marcaba el cero, la cifra de parlamentarios conseguidos por Ciudadanos. Ya lo había anunciado en un corrillo con los periodistas nada más conocer los sondeos, y cumplió. Se subió al escenario y, tras dar las gracias a su equipo, dijo que se va de la política. Y, mientras tanto, la lideresa de su partido, Inés Arrimadas, mantenía un sospechoso silencio en sus redes sociales, en las que hasta las 23.30 solo había un tuit que repetía uno del candidato votando por la mañana en su Sanlúcar de Barrameda natal junto a sus hijos.

Con Marín han aguantado en la cubierta del Titánic los irreductibles, algunos cargos contados de su partido que no han querido dejarle solo en su adiós a las armas: el director de campaña y diputado nacional, Miguel Ángel Gutiérrez; la secretaria general del partido, Marina Bravo; el coordinador de Ciudadanos en Aragón, Daniel Pérez Calvo; el secretario de organización, Borja González, y el portavoz nacional y vicesecretario general de Ciudadanos, Edmundo Bal.

En segundo plano, la que ha sido presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, quizás la que más lloró cuando vio cómo su jefe abrazaba a su hijo Juan antes de marcharse del hotel donde vivió su última noche electoral. La escena la presenciaron el alcalde de Palomares del Río, Manuel Benjumea, y la diputada de Ciudadanos en la Diputación de Sevilla y concejala en Gelves, Carmen Santa María, entre otros amigos y simpatizantes que intentaban, como podían, enjugar sus lágrimas.

Fue marcharse Marín y todo se comenzó a desmontar en el salón del hotel NH Collection de Sevilla, toda una alegoría de lo que le puede pasar al otrora partido de Albert Rivera, que, desde la distancia de «ciudadano libre» ha observado en segundo plano cómo se desmembra el partido que él creó desde la desnudez de su cartel electoral.

¿Y ahora? Por el momento Ciudadanos mantiene un puñado de alcaldías en Andalucía, no gobierna en ninguna Diputación y tiene a la militancia cogida por pinzas, de modo que cuando hoy llame a Arrimadas para preguntarle si ya tiene datos para tuitear y le presente oficialmente su dimisión, la sede central de su partido en Andalucía, a unos 500 metros de dónde esta noche se ha despedido, puede entrar en la web de segundamano.com.

Marín lo ha intentado, y fuera de micrófono se jacta de haber echado una mano a Juanma (Moreno) en conseguir que Macarena Olona no vaya hoy a una boutique a probarse un traje de presidenta, pero no oculta su decepción por no haber podido mantener el timón de su partido desde Andalucía para gobernar al resto de España. La jornada comenzó para Marín con «Hoy puede ser un gran día» de Serrat y terminó con «Nada es para siempre», de Luis Fonsi. Ahora, el relojero que un día fue vicepresidente tiene 59 años y más vida política por detrás que personal por delante. Como él asegura, la política le ha costado horas de sueño y un matrimonio, un coste demasiado alto que ha pagado en las urnas, y con intereses.