Radiografías electorales

Andalucía abre las urnas al año de que Moreno subiera al PP a la cresta de la ola

Las municipales se juegan en clave de generales con un gobierno de mayoría absoluta del PP que se mueve cada vez más en la confrontación con Pedro Sánchez

El presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, junto al candidato del PP a la Alcaldía de Sevilla, José Luis Sanz.

El presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, junto al candidato del PP a la Alcaldía de Sevilla, José Luis Sanz. / EP

Isabel Morillo

La primera mayoría absoluta del PP en democracia en Andalucía cumplirá un año casi a la vez que los 785 ayuntamientos andaluces se constituyan el 17 de junio. El presidente Juan Manuel Moreno sigue aún con el viento de cola del cambio de ciclo político. Fue el pasado 19 de junio cuando Moreno escribió un nuevo capítulo en una comunidad que había encadenado 37 años ininterrumpidos de gobiernos socialistas hasta 2018, cuando PP, Cs y Vox desalojaron al PSOE.

Las elecciones municipales se juegan en Andalucía en clave nacional, con Moreno empujando para que Alberto Núñez Feijóo llegue a la Moncloa en las generales de diciembre y con el PSOE tratando de frenar la hemorragia, en el que fue su fortín, para que Pedro Sánchez pueda mantenerse en el poder. El PP quiere extender a toda España el llamado 'efecto Moreno', que permitió la mayoría absoluta con la absorción casi íntegra de Cs, la recuperación de votos desde Vox y con el trasvase de votantes socialistas desencantados. Moreno abraza el andalucismo y sube el tono de la confrontación contra el Gobierno con proclamas contra “el sanchismo”.

El PSOE trata de contrarrestar defendiendo los beneficios para Andalucía de la gestión del Gobierno de España y desmontando un año de Gobierno andaluz que ha tenido dos grandes borrones: Doñana y la sanidadVox, que nunca ha tenido en las municipales su fuerte político, anda desnortado aún, tras pasar de imaginarse en una vicepresidencia de la Junta a verse convertido en una fuerza irrelevante en un Parlamento con mayoría absoluta del PP. Las izquierdas andaluzas andan enredadas en su guion de peleas y reencuentros, de pactos y rupturas, bajo la sombra del pulso latente de Sumar y PodemosCs asume, tras desaparecer del Parlamento andaluz, que estos comicios locales escribirán su epitafio. La mayoría de cargos naranjas ni lloran la desaparición, perfectamente acomodados en altos cargos del organigrama popular en la Junta.

El PSOE venció en las últimas municipales y gobierna en cuatro de las ocho capitales, Sevilla, Huelva, Jaén y Granada más seis Diputaciones, todas menos Almería y Málaga, las dos provincias donde el PP arrasa. La pugna por los ayuntamientos es dura, el PSOE se ve capaz de mantener sus ayuntamientos más importantes y el PP quiere lograr algún símbolo, un golpe de efecto y pelea con uñas y dientes por Sevilla. Los populares tienen otro reto, penetrar en la Andalucía más rural y lograr arrebatar alguna Diputación, una institución que da mucho poder para arraigarse en el territorio.

Giro a la derecha

Fueron muchos los análisis que se hicieron sobre el giro histórico a la derecha de Andalucía. Moreno celebró contenido aquella borrachera de diputados de 2022 asegurando que sabía que mucho voto era “prestado” y prometiendo que no ejercería el rodillo de la mayoría absoluta. Un año después, el Gobierno andaluz hace lecturas victoriosas en clave económica (PIB, empleo, exportaciones, turismo), repite que “la marca Andalucía está al alza” y presume de que el PP ha conseguido remontar “el daño reputacional” de casos como los ERE. El Gobierno del cambio, como lo siguen llamando, se ha hecho con un discurso político que le beneficia. Ofrece estabilidad y seguridad jurídica para captar inversiones y el presidente andaluz repite que ahora la comunidad más poblada (8,5 millones) puede hablar de “tú a tú” a Madrid o Cataluña. El barón andaluz, con más poder que nunca en el PP y convertido en contrapeso de Isabel Díaz Ayuso, ha aprobado un paquete de rebajas fiscales y lanza guiños a las grandes fortunas para que vengan al Sur.

Ni el triunfalismo ni la confrontación son nuevos. Durante años el PSOE entonó con talento el discurso de “la Andalucía imparable” o, antes, el de “la California del Sur de Europa”. Lo cierto es que cuando a España le va bien, a Andalucía le va bien y que muchos de los datos económicos positivos brotan en un contexto económico que, pese a los malos augurios, es positivo para el país. La brecha con otras comunidades de España sigue, el paro andaluz está en cabeza, los andaluces, a la cola de renta per cápita y el peso industrial continúa bajo mínimos. “Andalucía se beneficia del buen comportamiento de la economía española, pero no converge, diverge”, señala el PSOE para bajarle los humos a Moreno.

Los socialistas no han conseguido romper la imagen de un presidente andaluz que dice preferir la gestión a la ideología, aunque sacan a la palestra los datos del bajo índice de ejecución de los fondos europeos. La dura reprimenda de Bruselas por la proposición de ley que amplía regadío en Doñana ha hecho una muesca en la imagen de líder del PP preocupado por el cambio climático, abrazado a la agenda 2030 y artífice de lo que llamó “una revolución verde” para Andalucía. La revolución ha quedado, por ahora, en la atracción de grandes proyectos de energía renovable e hidrógeno verde para la comunidad.

Las protestas en la sanidad pública han sido el otro foco de conflicto, aunque Moreno ha prometido retirar la orden que abría la puerta a los conciertos sanitarios con la privada para la atención primaria, sellando un nuevo acuerdo con los sindicatos a diez días de las elecciones. En Andalucía, el PP llega sobreestimulado y el PSOE empieza a hallarse en la oposición tras una larga travesía del desierto.