Día de Andalucía
José María Navarro, innovación desde Jaén para la industria del plástico, que exporta más que el aceite
Este centro tecnológico aporta soluciones innovadoras y revolucionarias en sistemas de iluminación para automoción, en plásticos en contacto con alimentos o en materiales sostenibles

Andaltec lleva su innovación y tecnología a empresas de más de 20 países / El Correo
Clara Campos
Hace más de 20 años nació en la localidad jiennense de Martos un centro tecnológico -Andaltec- para dar respuesta a la emergente industria del plástico de la provincia. El objetivo: atender la demanda de las pymes ante el reto de llevar el ritmo que las grandes empresas le estaban exigiendo a nivel de innovación en productos y procesos, así como no depender exclusivamente de ellas y poder competir de manera libre en el mercado.
Este fue el germen -como explica José María Navarro, gerente del centro- para un equipamiento que ahora mismo es tractor principal de un sector, el del plástico, que lidera las exportaciones en la provincia de Jaén, por delante de su gran carta de presentación ante el mundo: el aceite de oliva.
A este centro tecnológico acuden de distintas partes del mundo. Empresas y entidades ubicadas en Alemania, Croacia, Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña, India, Italia, Portugal, República Checa, Rumanía, además de España, utilizan los servicios de Andaltec -que ha llegado a más de 20 países- a la hora de desarrollar e innovar en sus productos de plástico.
Fabricación de faros y pilotos de coches
"En la zona de Martos hay una actividad muy fuerte en relación a la fabricación de faros y pilotos de los coches, así como de luces de interior del vehículo, mientras que, en Alcalá la Real, se producen plásticos para la actividad agrícola, entre ellos invernaderos y mallas, que se exportan a todas partes del mundo, sobre todo donde escasea el agua", subraya Navarro.
También hay una industria potente relacionada con el plástico que tienen contacto con los alimentos para alargar su vida. "Cualquier supermercado al que vayas tiene productos envasados en la provincia de Jaén", añade.
Volviendo a los inicios, lo que surgió como una respuesta a la necesidad de equipamiento, de investigación y de recursos humanos entre las pymes, ha conseguido tal grado de especialización en sistemas de iluminación para automoción, plásticos en contacto con alimentos, prototipado y materiales plásticos sostenibles, que ha supuesto una auténtica revolución para el sur de España.
"De aquellos barros estos lodos porque, una vez que tenemos estos usos tan específicos, menos es más. Dedicarte a poco en exclusividad, te hace alcanzar el máximo de interés y atracción y al final hemos acabado teniendo mucha experiencia en temas de automoción y en la combinación armónica de tres tecnologías: la electrónica, el diseño mecánico de piezas plásticas y cen lo referido a propiedades y funciones ópticas", explica el responsable de Andaltec.
La combinación de estas tres patas les da "para desarrollar mucho", fundamentalmente en las ramas de señalización, iluminación y energía solar. Además, su laboratorio está acreditado por ENAC (Organismo Nacional de Acreditación), lo que hace que muchas empresas se acerquen a Andaltec para certificar sus productos.
Proyectos que van del vehículo eléctrico a la diabetes
Entre sus proyectos, algunos se pueden contar y otros no "porque tenemos que guardar la confidencialidad" con grandes marcas que desarrollan sus productos en Andaltec. "Hay muchos dispositivos en vehículos de muy alta gama que salen de aquí, algunos de series cortas (entre 1 y 10 vehículos) en los que introducen productos que tienen una complejidad alta para ser hechos en tiradas grandes: son piezas muy exclusivas y aquí lo hacemos todos", detalla.
Además, presume de otros proyectos que han salido adelante gracias al respaldo de Andaltec, como el de un seguidor solar "que demandó un emprendedor, se validó y desarrolló". Este dispositivo "es como un girasol, concentra la luz del sol de forma muy eficiente y sirve para obtrener agua caliente o energía eléctrica sin necesidad de motor".
A él se suma otro proyecto, también salido de la mente de un emprendedor. En este caso se trata "de un dispositivo con forma de bolígrafo para inyectar insulina que, conectado con un móvil del paciente y a través de una app, le sale una alarma para decirle que le hace falta insulina y cuánta se tiene que inyectar. Acabó derivando en Insulclock. "Terminamos un proyecto cuando el emprendedor crea empresa y genera empleo y actividad", destaca.
También señala el desarrollo de unos cartuchos biodegradables, muy demandado en aquellos países donde está prohibido que los cazadores no recojan los cartuchos o un sistema de carga inalambrica de vehículos eléctricos de manera que no hay que enchufarlo, sino que se cargan por inducción electromagnética. Además, han patentado un sistema para unir el plástico y el metal, sin necesidad de tornillos.
La reconversión de los restos de poda del olivar
Otros de sus proyectos han salido del aprovechamiento de los restos de la poda del olivar. "Tenemos la suerte de tener, en el caso del olivar, es tal la cantidad de residuos de poda que hoy día son un estorbo, que da para mucho". Ese residuo lo trituran y lo conviertes en fibras pequeñas, "como pelitos cortados a tres milímetros" que, tratados químicamente, se adhieren a las cadenas poliméricas y mejoran las propiedades del plástico. "Es tres veces más resistente que si no lo tuviera: se ha expermimentado con material reciclado y ha sido extraordinario", detalla.
El problema: los microplásticos
"Es algo nuevo que sale de sumar basura con basura con lo que conseguimos un material nuevo que viene de renovables", asegura, al tiempo que defiende que el plástico "no es malo siempre se haga un desuso controlado de él".
"Hacerlo descontrolado es fácil, porque se necesita para todo, para vivir, comer, el problema es su desuso. Nuestro reto es grande porque hay que explicar que el plástico no contamina, lo que sí lo hace y se habla poco porque no hay solución, son los microplásticos, que ni vemos ni somos capaces de cazarlos para que no lleguen a los ríos o al mar, porque no hay filtros que lo cojan", indica.
Sin su uso, "tendríamos que ducharnos sin gel o vestirnos con pieles de animales. Ahí está el problema, no en las cañitas de plástico", sentencia.
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