Se ven las caras de ilusión de estos niños de sólo 11 años, con sus ordenadores de última generación y las pizarras electrónicas que distan un mundo de aquellas que sí que eran de piedra. Las ventanas están abiertas, pero no las que dan al exterior -bien cerradas para evitar brillos intrusos para las pantallas-, sino las de las redes sociales donde dos alumnos se afanan en subir sus últimas fotos (hechas con la propia webcam de su terminal). Se respira con alivio sólo al ver que otro alumno de más edad se acerca a advertirles del peligro de usar la cámara sin precaución.

Una serie de centros educativos de Torrox acaba de poner en funcionamiento un servicio de cibermanagers de la Red que ya funciona en el País Vasco y que desde el Centro del Profesorado de la Axarquía se pretende implantar ahora en toda Andalucía. Con el asesoramiento de personal experto en informática y redes sociales, voluntarios que cursan estudios de Secundaria «guían» como auténticos cibertutores a alumnado que está a un paso de acabar Primaria.

Al asistir a una de estas clases es inevitable rememorar uno de los más famosos pasajes de El guardián entre el centeno, del autor estadounidense J. D. Salinger: «Me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura».

Como reconocen hasta los propios docentes, los menores conocen mejor las redes que la mayoría de los adultos. Ni los padres ni los profesores llegan a saber al detalle de esas amenazas reales que existen en cuanto a privacidad y posibilidad de acoso cibernético. Los esfuerzos, al menos en centros escolares de Torrox como el IES Jorge Guillén o el CEIP Mare Nostrum, se centran en formar a los progenitores con diferentes sesiones semanales en horario vespertino; y, además, a un cupo de alumnos de ESO, como «ángeles de la guarda» para quienes ya crecen en una sociedad 3.0 con todas esas ventajas y peligros que incorpora internet a estas alturas del siglo XXI.

Protocolo sobre ciber-bullying. Carolina Paulino, alumna de sexto de Primaria, subraya que como «consejo más interesante» ha podido saber, gracias a las enseñanzas de Elena Leggot, alumna de 15 años en el IES Jorge Guillén, que debe tener mucho cuidado al subir fotos a las redes. La segunda incide en la importancia de «tapar» con pegatinas cada webcam, con la intención de evitar que un virus pueda ponerla a funcionar sin que el alumno lo sepa -los ciberpiratas hasta anulan la señal que indica que la cámara está encendida-.

Elena apunta que al tener casi la misma edad, el alumnado le hace más caso que a los maestros: «Todos tienen Tuenti y lo están usando en clase para subir fotos o chatear, por lo que están expuestos a los ataques». Patricio Idáñez, profesor de Secundaria, añade que los resultados de «la experiencia piloto en la Axarquía servirá para que la Junta cree un protocolo andaluz sobre el peligro del ciber-bullying o acoso tecnológico en las aulas.

«Los alumnos mayores se sienten profesores y de esa forma, además, asientan sus conocimientos y enseñanzas», asegura Montserrat Esteban, docente de Primaria, después de reconocer que los pequeños, en esta materia, «les dan mil vueltas» a los propios maestros.