El vino tiene en Colmenar su referente. Y es que en la bodega José Molina, ubicada en este pequeño municipio de la comarca de la Axarquía, se producen algunas variedades que han sido elaboradas de forma tradicional, y en las que se aprecia el sabor colmenareño.

Así, este negocio impulsado por José Molina y Ángel Martín, socios de este singular proyecto, retoma la preciada cultura de la enología; para lo cual han convertido una casa centenaria situada en el centro del pueblo en una bodega donde poder elaborar, almacenar y embotellar la ambiciosa producción.

Y todo ello con los frutos extraídos de siete hectáreas dedicadas exclusivamente al cultivo de la vid, enclavadas en un incomparable paraje situado entre los límites de Colmenar y Comares, cuatro de ellas para producir el vino blanco con la uva Pedro Ximénez y las otras tres para el tinto de la variedad tempranillo y syrah.

Una de las peculiaridades que se pueden encontrar dentro de sus muros es el vino Melado. Y es que precisamente en Colmenar, cuyo nombre se remonta a la riqueza de sus colmenas, es donde se produce una exquisita miel que contribuye a dar un dulzor especial a este caldo.

«Este es un vino blanco, de sabor dulce, que se puede tomar en el aperitivo o después de las comidas», explica Molina. Un vino que data de la época de la Grecia clásica y que ha sido consumido por varias culturas, principalmente durante los postres.

Pero además, en la bodega de José Molina se puede degustar el vino tinto, elaborado con la variedad de uva tempranillo y con una parte de la variedad syrah, con posterior crianza en barrica de roble, seguida de una fase en botella. O también el vino Mountain, con la misma variedad Pedro Ximénez, uva moscatel procedente de los tercios de Flandes del siglo XVI, de la zona del Rhin, en Alemania. Este vino, también para probar después de las comidas, es también conocido como vino de los montes, que es muy similar al Oporto.

Todo un arduo trabajo, desde que empieza la época de la vendimia, en el mes de septiembre, en un largo proceso que culmina entre noviembre y diciembre, tras concluir el tiempo de fermentación; para dar como resultado un vino incomparable.

Desde primeras horas de la mañana, se empieza a trabajar en la recolección de los frutos, para que al mediodía sean transportados hasta la bodega, donde se procede a la selección de las uvas, se despalillan y se preparan para el proceso de vinificación.

«Se seleccionan las mejores uvas y se desechan las que no presentan las condiciones necesarias», apunta Ángel Martín, y todo para garantizar un vino mucho más preciado. En las bodegas José Molina cuentan con cerca de unas cuarenta barricas de roble, con vinos elaborados desde hace dos temporadas. En total, más de 9.000 litros destinados tanto para los paladares más iniciados como para aquellos que son mucho más excelsos.

«Esta casa también es un referente para las visitas turísticas, ya que se pueden visitar las bodegas así como la muestra de aperos, dentro uno de los atractivos que ofrece el pueblo de Colmenar», explica José Molina, sumándose así a otras visitas obligadas para quien se acerque al municipio, como el Museo de la Miel, la ermita de Nuestra Señora de la Candelaria o la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.