Casi la mitad de las panaderías artesanales de la comarca de la Axarquía se verán obligadas a cerrar sus puertas en el plazo de dos años, con 300 puestos de trabajo en juego, si continúa la tendencia actual y no dejan de proliferar los establecimientos con horno donde cocer y vender como si fuesen recientes «las barras de pan previamente precocinadas en países como China o Panamá». Pero ese tipo de competencia, que hoy por hoy ejercen desde las medianas y grandes superficies hasta las gasolineras, va acompañado, además, por incrementos constantes en los costes de producción.

Algunos profesionales con décadas de servicio han optado incluso por llenar sus depósitos de combustible en la localidad granadina de Almuñécar, donde les cuesta hasta ocho céntimos menos por litro. Y no ha dejado de subir durante estos últimos años la materia prima básica: la harina. Lo cierto es que el sector está amenazado casi de muerte. Unas 80 panaderías artesanales desconfían de un futuro mejor y por ese motivo, representantes de una docena de ellas, pertenecientes a los principales municipios axárquicos, han mantenido una reunión donde poner sobre la mesa sus principales preocupaciones.

Antonio José Martín, como portavoz de la empresa familiar que posee en Torrox, ha manifestado que un problema añadido a estos factores externos es la disminución del consumo. «El pan, debido a las dietas que reflejan erróneamente que se trata de un producto que engorda, ha empezado a consumirse menos. Pero también imaginamos que hemos bajado en lo que vendemos al día por esa gran competencia que nos marcan establecimientos de todo tipo».

Uno de sus colegas apunta que en algunos supermercados «hasta te regalan la barra de pan con una compra mínima». De esa forma no hay manera de competir. Si las harinas, levaduras, combustibles o electricidad no dejan de ir en aumento, el precio de la barra artesanal, por esa grave competencia, ha permanecido estable. La consecuencia es la pérdida de ingresos. Martín indica que esa realidad afecta directamente al empresario, que hasta carece de crédito en las entidades bancarias, hoy por hoy, para capear lo que se le viene. «La ecuación es sin duda de compleja resolución», indica.

Una solución que ya desde hace años baraja el sector es la opción de reconvertirse, incorporar nuevas máquinas para productos diferentes o bien transformar radicalmente sus instalaciones. «No es fácil en la práctica. Aquí es muy común ver que se instala un horno en cualquier sitio y todos a vender el pan. Pero qué ocurriría al revés. A mí no me dejan vender gasolina. Ni tampoco tengo la posibilidad de acceder a determinadas plazas, reservadas únicamente a profesionales específicos», señala el propio Martín.

Con este desolador panorama, la «guinda» es la llegada masiva de pan congelado desde Sudamérica: «Algo que no se controla por las autoridades -señala-. Si en España ni siquiera se logran custodiar las rutas de los billetes 500 euros, cómo van a controlar los panes».

«Dos únicas cadenas tienen el monopolio del trigo en el mundo». Los panaderos artesanales de la Axarquía se quejan de que mantienen los mismos precios de venta de 2007, mientras que desde mayo hasta estas fechas ha experimentado hasta cinco subidas el precio de la harina que les sirve como principal materia prima a la hora de elaborar sus productos. Lamentan que sean «dos únicas cadenas» las encargadas de suministrarles el trigo transformado. Pero también se quejan de que se permite, por parte de las autoridades mundiales, «que ambas tengan el monopolio», mientras que la normativa vigente les impide a estos empresarios cualquier tipo de reunión corporativista. De hecho, justo antes de disolver la asociación provincial que reunía a una amplia mayoría de las 600 panaderías existentes hasta mediados de la década pasada, sus integrantes fueron sancionados con unos 35.000 euros.

«Fue hace unos cuatro años. Estábamos reunidos en Málaga para analizar la situación de nuestro sector y los retos que deberíamos afrontar para los próximos años y se nos acusó de estar reunidos para pactar los precios. La libre competencia se lleva a extremo para unos simples trabajadores con plantillas de no más de diez personas. Y sin embargo, vemos con indignación cómo los bancos pactan precios y atracos a sus clientes con absoluta libertad», apuntaba a este periódico un panadero que prefería preservar su anonimato por miedo a ser «represaliado».

Otro compañero suyo agrega que tuvieron que poner punto y final al colectivo, hasta el punto de «desprenderse» del inmueble que mantenían para celebrar unos encuentros provinciales «imprescindibles para conocer la realidad del sector». Ahora, en la Axarquía, vuelven a alzarse voces unánimes en este histórico gremio.