No hay que ser monje y llevando una vida normal se puede alcanzar la liberación y la iluminación gracias a los métodos impartidos por el Buda histórico hace unos 2.500 años. Atraídos por esa idea de que el budismo da libertad para desarrollarse espiritualmente o que a través de sus enseñanzas se puede salir del sufrimiento y conseguir la felicidad, más de 1.500 budistas de 50 nacionalidades acudieron ayer al centro Karma Guen, ubicado en una pequeña aldea de Vélez-Málaga, para participar en la experiencia o curso anual de meditación.

Todos aquellos que acuden a estas jornadas son practicantes de un budismo laico. Es decir que no tienen que ser monjes para poder llegar a la liberación y a la iluminación que marca el Camino del Diamante, que es una de las vertientes que existen actualmente. Y es en torno a la inconfundible estupa, que corona la denominada Aldea Alta, donde se contempla el paisaje de la comarca, poblado de tiendas de campaña y donde numerosos visitantes de distintos países recorren sus laderas para hacer sus rutinas diarias.

Pero la gran mayoría de ellos se encuentran en el gompa o lo que se conoce como sala de meditación. Se trata de un espacio en el que durante todo el día tienen lugar las sesiones desde primeras horas de la mañana hasta la medianoche, con una serie de descansos periódicos. Y un año más vuelven a ser impartidas por Ole Nydahl, que es uno de los pocos lamas occidentales existentes y que procede de Dinamarca.

Este centro fue fundado por Pedro Gómez en el año 1987 tras el contacto que mantuvo con Nydahl en Copenhague, para crear un zona de meditación. Peter Gómez, su hijo y director del centro, destacó que este curso «es una práctica de meditación, donde guiado por el maestro, la persona comprende su paso a la muerte». Un miedo a este cambio que está dentro de todos los seres humanos, pero que Gómez señala que debe contemplarse «como un proceso».

Una tendencia dogmática que cada vez ganando más seguidores, «ya que hoy en día en nuestra sociedad, encaja muy bien porque trata de buscar la felicidad interior. A través de la meditación conseguimos llevar los conocimientos de nuestra mente a la experiencia del corazón», según Gómez

El enclave también ofrece otros puntos de interés tanto para las budistas como para aquellos curiosos que se acerquen a Aldea Alta. Es el caso de la estupa de Kalachakra o de la Rueda del Tiempo, que se levantó en el año 1994 para elevar el mensaje de la paz universal, realizado en honor del decimoséptimo Karmapa. También se encuentran una serie de tiendas, una zona infantil y biblioteca cerca de la sala de oración, así como un área de comedor con cocina industrial que permite elaborar hasta unas 10.000 comidas al día. Algunas de estas tareas son desempañadas por voluntarios, para poder costear su estancia en Vélez Málaga.

Se trata además de una zona de encuentro que ha ido ganando adeptos con el paso del tiempo y de hecho el pasado año se vivió a lo grande, con motivo del cumplimiento del vigesimoquinto aniversario de la fundación y que reunió a una cifra de casi 2.500 personas que acudían diariamente al gompa. En aquellas jornadas contaron con la presencia de Gyalwa Karmapa, líder espiritual de la escuela Karma Kagyu.

Una actividad que también sirve para promocionar el municipio más allá de las fronteras nacionales, y que se convierta en un referente en el budismo. «Vienen personas de distintas partes del mundo. La gran mayoría acampan aquí, pero un 20% de las que acuden se quedan en Vélez Málaga y en Torre del Mar, en la zona costera».