Efectivos del servicio veleño de vigilancia de playas establecieron ayer una nueva alerta, sin que se cerrase como el martes ninguno de los tramos litorales acondicionados para el baño, después del avistamiento de una segunda tintorera frente a la costa de Chilches, a unos dos kilómetros del lugar donde el martes resultó herido un hombre que había sacado del agua a otro ejemplar de aproximadamente 1,30 metros.

El temor entre los bañistas se extendió rápidamente, al conocerse que a las once y media de la mañana «se había visto una mancha negra de grandes dimensiones», según relató a este periódico uno de los vecinos de la zona, Juan Palacio. El dispositivo de vigilancia, con todo preparado para cerrar si era necesario la playa de Chilches, trabajó durante horas, hasta la tarde, sin que su unidad marítima lograse encontrar rastro del animal. Se barajaba que el animal que el martes hirió a un hombre fuese «la cría» de ese posible tiburón «de mayores dimensiones» visto por los usuarios de la playa.

Sandra Torreblanca, una de las bañistas que el martes vio de cerca el primer ejemplar de tintorera, sostenía ayer que no se bañará por ahora en esta parte de Vélez Málaga: «Me da mucho miedo. Es algo que te asusta mucho. Nada más verlo. Todavía no me creo lo que vi». Y el mismo temor reconocía su amiga Estefanía Quesada: «Ese animal muerde, porque no come y busca lo que sea». José Delgado, antiguo «lobo de mar» a sus 83 años de edad, no recuerda una tintorera tan cerca de la orilla a estas alturas del verano: «Es rarísimo. Estos animales son más típicos en agosto, cuando el agua está más caliente. Seguramente la madre tuvo la cría en la orilla y por algún motivo se despistó. No hay otra explicación».

Los socorristas que el martes fueron testigos del primer avistamiento aclaraban ayer que no es una especie que ataque al hombre, y mucho menos «siendo una cría». Al respecto, un testigo especificó que la tintorera que luego fue devuelta al mar el martes «no atacó sin motivo. Fue el propio herido el que se buscó el daño que le produjo. La sacó del mar e incluso la golpeó contra la arena, antes de que el bicho intentara defenderse y le golpease».

Esta versión coincidía incluso en palabras de los testigos más pequeños. Los hermanos Antonio y Bryan Conejo lo ratificaron, aunque ninguno de los dos se atrevía ayer a meterse en el agua ni siquiera cuando más apretaba el calor.

Un grupo de ocho socorristas, que velan desde el pasado sábado por la seguridad en Benajarafe y Chilches, expresaba en relación a la «psicosis colectiva» creada que desde primera hora de la mañana era raro el bañista que no les preguntaba sobre el peligro de bañarse. Y eso que la bandera verde no dejó de ondear durante toda la mañana. El martes, antes de que en Benajarafe se izase la roja por espacio de hora y media, ya estaba «la amarilla, pero no por la posibilidad de que hubiese tintoreras, sino por el estado del mar», señalaba uno de los vigilantes.

David Peláez, atento desde la torreta principal de Benajarafe a cualquier movimiento extraño, especificó ayer que existe un protocolo en estos casos, coordinado en todo momento con el Aula del Mar, acerca de la «peligrosidad de tocar uno de estos tiburones azules». Pero confía en que con el día 1 de julio, con todas las playas ya abarrotadas, se olvide al completo este episodio de «pánico».