La Cueva de Nerja, de cuya grandiosidad da fe que su mayor columna figure en el Libro Guinness de los Records, albergó durante el Paleolítico Superior -hace más de 10.000 años- un «sistema fijo de iluminación», ayudado por partes «cóncavas» de distintas estalactitas o estalagmitas, combinado con antorchas.

Así lo defiende la investigadora María Ángeles Medina, una de las integrantes junto a Antonio Romero del comité organizador del III Encuentro Internacional de Doctorandos y Postdoctorandos: el Arte de las Sociedades Prehistóricas, que ha reunido en el Museo de Nerja a más de un centenar de científicos procedentes de seis países y varios continentes.

«Estamos en una fase vital del análisis para conocer los métodos de iluminación. Esta cueva, al ser tan grande, requirió un tipo de iluminación específica, con una parte fija, en concavidades, y otras móviles, con antorchas. Se ha detectado una presencia importante de una sustancia que aparentemente es resina y al analizar estos restos vegetales podemos concluir que son del Paleolítico Superior», asegura esta experta en arte rupestre.

Pero no es el único estudio que se ha presentado por primera vez en estas jornadas científicas y que parte de la necesidad de desentrañar nuevos secretos sobre la Cueva de Nerja. La propia Medina asegura que esta cavidad posee entre sus pinturas rupestres un «elevadísimo porcentaje de signos, frente a otros motivos figurativos». Esa particularidad también se localiza en otras cavidades de la provincia, como la Cueva de la Pileta o Cueva Navarro I, situada en plena Bahía de la capital. «Son sistemas formados a partir de la integración de signos simples y podríamos estar ante un fenómeno hasta ahora no planteado, semejante a la de una escritura primigenia», explica.

De momento existe una sintaxis definida, «que aún no sabemos cómo traducir. Existe la estructura, pero hasta estamos buscando una nueva denominación para este tipo de signos». Todo apunta a que el origen de la escritura durante el Paleolítico Superior, en ese periodo comprendido entre 40.000 y 10.000 años antes de Cristo, estaría localizado en estas tres cavidades de la provincia.

Antonio Romero, encargado de coordinar también este encuentro internacional subraya la importancia de estos hallazgos: «Son unos complejos signos que se utilizaban, según unos primeros análisis, a modo de una primera escritura. Estamos ante algo bastante novedoso», exponen la propia María Ángeles Medina y el profesor de la Universidad de Córdoba José Luis Sanchidrián.

La riqueza de Málaga para los arqueólogos

«Hemos elegido Málaga y más concretamente el Museo de la Cueva de Nerja por la particularidad y la riqueza de esta parte de España», lo apunta Antonio Romero, uno de los coordinadores de un tercer encuentro que toma el relevo a los celebrados en tierras francesas y en Zaragoza. «Otro aspecto interesante en este foro de científicos de varias generaciones es la posibilidad de afinar en los métodos de datación; o profundizar en si tiene sentido hablar de regiones en el arte rupestre, cuando idénticas simbologías en distintos territorios pueden partir de movimientos poblacionales».