«La Policía Local de Nerja avisa de una alerta de tsunami». No era ninguna broma. Pero a la una de la tarde, los medios de comunicación que recibieron el comunicado del Ayuntamiento nerjeño no daban crédito a dicha información. Sobre todo porque no existía ningún otro aviso a lo largo del Mediterráneo andaluz. Fue la anécdota del día en la comarca de la Axarquía.

Minutos más tarde, a raíz de las indicaciones del Centro de Coordinación de Emergencias, se despejaba la incógnita. El seísmo de magnitud 6,1 grados en la escala Richter, registrado a las 8.10 horas en las islas más occidentales de Grecia y que generó dos víctimas mortales, había desatado una cadena de avisos en todas las regiones mediterráneas. Así fue cómo la Policía Local nerjeña se había puesto en alerta, como también había ocurrido en tierras levantinas. De hecho, durante 28 minutos, permaneció activo el mismo aviso de tsunami por parte de la Generalitat Valenciana.

Fue el Ministerio del Interior el encargado de desactivar, a instancias del Ejecutivo español, las alertas que se habían producido en los territorios bañados por el mar Mediterráneo.

Alerta helena. La alerta partió de The Hellenic National Tsunami Warning Centre (HL-NTWC), organismo del gobierno griego adscrito al National Observatory of Athens, Institute of Geodynamics.

Dicho organismo fue el que alertó de que el seísmo podría provocar una subida del nivel del agua de hasta un metro, en las zonas más próximas, y de hasta medio metro, a cierta distancia. La alerta llegó al Ministerio del Interior, que la trasladó a todos los municipios y puertos pesqueros y deportivos del Mediterráneo a través del Centro de Coordinación de Emergencias.

El aviso hizo que hasta la Autoridad Portuaria de Valencia ordenase a sus cinco remolcadores disponibles «que salieran del puerto para hacer frente a cualquier emergencia». Sin embargo, 28 minutos después, la Dirección General de Protección Civil del Ministerio del Interior desactivó la alerta. En esta ocasión, el tsunami no llegó.