­La celebración de la cumbre de París sobre el cambio climático acaba de reabrir múltiples debates en torno a la necesidad de que las naciones tomen «medidas urgentes» frente al progresivo aumento de la temperatura del planeta. Pero asimismo ha sacado a la calle, en las múltiples convocatorias ciudadanas de protesta sobre a pasividad de los estados, a colectivos de agricultores igualmente preocupados. En la provincia malagueña, además, el cambio climático ya es una realidad y pueden abrir camino a nuevos cultivos tropicales.

De hecho, con el apoyo de instituciones como la Unión Europea o incluso la Diputación de Málaga, la finca La Mayora, centro público dependiente del CSIC y de la UMA, estudia desde hace años la posible implantación de variedades agrícolas impensables para estas latitudes hace ahora medio siglo. Papaya, litchi o logan se abren camino entre aguacates y mangos.

Pero no solamente se analizan los subtropicales. La Comisión Europea acaba de destinar 4,9 millones para investigar la estabilidad de fresas, frambuesas o grosellas negras. Ahí también tendrá un papel importante el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM) de La Mayora, como remarca a este diario su gerente, Antonio Cordón. «Una de las principales líneas de investigación de este centro desde sus orígenes es la implantación de nuevas variedades de cultivos y la mejora de otras ya implantadas a las condiciones de nuestra provincia en cuanto al clima actual», expresa.

La papaya, cuya semilla destaca por sus múltiples propiedades terapéuticas -laxante, diurética e incluso capaz de evitar la proliferación de parásitos en el intestino-, es una de las variedades que más interés ha despertado entre el sector agrícola. De hecho, propietarios de invernaderos de Torrox-Costa, El Morche o Algarrobo han optado por la papaya como nuevo cultivo bajo plástico y en sustitución de variedades relativamente modernas y bastante más extendidas en esas condiciones, como tomates, pepinos o judías.

En cuanto al cambio climático, «no hay tiempo que perder». Lo señalaba hace unos días en París el comisario de Acción por el Clima y Energía de la Unión Europea, el español Miguel Arias Cañete, y lo confirman portavoces de colectivos agrícolas locales. El veleño Miguel Gutiérrez, presidente de la Asociación Española de Productores de Frutas Tropicales, agrega: «El cambio climático es evidente y nos afecta a todos, tenemos cultivos en nuestra provincia que necesitan unas buenas oscilaciones y ya estamos viendo el periodo de sequía que arrastramos».

La Unión Europea ha asumido, por ejemplo, el compromiso de reducir las emisiones en al menos un 40% para 2030 y respecto a los datos de 1990. Mientras tanto, en los laboratorios públicos de la Axarquía se investigan variedades de subtropicales como el litchi y el longan, originarias del sur de China y del norte de Vietnam, respectivamente. Ambas frutas exóticas son cada vez más demandadas en Europa, como le ocurre a la papaya.

De litchi se investiga desde hace unos años con cuatro variedades (bengal, wai-chee, kwai-may-pink y salathiel), mientras que son dos las de logan a análisis (chom-poo y biew-khiew). El litchi se puede recolectar en agosto y septiembre; y el longan, de octubre a diciembre. E incluso se busca la adaptabilidad de nuevos aguacates o mangos.