El turismo gastronómico cada vez tiene más peso en la Costa del Sol, de la mano de jóvenes chefs que no dejan de sumar estrellas Michelin a sus fogones. Pero mucho antes de esta última era, más allá de aquellos años setenta en los que el pescaíto frito empezara a ser un verdadero embajador internacional de la provincia, los primeros mariscadores de la zona hay que buscarlos en la Prehistoria, a raíz del deshielo glaciar.

Hace casi 20.000 años, justo en el Pleistoceno superior y cuando el nivel del mar se hallaba 118 metros bajo el actual, cazadores-recolectores del entorno de la Cueva de Nerja se convirtieron en pescadores. Científicos acaban de confirmar lo que ya apuntaban anteriores expertos en base a los restos del extenso patrimonio de la cavidad enclavada en el extremo más oriental de la provincia: los primeros moradores del lugar ya peregrinaban desde otros territorios menos templados para poder alimentarse de las excelencias gastronómicas de un mar Mediterráneo, ya próximo al Atlántico.

El primitivo consumo de moluscos bivalvos se establece definitivamente a finales de la época Solutrense. El estudio publicado en Quaternary International ha tenido como director al profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED, Jesús F. Jordá, y se ha hecho en colaboración con investigadores de la Universidad de Valencia, de la Universidad de Salamanca y del Instituto Geológico Minero de España.

Como ya indicó hace unos años la Fundación Cueva de Nerja, los restos de más de 124.000 conchas de moluscos, que han podido ser recuperadas de «anteriores excavaciones arqueológicas» en la sala del Vestíbulo, «valían su peso en oro». Tras un minucioso análisis, los investigadores acaban de determinar que el consumo masivo de moluscos en esta zona empezó hace unos 20.000 años.

Junto al mejillón eran consumidos berberechos y almejas, al igual que otras especies que se recogieron en la extensa playa nerjeña -situada a unos cinco kilómetros del actual Balcón de Europa- «con fines utilitarios, como las conchas de vieiras y de ostras, que se usaban como lámparas».

Las excavaciones corresponden a un registro estratigráfico comprendido entre hace 30.000 y 7.000 años antes del presente, como remarca Jordá. En ese tiempo se sucedieron en la cueva ocupaciones de grupos humanos del Paleolítico superior, Mesolítico y Neolítico antiguo, que dejaron abundantes restos de los moluscos que consumieron.

El consumo de moluscos aumentó notablemente con el deshielo glacial de finales del Pleistoceno superior hasta los comienzos del Holoceno, de tal forma que durante el Epimagdaleniense, hace unos 12.000 años, los habitantes de la Cueva de Nerja acumularon enormes cantidades de conchas, fundamentalmente de mejillones. Así lo atestigua en su estudio el profesor de la UNED.