Más de 30.000 empleos temporales genera cada año la campaña de recolección en Huelva. Pero pocos consumidores son conscientes del largo camino que tuvo que recorrer, y que aún recorre, esta fruta para convertirse cada año en la mejor embajadora de algunas comarcas del campo onubense. Y aún es menos conocido el origen axárquico de los fresones, porque en Algarrobo comenzó, hace justo 50 años, su historia en suelo español.

Ahora que por la extraordinaria calidad de sus aguacates y mangos ya sí se empieza a conocer la Axarquía como la «California europea» resulta mucho menos extraño que hace más de 60 años un ingeniero y economista alemán, Dieter Wienberg, le propusiera al gobierno de su país firmar un acuerdo con el español para impulsar nuevas variedades hortofrutícolas en un lugar con un clima excepcional: la Costa del Sol más oriental.

Él en primera persona, después de haber comparado la climatología en medio Mediterráneo, puso los cimientos para que en mayo de 1961 se inaugurase lo que hoy es el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea que CSIC y Universidad de Málaga gestionan. Unas instalaciones que desde que se inaugurasen y hasta 1975 fueron parte de un proyecto común en el que el país germano aportó 3 millones de marcos y España, justo el doble. Así se desarrolló en la finca La Mayora un auténtico laboratorio de variedades que en muchos casos procedían de tierras californianas, como el caso del fresón.

Esta fruta fue la primera en reportarle rendimientos comerciales a esta iniciativa internacional. A los siete años de haberse inaugurado el recinto, en el mundialmente famoso mayo de 1968, los científicos pusieron los cimientos para que en los últimos meses del año siguiente cientos de mujeres jóvenes llegadas desde todos los rincones del interior de la Axarquía empezaran a recolectar los fresones.

Sin embargo, el creamiento de la zona no se limitaría a la intensificación de la agricultura. Justo en los primeros setenta miles de familias alemanas, al calor de esas noticias sobre la «nueva California», decidieron adquirir sus segundas residencias en el propio entorno de La Mayora. Así Torrox acabaría pronto por erigirse en municipio que albergaría la que aún es hoy «mayor comunidad de residentes alemanes en suelo peninsular». Unos 6.000 tienen vivienda y pasan gran parte del año en esta localidad y más de 20.000 suelen visitarla regularmente. Esta circunstancia limitó la disponibilidad de suelo agrícola, al objeto de implantar el fresón, y supuso también limitaciones hídricas para potenciales empresarios (todavía no existía el embalse de la Viñuela).

«Dieter consideró entonces la alternativa de exportar el cultivo a la provincia de Huelva y allí contactó con el empresario Antonio Medina, en Moguer. La historia posterior es bien conocida: 6.000 hectáreas dedicadas al fresón y facturaciones anuales de unos 400 millones de euros, aún por encima de la facturación conjunta que generan aguacates y mangos en la Axarquía», relatan los trabajadores más veteranos de La Mayora.

Paralelamente, la frenética actividad en la finca, como recuerdan responsables actuales de la misma como Enrique Moriones o Antonio Cordón, propició el desarrollo del cultivo experimental del aguacate, así como del chirimoyo (en este último caso, implantado luego en la Costa Tropical granadina).

De los laboratorios algarrobeños, no sólo salió riqueza para Huelva en cuanto al cultivo de la fresa. En la actualidad apenas se subraya lo que esta fruta genera en la Meseta española. Y es que para que lleguen los fresones a suelo andaluz, antes han tenido que llegar las semillas desde California (sí, también hoy en día) y reproducirse durante cinco meses, en viveros, en fincas de Castilla La Mancha. Así dan empleo a 10.000 personas más.

Como legado de aquellos cultivos pioneros, la avenida de acceso a La Mayora pose el nombre de Doctor Wienberg. «Es una forma de agradecer, públicamente, el papel de quienes en su momento crearon este centro de investigación agraria», como recuerda el alcalde de Algarrobo, Alberto Pérez (PSOE). Su figura incluso es reconocida en algunas de las más importantes universidades del planeta.

Por ejemplo, el profesor de Biología Evolutiva y director del Arnold Arboretum de la universidad estadounidense de Harvard, William Friedman, al conocer en persona que La Mayora albergaba el mayor banco de genoma de chirimoyo de todo el mundo señaló: «Como este árbol es un dinosaurio viviente, este centro podría ser algún día un parque jurásico, o mejor dicho cretácico, con flora de todo el mundo». Y por sus características, apenas existen rincones similares a la Axarquía «en Australia y Sudáfrica».