La Axarquía durante décadas se ha autoproclamado como la «hermana pobre» de la Costa del Sol. Y lo argumentaban sus dirigentes en base a la falta de esas infraestructuras que la conectasen mejor con el resto del mundo. La autovía llegó más tarde a cruzar todo su litoral o acercarla hasta Motril y Granada, y apenas tiene puntos de atraque (sólo alberga un puerto de uso mixto, pesquero y deportivo, en Caleta de Vélez). Sin embargo, aunque el supuesto aislamiento también le ha permitido preservar su entorno medioambiental de la presión urbanística, hubo otros tiempos en los que la comarca estuvo a la vanguardia ferroviaria.

Hace más de un siglo que las comunicaciones con los llanos granadinos desde la Costa del Sol tenían como paso obligatorio la Alta Axarquía y en ese contexto incluso se idearon carreteras amplias para unir Málaga con la capital granadina a través de Vélez-Málaga, Periana y Zafarraya, ya en el Poniente de la provincia vecina. Pero a principios del siglo XX incluso se puso en marcha la Sociedad Ferrocarriles Suburbanos de Málaga S.A. que entre 1922 y 1959 conectó, gracias a un innovador tren cremallera la propia Málaga capital con el municipio granadino de Zafarraya.

Hoy, 10 de diciembre, se cumplen justo 60 años desde que dejó de funcionar entre ambos emplazamientos. La gran eclosión de los vehículos a motor «dejó de hacer rentable», como señalaron las crónicas, una conexión que había tenido como antesala la comunicación ferroviaria entre Málaga y Torre del Mar, desde enero de 1908.

Las vías del tren de La Cochinita, a la altura del cementerio del barrio de El Palo en 1959 UMA

No deja de ser paradójico que 110 años más tarde se vuelva a reivindicar una línea de tren que conecte el Cercanías Fuengirola-Málaga y Nerja, además de completar hasta Marbella dicha fórmula de comunicación «sostenible y colectiva».

«La Cochinita», como fue bautizada por su desesperante lentitud en el recorrido hasta Ventas de Zafarraya tenía paradas en El Palo, La Araña, La Cala del Moral, Rincón de la Victoria, Torre de Benagalbón, Chilches, Benajarafe, Valle-Niza, Almayate, Torre del Mar, Vélez-Málaga, El Trapiche, Viñuela, Matanza y Periana. Cada una de sus estaciones han quedado convertidas en el mejor de los casos en espacios públicos, como locales a modo de estaciones de autobuses, oficinas de turismo o bibliotecas, y en otros permanecen como simples reliquias o testigos mudos de aquella época.

A mediados del siglo XX solían ofrecerse a los usuarios hasta cuatro servicios diarios entre Málaga y Vélez-Málaga y uno solo con salida y llegada en Zafarraya. Para el trayecto completo se empleaban un total de tres horas y media. Para salir desde Ventas de Zafarraya había que tomarlo justo a las siete de la mañana, mientras que la vuelta se iniciaba a las cuatro de la tarde.

En cuanto a los trazados entre la capital costasoleña y la Axárquica, el último tren desde Málaga salía a las 20.30 horas y llegaba a Vélez-Málaga justo a las diez de la noche. Era hora y media de trayecto que en el itinerario de vuelta tenía una última salida a las seis y media y la llegada a la estación malagueña a las ocho de la tarde.

Como testigo añadido de estos trenes históricos, hace un lustro se puso en marcha un proyecto en la localidad granadina de Ventas de Zafarraya, impulsada por varios de los empresarios que son herederos de las familias que estaban vinculadas al tren, de manera que se ha podido recuperar un ferrocarril turístico a escala, de pequeñas dimensiones, gracias a la participación de los fondos europeos para el desarrollo rural.

Como un «reloj suizo»

Ese nuevo vapor que ahora durante las fechas navideñas incluso sirve de transporte para la llegada de los Reyes Magos a la localidad extiende su recorrido sobre vías que apenas miden 10 pulgadas y tienen su único referente en enclaves catalanes del Valle de Núria o Montserrat, también con fines turísticos.

Ese pequeño tren, que se complementa con un museo en el que se pueden rememorar hasta cómo eran los billetes de ferrocarril hasta 1959, mantiene aún más vivo el pasado glorioso de «La Cochinita». Los encargados de divulgar el legado ferroviario de la Axarquía subrayan, por ejemplo, que aquel sistema sorteaba un desnivel acumulado de casi 800 metros en menos de una veintena de kilómetros. Y pudo presumir de que en cerca de 40 años de servicio «nunca tuvo ningún accidente». Hay en funcionamiento con iguales características otro situado en un cantón italiano de Suiza, donde «ni la intensidad de las nevadas más fuertes impide que siga funcionando como un reloj».