La moción de censura fallida ha dejado el Ayuntamiento de Alcaucín en manos del PSOE, tal y como estaba, pero con la inevitable novedad de que Ciudadanos se marcha del Gobierno en coalición y no va a aceptar la política de «mano tendida a todos los concejales» en la que ayer seguía insistiendo la alcaldesa Ágata González, mientras asistía a la feria del turismo en Madrid. Es más, el partido naranja evitó en la jornada de resaca todo tipo de diplomacias y denunció que «las presiones sufridas» desde el entorno del PSOE por la edil Sara Matés y su familia han sido determinantes para que la alcaldía no cambiase de manos: «Pensábamos que, tras marcharse, se abstendría, nos ha sorprendido mucho que votase en contra de la moción de censura que ella misma firmó libremente», aseguró el portavoz de Cs, Mario Blancke.

Asimismo, el exalcalde naranja del municipio recalcó que, a través de Sara Matés, llegaron a recibir una oferta para dar marcha atrás a cambio de mantenerse en el Gobierno municipal, sobre todo encargándose de Urbanismo, pero que ni aceptaron esta propuesta ni van a admitir ninguna colaboración: «A partir de ahora trabajaremos desde la oposición y tanto mi número 2, Fernando Córdoba, como yo regresamos a la sociedad civil y dejamos el Ayuntamiento», enfatizó Blancke.

Por su parte, la alcaldesa socialista Ágata González reiteró que, a partir del lunes, tras su regreso de Madrid empezará a establecer las líneas con las que gobernará a partir de ahora, aunque en un principio «será con la mano tendida y pensando en que los 11 concejales podemos trabajar a la vez por nuestro pueblo».

Asimismo, González negó que haya llegado a algún tipo de acuerdo con la ex de Cs Sara Matés, tal y como insinuó el coordinador provincial del PP, José Ramón Carmona, y sostuvo que ella solicitó «libremente» y por su propia iniciativa el paso a edil no adscrita. En cambio, prefirió no entrar a valorar la decisión de Por Mi Pueblo de expulsar a su representante por votar contra la moción en lugar de abstenerse, y apuntó que trabajará con José Sebastián Navero «al igual que con el resto de concejales».

En el día después de la controvertida sesión plenaria celebrada en el municipio tiznao, en los mentideros políticos muchos de los comentarios siguen dirigiéndose a la concejala que rompió la disciplina de Ciudadanos, Sara Matés, quien se puso a disposición de la alcaldesa Ágata González «para lo que haga falta» e insistió en que, desde que se registró la moción de censura, le había rogado «cada día» a sus compañeros del grupo naranja que dieran marcha atrás.

«Yo soy feminista, yo soy mujer, a mí no me gustaría que me hicieran eso», llegó a afirmar en declaraciones a Efe con lágrimas en los ojos Sara Matés en cuanto concluyó el pleno. Es más, la concejala se puso a desmontar el principal argumento sobre el que el partido naranja sustentó el registro de la moción y rechazó que existiera una relación de «incomunicación» con sus socios de Gobierno del PSOE.

Su versión contrasta, sin embargo, con la defendida por Cs, que le recordó a Matés que ella misma había firmado la moción a la que ahora se oponía e insistía en que «su decisión supone la ruptura de disciplina del partido e incumple la carta ética que en su día ratificaron todos los cargos electos».

El otro de los señalados ahora es el concejal expulsado de Por Mi Pueblo, José Sebastián Navero, quien desobedeció a su formación y, en lugar de abstenerse, votó en contra de una moción a la que se refirió -en términos idénticos a los empleados por la alcaldesa Ágata González- calificándola de «injusta». El propio Navero sostuvo que decidió oponerse a la salida de la regidora tras palpar el sentir de muchos vecinos del pueblo, que la apoyaron hasta el punto de concentrarse ante el Ayuntamiento o recoger medio millar de firmas.