Si en los primeros meses de la pandemia las preocupaciones de médicos, investigadores y ciudadanos estaban centradas en la limpieza de las superficies y la capacidad del SARS-COV2 de contagiar a través de ellas, ahora los estudios que demuestran el papel esencial en los contagios de los aerosoles han cambiado las cosas.

Las recomendaciones sanitarias se centran ahora en la necesidad de desarrollar las actividades sociales, lúdicas, deportivas, incluso los encuentros familiares, en el exterior donde los aerosoles se diseminan fácilmente.

Como esto no siempre es posible, la correcta ventilación de los espacios cerrados es clave para la prevención de las infecciones por coronavirus. Pero ¿sabemos ventilar correctamente?

Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y técnicos de la Asociación Mesura han elaborado una guía que ofrece pautas sobre cómo realizar una correcta ventilación. Y aunque el documento se refiere a la ventilación en las aulas de colegios, institutos y universidades, bien puede ser aplicada en otros entornos cerrados como oficinas, tiendas, talleres, hogares etc.

La eficacia de las recomendaciones de esta guía dependerá del volumen de la sala a ventilar, el número y la edad de los ocupantes, y el tipo de actividad que se desarrolla en ella.

¿Qué es ventilar?

La investigadora del CSIC, María Cruz Minguillón, explica que ventilar significa "renovar el aire, es decir, sustituir el aire interior potencialmente contaminado, con aire exterior libre de virus".

La reducción del riesgo de contagio se consigue de dos maneras. Por un lado, disminuyendo la emisión de aerosoles, y por otro reduciendo la exposición a estas partículas en suspensión, que son capaces de contener el virus y que se pueden acumular.

Emitir menos aerosoles se consigue reduciendo el número de personas en la sala, moderando el volumen a la hora de hablar, no realizando actividades físicas intensas y, por supuesto, usando la mascarilla de forma adecuada.

Pero tan importante como estos consejos es el hecho de minimizar el tiempo que nos exponemos a estos aerosoles en interiores. ¿Cómo? Llevando la mascarilla bien ajustada, incluso si estamos solos en la habitación; aumentando la distancia interpersonal y, por supuesto, ventilando.

¿Cuántas veces debemos ventilar?

Según los cálculos hechos por los expertos, si el aire de un espacio se renueva una vez cada hora se consigue reemplazar el 63% del aire interior. Si se realizan dos ventilaciones cada hora se reemplaza el 86%, y con tres ventilaciones el 95%.

Con estos datos, y teniendo en cuenta que la ventilación necesaria para reducir el riesgo de contagio depende del volumen de la sala, el número y la edad de los ocupantes, la actividad realizada, la incidencia de casos en la región y el riesgo que se quiera asumir, los expertos de la Universidad de Harvard recomiendan 5-6 renovaciones de aire por hora para aulas de 100 m?2;, con 25 estudiantes de 5-8 años.

¿Cómo ventilamos?

Lo mejor es la ventilación natural, especialmente la ventilación cruzada que se consigue abriendo las ventanas y las puertas situadas en lados opuestos. Es más efectiva que la apertura en un solo lado, porque con ésta se alcanza la ventilación suficiente en muy pocas ocasiones.

La llegada del frío puede suponer algún problema en las aulas, por eso la guía del CSIC propone el uso de ropa de abrigo cómoda para interiores, que permitirá no abusar de la calefacción con ventanas parcialmente abiertas.

¿Cómo sabemos en qué momento ventilar?

Pues una opción es la medición del C02 en el aula o la sala en cuestión.

Tal y como indica el documento del Centro Superior de Investigaciones Científicas, en el aire exterior las concentraciones de CO2 son de aproximadamente 420 ppm. En interiores, en concreto en espacios ocupados, las concentraciones de CO2 son elevadas por el dióxido de carbono exhalado por los ocupantes.

Así, en un aula de 61 m?3; ocupada por 21 estudiantes infantiles y 1 docente, lo más recomendable sería hacer 5 ventilaciones naturales por hora. Existen medidores de CO2 que pueden nos pueden ayudar a medir el nivel de saturación del aire y saber cuándo debemos abrir puertas y ventanas.

En caso de que la ventilación natural no sea suficiente, los investigadores proponen el uso de equipos extractores o impulsores individuales.

Si el colegio o la oficina dispone de un sistema centralizado de ventilación, la tasa de aire exterior se debe incrementar y la recirculación del interior se debe reducir.

Y si no es posible recurrir a ninguna medida de ventilación, se debe purificar el aire con equipos provistos de filtros HEPA.

Pero es esencial recordar que la importancia de evitar la acumulación de aerosoles, debido a su potencial de contagio, debe ser complementaria al resto de medidas sanitarias ya conocidas: el uso de mascarilla, el mantenimiento de la distancia interpersonal y el lavado de manos.

Además, los expertos del CSIC advierten de que "el riesgo de contagio cero no existe", y por lo tanto las medidas que recoge la guía "reducen el riesgo, pero no lo eliminan completamente".