La llegada del otoño marca el inicio de la temporada de setas, que crecen incluso en los alcorques de los árboles de las ciudades. Además, ahora que el coronavirus ha limitado mucho nuestras opciones de ocio y las recomendaciones de pasar el mayor tiempo posible al aire libre se multiplican, una salida al campo nos puede tentar a recoger algunos ejemplares para consumirlos en casa.

Pero, ¡mucha precaución! Si no conocemos los ejemplares comestibles la salida campestre puede acabar muy mal. De hecho, este tipo de accidentes son más habituales en entornos urbanos que en los rurales, más conocedores del medio ambiente.

Todos los años se producen de uno a tres muertos y alrededor de medio millar de intoxicaciones por consumo de setas. Estas intoxicaciones son de dos tipos según el tiempo que pase entre la ingesta y la aparición de molestias.

? Unas son las llamadas intoxicaciones de periodo de latencia breve, en el que los síntomas aparecen en menos de 6 horas y suelen ser intoxicaciones de tipo leve. En estos casos las manifestaciones más habituales son de tipo intestinal (vómitos, diarreas...), alucinaciones, exceso de sudoración, fiebre, taquicardias o enrojecimiento de la piel.

En general, y salvo complicaciones, son formas leves de intoxicación que habitualmente no requieren ni tratamientos agresivos ni el uso de antídotos.

? Más complicadas y con peores consecuencias son las denominadas intoxicaciones de periodo de latencia largo. En estos casos los síntomas comienzan a aparecer transcurridas 6 horas y hasta 10 o 15 días desde el momento de comer la seta tóxica.

En estos casos se pueden producir graves lesiones de riñón, fallos multisistémicos y daños hepáticos que pueden provocar la necesidad de un trasplante de hígado o el fallecimiento del paciente.

Recomendaciones

Por eso los sanitarios y expertos en micología dan algunas recomendaciones para no jugarnos la vida si decidimos recoger hongos campestres.

Lo primero un fundamental es no comer ninguna seta si no estamos absolutamente seguros de conocerla. Tampoco es recomendable recoger setas viejas o pasadas porque esto complica mucho su reconocimiento, suelen contener parásitos y son muy indigestas.

Para evitar que fermenten con el calor, lo mejor es recogerlas con cestas que permitan la entrada de aire y evitar las bolsas de plástico. Lo que también es fundamental para no dañar el campo y permitir que las esporas caigan sobre la tierra.

Evitaremos recoger ejemplares que crezcan en vertederos o cunetas, ya que será muy probable que hayan absorbido metales pesados.

Y por último, los expertos en micología no recomiendan mezclar muchas especies en una misma comida. Si hay problemas será más fácil identificar la especie que los ha causado.

Si a pesar de todo aparece algún síntoma después de consumir setas lo mejor es acudir a un centro de urgencias, donde informaremos al personal sanitario de la hora a la que comimos estos productos y una descripción aproximada de los mismos. No es conveniente automedicarse.

Y de nada sirven los falsos trucos tradicionales, como la prueba del ajo, el tenedor o los colores llamativos, para saber si una seta es comestible o no.

Ante la duda lo mejor es o no comerlas o acudir a un centro micológico para que nos ayuden a identificarlas.