Estamos empezando la tercera ola de la Covid-19. Pinta mal. Volveremos a ver otra vez hospitales saturados, UCIs colapsadas y médicos, sin suficientes recursos, obligados a decidir quién tiene una oportunidad de vivir y quién no. Ya están empezando nuevas restricciones y confinamientos. Vendrán muchos más.

Sabíamos que nuestros excesos navideños podrían costar decenas de miles de muertos. Se estima que en estas fechas navideñas se han celebrado cerca de 10.000 fiestas clandestinas de más de 100 asistentes. Nuestra conducta irresponsable y la incompetencia de nuestras autoridades nos conducen de cabeza a la catástrofe.

Pero no toda la culpa es nuestra. También la tienen las nuevas cepas mutantes del SARS-CoV-2, que son significativamente más eficaces a la hora de infectar que las cepas ancestrales de las que proceden.

¿Por qué?

Con la pandemia de Covid-19 se ha producido un esfuerzo científico mundial sin precedentes, que entre otras muchas cosas ha permitido secuenciar las nuevas variantes genéticas del SARS-CoV-2 y relacionarlas con su infectividad, su letalidad y su posible resistencia a la vacuna.

Los resultados son impresionantes. Ya se han detectado unas 300.000 variantes del SARS-CoV-2 que difieren por mutación de la cepa original aislada en Wuhan.

Quien quiera puede entrar en los portales especializados que promueven el intercambio rápido de conocimientos sobre las diferentes secuencias genéticas del coronavirus. Por ejemplo, Nextstrain, o NCBI, o GISAID, O Universidad de Luxemburgo O o Covid19 Data Portal y consultar dónde y cuándo aparecieron los nuevos mutantes y cuáles son sus efectos epidemiológicos y clínicos.

Lo que ahí podemos ver no son buenas noticias.

Cepas británica u sudafricana, extremadamente peligrosas

Entre los miles de mutantes que se mantienen en las poblaciones del coronavirus, un par de cepas se han hecho famosas y pronto lo serán más.

? CEPA BRITÁNICA: A principio de diciembre se detectó en el Reino Unido la nueva cepa mutante conocida como B117 (también llamada VUI-202012/01). En poco tiempo se volvió dominante en el sureste de Inglaterra. Después se expandió al Reino Unido. Llegó a España (y al resto de Europa) con los que volvieron a casa por Navidad. Ya alcanzó la costa oeste de Estados Unidos e incluso llegó a Australia.

Lo consiguió tan rápido porque se trata de una cepa mucho más infectiva que su predecesora.

? CEPA SUDAFRICANA: En el otro hemisferio está pasando lo mismo. En este caso se trata de la nueva cepa mutante 501Y.V2 que se detectó por primera vez en Sudáfrica. Esta variante, que también es significativamente más infectiva que la cepa ancestral desde la que evolucionó, también ha comenzado su rápida expansión por el mundo.

Potencialmente son cepas de consecuencias fatales Porque si bien no son más letales que sus ancestros, al tener mucha más capacidad infectante incrementan los contagios alrededor de un 50%. Y a más contagios, más muertos y más saturación hospitalaria.

Al final su gran capacidad de infectar las vuelve extremadamente peligrosas.

Esto no es nuevo. Una de las cepas de SARS-CoV-2 que produjo más contagios y muertos durante la segunda ola fue el mutante G614 que se originó en España y se diseminó por Europa cuando volvieron a sus países los turistas que vinieron en el verano. Y eso que no vinieron muchos.

Pero todo esto, con ser malo, podría no ser lo peor.

Demasiadas mutaciones disparan el riesgo

La nueva cepa inglesa B117 se caracteriza por algo muy inusual: acumula 23 mutaciones de las que 17 son completamente nuevas.

? Algunas de ellas afectan a las proteínas de la espícula haciendo que se unan más fácilmente a las células receptoras, aumentando así la infectividad.

? Otras parece que consiguen que aumente la carga viral en las vías respiratorias superiores y que cada paciente envíe más virus al exterior.

Que un virus acumule tantas mutaciones en tan poco tiempo es enormemente improbable. Veamos el por qué.

La mutación es un suceso raro y el SARS-CoV-2 no tiene una tasa de mutación demasiado alta. Supongamos que un virus de cada 10.000 sufriese una mutación. La probabilidad de que un virus sufriese 2 mutaciones es (1 / 10.000) x (1 / 10.000), esto es 1 entre 100.000.000. La probabilidad de que acumule 3 mutaciones sería de 1 entre 1.000.000.000.000 Y así sucesivamente.

Además la mayoría de las mutaciones tiene un efecto deletéreo (son perjudiciales para él) o no tienen efecto (son neutras). Solo muy pocas mutaciones son 'beneficiosas' y vuelven al virus más infectivo.

Como las mutaciones ocurren al azar, en la población del SARS-CoV-2 se deberían ir acumulando con el tiempo estas mutaciones deletéreas que restarían eficacia al virus.

Tanto es así que se llegó a proponer luchar contra la Covid-19 mediante fármacos que incrementasen las tasas de mutación del SARS-CoV-2 para que acumulasen estas mutaciones perjudiciales (para él) lo antes posible.

De este modo la probabilidad de que una cepa de coronavirus que acumula 17 nuevas mutaciones sea mucho más transmisible que la cepa ancestral de la que deriva es muy próxima a 0. Aparentemente nunca debería haber ocurrido.

Pero el hecho es que las nuevas cepas mutantes de SARS-CoV-2 que se detectan expandiéndose en las poblaciones tienen una eficacia biológica significativamente mayor que las cepas ancestrales de las que derivan.

Claro que podríamos consolarnos pensando que a nadie le toca el gordo de navidad durante 5 años seguidos. ¿O sí?

Mayor experimento de evolución de la historia

Para entender el problema debemos darnos cuenta de que estamos asistiendo al mayor experimento de evolución de la historia. Nunca tantos científicos estudiaron tan a fondo y tan rápido un virus como se está haciendo con el SARS-CoV-2.

La clave está en que la población de SARS-CoV-2 es descomunal. En las células diana de un solo enfermo de SARS-CoV-2 se produce una cantidad ingente de coronavirus. Algunas estimas conservadoras calculan que un solo enfermo libera al menos 60 billones de nuevos coronavirus.

A tenor del número de infectados de Covid-19 que hay en el mundo, aterroriza pensar en la cantidad de coronavirus que se están produciendo.

Pocas veces nos hemos enfrentado a una población de un virus (o de cualquier otro organismo) de un tamaño tan descomunal. Y con la tercera ola todavía habrá más. Entonces muchas de las cosas que no parecían posibles pasan a ser casi seguras. En una población tan grande de SARS-CoV-2 aparecerán millones de nuevos virus mutantes.

Cálculos sorprendentes

Podemos emplear matemáticas precisas para hacer previsiones de futuro. Recientemente se ha abordado este estudio considerando que el proceso de cambio en las frecuencias de las distintas cepas que aparecen por mutación en la población de SARS-CoV-2 es un proceso de Markov que puede caracterizarse por ecuaciones de difusión, ecuaciones de Kolmogorov o ecuaciones de Fokker-Planck.

Y aunque usted no sepa cómo se calculan estas cosas, la realidad es que los resultados obtenidos son sorprendentes.

Y eso que casi todos los nuevos mutantes que aparecen en las poblaciones se mantienen muy poco tiempo antes de desaparecer. Y el tiempo que duren lo harán en un número tan bajo que la gran mayoría de ellos ni siquiera van a ser detectados.

Solo aquellos mutantes raros que son mucho más infecciosos que la cepa ancestral, tienen posibilidades de hacerse abundantes en la población. Y aun así, la mayoría de ellos no tendrán tiempo para aumentar mucho su frecuencia. Lo hacen lentamente y la Covid-19 lleva muy poco tiempo entre nosotros.

Pero los mutantes extremadamente raros que son al menos un 50% más infectivos que las cepas ancestrales de las que proceden, en solo 3 o 4 meses pueden conseguir hacerse dominantes en la población.

Lo hacen de una forma secuencial. Primero aumentan su número gracias a unas pocas mutaciones favorables. Mientras más virus hay más aumentan sus probabilidades de que aparezcan nuevas mutaciones que les hagan aún más infectivos.

Aquí está la clave. Nunca me va a tocar 5 años seguidos el gordo de navidad si solo juego unos cuantos números. Pero si por suerte me toca el primer año y después gasto todo ese dinero en billetes para el año próximo, aumento mucho la probabilidad de que me toque otra vez. En el límite, si siempre compro todos los números, es seguro que siempre me toca.

Al permitir que haya un número tan elevado de contagiados de Covid-19, le estamos dando al SARS-CoV-2 la oportunidad para que le toque la lotería. Mientras la población de coronavirus sea tan grande aparecerán millones y millones de nuevos virus mutantes. Le estamos dando una oportunidad para que aparezcan mutaciones que los hagan mucho más contagiosos.

No olvidemos que estamos jugando contra el coronavirus en un mundo similar al que describió el matemático Lewis Carroll en 1871 en su libro "A través del espejo y lo que Alicia encontró allí". La Reina Roja le dice a Alicia: "En este país para quedarte donde estás tienes que correr lo más rápido que puedas. Si quieres ir a otro sitio, deberás correr, por lo menos, dos veces más rápido».

Respecto al momento en que se desató la pandemia de Covid-19 nosotros mejoramos mucho en la prevención, usamos mascarilla, mejoramos los tratamientos médicos, etc., pero seguimos empatados porque el coronavirus también mejora haciéndose cada vez más infectivo.

No podemos dejar de mejorar o el virus ganará.

Podemos ganar esta batalla pero...

Siendo pesimistas la aparición de estos nuevos mutantes plantean escenarios desoladores. El SARS-CoV-2 parece hábil para saltar la barrera entre especies. Podrían aparecer mutantes que contagien a otros animales que acaben convertidos en el reservorio de la enfermedad. Incluso es posible, aunque poco probable, que aparezcan nuevas cepas mutantes contra las que la vacuna sea poco eficaz.

Podemos ganar la batalla. Nos falta poco. Tenemos la vacuna. Es ahora cuando debemos esforzarnos más. Intentemos que la tercera ola sea lo más pequeña posible.

Para que se infecte poca gente debemos recordar que hace poco se publicó en Nature (la mejor revista científica del mundo) un excelente trabajo sobre rastreo de contactos para identificar los focos infecciosos que causan los contagios de Covid.

Se trata de un estudio detallado a 98 millones de personas a través de sus teléfonos móviles. Se monitorizaron sus movimientos para ver dónde se contagiaron. Es el trabajo de rastreo más robusto de los realizados hasta la fecha (aunque cuenta con pequeñas limitaciones pues los niños, los reclusos o los más pobres no suelen tener móviles).

Sus conclusiones son muy claras.

? La gran mayoría de la gente se contagió del coronavirus en un bar, una discoteca, en la mesa de un restaurante, o en una fiesta clandestina. Malas noticias para nosotros que somos el país del mundo con más bares y restaurantes por habitante y el que gasta el mayor porcentaje de su sueldo en hostelería.

? A continuación viene un lugar sorprendente: Gimnasios y centros deportivos. Según donde se haga, no siempre hacer ejercicio es sano.

? Por último le siguen los lugares de reunión asociados a la cultura: aulas, cines, teatros, e incluso algunos lugares de culto religioso.

Pensemos que si se infecta mucha gente le daremos al SARS-CoV-2 oportunidades de ganar.