Día Mundial de la tuberculosis: Qué es, cómo prevenir y cómo tratar la infección más común en el mundo

Día Mundial de la tuberculosis: Qué es, cómo prevenir y cómo tratar la infección más común en el mundo

Día Mundial de la tuberculosis: Qué es, cómo prevenir y cómo tratar la infección más común en el mundo

Rebeca Gil

La tuberculosis es la infección más común en el mundo. Cada año afecta a 10 millones de personas y causa 1,5 millones de muertes. De hecho, la tuberculosis es la primera causa de mortalidad por enfermedades infecciosas de todo el planeta, solo superada en el año 2020 por la COVID-19.

Un informe de la OMS de 2020 estima que 1,4 millones de personas murieron por tuberculosis en 2019 y se calcula que, como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, en los próximos cinco años las muertes por las tuberculosis podrían aumentar hasta en un 20%.

Esta enfermedad infecciosa está provocada por la bacteria mycobacterium tuberculosis, que en la gran mayoría de los casos afecta a los pulmones. Se desarrolla lentamente en semanas o meses y, si no se trata, puede provocar la muerte en la mitad de los pacientes que la padecen.

La forma en la que se contagia esta enfermedad es muy similar a la del SARS-CoV-2. Se transmite por vía aérea, a través de las gotitas que el enfermo emite al hablar, al toser o al estornudar. El riesgo de contagio aumenta entre las personas que tienen un contacto estrecho y regular con el paciente infectado por tuberculosis.

Lo curioso de esta enfermedad infecciosa, y que la asemeja a los asintomáticos de la Covid-19, es que la persona infectada no siempre desarrolla la enfermedad.

¿Por qué ocurre esto? Tal y como explican desde la Sociedad Española de Neumología (SEPAR), cuando se produce el contagio, el sistema inmunitario se pone en marcha y se defiende contra la multiplicación de los bacilos.

En la mayoría de las personas, el sistema inmune triunfa y los gérmenes son eliminados o quedan en el organismo, pero controlados. Este último caso es denominado por los especialistas como «infección tuberculosa latente», no enfermos de tuberculosis.

De hecho, en personas en contacto con pacientes con tuberculosis un 50% son infectados-contagiados y un 10% de los infectados pueden desarrollar enfermedad a lo largo de la vida.

Este riesgo es mayor en pacientes que sufren VIH, en contactos íntimos de pacientes con tuberculosis, preferentemente en niños y en personas con el sistema inmunitario alterado.

Síntomas de la tuberculosis

Como en casi todas las patologías, el diagnóstico precoz es esencial para superar la tuberculosis, ya que la única manera de controlar la enfermedad y romperá su transmisión es el inicio del tratamiento.

Por ello, los expertos en neumología explican cuáles son los síntomas que nos deben hacer acudir a consulta. Síntomas, por cierto, muy parecidos también a los del coronavirus.

• Tos y expectoración durante 2-3 semanas.

• Si al toser se expulsa sangre (hemoptisis).

• Dolor torácico.

• Fiebre.

• Sudores nocturnos.

• Pérdida de peso.

¿Cómo se diagnostica?

Como hemos visto no todos los contagiados por la bacteria mycobacterium tuberculosis enferman, así que la forma de diagnosticar será distinta para los que han desarrollado los síntomas y para los que no teniendo síntomas se pueda sospechar que están contagiados.

Diagnóstico de la enfermedad: una vez que acudimos al centro médico con síntomas, los profesionales sanitarios procederán a realizar una valoración clínica, preguntando al paciente sobre posibles contactos con otros pacientes con tuberculosis.

Además, se realizará una radiografía de tórax para comprobar si hay alteraciones o lesiones típicas de la enfermedad. También se analizará el esputo para detectar las bacterias propias de la tuberculosis. Esta prueba permite también obtener información sobre la capacidad contagiosa del paciente.

Diagnóstico de la infección tuberculosa: como debería ocurrir con el coronavirus, las personas que han estado en contacto con un enfermo de tuberculosis tendrán que ser sometidas a unas pruebas para descartar que hayan sido contagiadas.

De esta manera, se puede detener el contagio a más personas.

En estos casos, en los que no se ha desarrollado la enfermedad y, por lo tanto, no hay síntomas, se realiza la prueba de la tuberculina, sencilla e indolora.

También se puede realizar una analítica conocida como prueba de interferón-gamma (IGRA).

La tuberculosis se cura

Afortunadamente, la tuberculosis se puede curar. Según explican desde la SEPAR, el tratamiento con antibióticos es muy eficaz en aquellos pacientes «que tienen una enfermedad causada por bacilos sensibles a todos los fármacos antituberculosos, que son la mayoría en España».

Una vez que se inicia del tratamiento la mejoría es casi inmediata. Pero ¡cuidado! Esta mejoría no debe hacer confiarse al paciente.

Y lo que es peor, se pueden producir resistencias a los fármacos, creando formas de tuberculosis resistentes a los medicamentos más difíciles de curar.

Factores de riesgo y prevención

Los especialistas en neumología insisten en que cualquier persona puede padecer tuberculosis. Cualquiera.

Aunque es cierto que hay grupos de población más sensibles a la hora de desarrollar la enfermedad en caso de contagio. En concreto son los niños, las personas con problemas inmunológicos, los fumadores, los diabéticos o los infectados por VIH.

Para proteger a estos grupos y protegernos todos, las medidas de protección que recomienda la SEPAR son claras y muchas de ellas muy conocidas en tiempos de pandemia:

• Cubrirse la boca para toser y estornudar, a ser posible con un pañuelo de papel, que debemos tirar nada más usarlo.

• Una vez contagiado, los primeros días el paciente no debe compartir habitación con nadie y tendrá que ventilarla a menudo.

Investigación en vacunas

Este año 2021 se cumple un siglo desde que se comenzó a usar en humanos la vacuna BCG contra la tuberculosis. Es la única autorizada contra esta enfermedad y está basada en una forma viva atenuada de Mycobacterium bovis obtenida de las vacas.

Pero las limitaciones de esta vacuna son importantes ya que se considera eficaz contra formas graves de tuberculosis pediátrica, pero no contra las formas respiratorias de la enfermedad en adultos, que son las principales responsables de la transmisión de la enfermedad.

El doctor José María García, experto en tuberculosis de la SEPAR, señala que «el rápido desarrollo de la vacuna para el coronavirus ha sido un ejemplo de que el trabajo de la ciencia se efectúa con el apoyo de una fuerte inversión, que también es necesaria frente a la tuberculosis».

De hecho, en nuestro país se están llevado a cabo dos proyectos de vacunas contra la tuberculosis muy prometedores, una en la Universidad de Zaragoza y otra en Barcelona.