Irse a la cama una hora antes reduce el riesgo de depresión

Irse a la cama una hora antes reduce el riesgo de depresión

Irse a la cama una hora antes reduce el riesgo de depresión

Sergio Nunez

Es uno de los peores momentos del día: escuchar el despertador. Nos saca por completo de ese momento placentero para decirnos que toca activarse, para ponernos en marcha.

No tenemos demasiada opción en lo que se refiere a escoger la hora a la que debemos levantarnos. Ya sea por trabajo, por querer hacer deporte o por tener que dejar en perfecto estado nuestra casa, el despertador casi va por libre.

Te puede interesar: Comer pescado y verdura ayuda a acabar con la depresión

Una circunstancia, la de levantarse, que podría cambiar por completo la forma en que la vemos gracias al estudio realizado por investigadores de la Universidad de Colorado Boulder y el Instituto Broad del MIT y Harvard.

Un estudio que nos habla de lo positivo que es… ¡levantarse aún más temprano!

Una hora antes, concretamente.

Esa es la variación descubierta por la ciencia que según parece reduciría de manera notable el riesgo de cualquier persona a reducir una depresión.

Esa variable decrecería hasta un 23% en caso de empezar el día 60 minutos antes de lo que estamos habituados.

Este estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Colorado Boulder y el Instituto Broad del MIT y Harvard es el más sólido realizado hasta la fecha capaz de analizar cómo el cronotipo, es decir, la propensión que tenemos a dormir en un determinado momento, influye en el riesgo de depresión.

Hasta ahora no se sabía a ciencia cierta si el insomnio producía depresión o era la depresión la que acababa derivando en el insomnio. Ahora, con este estudio, la conclusión está más clara.

La investigación y sus conclusiones han sido publicadas en la revista científica JAMA Psychiatry.

Irse a la cama una hora antes reduce el riesgo de depresión

Irse a la cama una hora antes reduce el riesgo de depresión

La innovación es poder cuantificar el tiempo

Las conclusiones obtenidas por el equipo científico vienen después de haber analizado a más de 840.000 sujetos dentro del ensayo.

Los motivos que han llevado a las universidades de Colorado y Harvard a realizar la investigación no es otra que esa vuelta a la normalidad, o más bien a la rutina pre-pandemia, ahora que cada vez más gente empieza a retornar a sus puestos de trabajo.

Esta situación está obligando a muchos y a muchas trabajadoras a recuperar esos horarios que tenían antes de la llegada de la COVID-19.

Es la importancia de cuantificar exactamente el tiempo que habría de variarse la rutina del sujeto en cuestión lo que da especial valor al estudio.

Con anterioridad no se sabía el momento en que se produce ese cambio.

Existen más de 340 variantes genéticas que influyen en nuestro cronotipo por lo que utilizaron esa información a su favor para determinar la existencia de un 9% de «alondras«, personas propensas a madrugar, entre el total de la muestra.

Compararon ese dato con las encuestas y los registros médicos de diagnósticos de depresión.

Gracias a técnicas estadísticas de gran valor, comparando ambas variables, se pudo dar respuesta, con un rotundo sí, a la pregunta de si quienes tendían a madrugar más también son menos propensos a tener depresión.

Los datos indican que, para aquellos que no tienen tendencia a madrugar, cada hora que antes se acuesten, aunque duerma el mismo tiempo que antes, reducirán en un 23% el riesgo de caer en depresión.

Tanto es así que, si lograran duplicar su objetivo, es decir, acostarse dos horas antes de lo normal, el dato de posibilidades de sufrir depresión caería en un 40%.

Convertirse en alondras

Existen diferentes nombres para los diferentes cronotipos. A quienes más madrugan, se les denomina alondras, mientras que a quienes se acuestan más tarde se les viene a llamar búhos.

Es en esta diferenciación donde se explica la reducción del riesgo de depresión.

Está demostrado que una mayor exposición a la luz del día, como consecuencia de levantarse más temprano, tiene como consecuencia una cascada de impactos hormonales capaces de influir en nuestro estado de ánimo.

Te puede interesar: Ansiedad, estrés y depresión: así es la otra pandemia que afecta a los sanitarios

No todos estamos programados de la misma manera, pero mientras la sociedad sí esté programada del mismo modo, madrugar para trabajar y pasar la tarde y la noche descansando, los búhos tienen que hacer un esfuerzo ingente para no caer en problemas de salud y de baja productividad.

Una manera de darle vuelta a la situación es coger el toro por los cuernos y lanzarse a cambiar su cronotipo para como indica el estudio de las universidades de Colorado y Harvard, convertirse en alondra para tener una salud mental más sana.