La insulina cumple 100 años

La insulina cumple 100 años

La insulina cumple 100 años

Rebeca Gil

Este año se conmemora el primer centenario del descubrimiento de la insulina, cuando Frederick Banting y Charles Best consiguieron aislar insulina de páncreas de animales para tratar a un perro con diabetes, reduciendo en dos horas sus niveles de azúcar en sangre.

Era el principio de una nueva era en el manejo de la diabetes, una enfermedad conocida desde hace siglos y que hasta ese momento no había encontrado un tratamiento realmente eficaz.

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La insulina es una hormona que se produce en el páncreas y que se encarga de que la glucosa, que entra en nuestra sangre a través de lo que comemos, se transporte a las células para producir energía.

Cuando el organismo no es capaz de generar esta hormona, o lo hace de forma insuficiente, aparece la diabetes tipo 1 o la diabetes tipo 2 que en España afecta a más de 5,3 millones de personas.

Un antes y un después

El descubrimiento de la insulina supuso un antes y un después en las personas con diabetes de todo el mundo, y sin este avance el día a día actual de estas personas sería muy distinto.

Para esta experta no cabe duda de que «el desarrollo posterior de insulinas, cada vez mejores, está permitiendo adecuar y optimizar el tratamiento, así como ayudar a mejorar el control metabólico de las personas con diabetes».

Pero el descubrimiento de la insulina y los posteriores avances en este ámbito también han supuesto una revolución para los clínicos y para los investigadores.

Además, reconoce que, por su parte, «para los clínicos supone una oportunidad de optimizar el tratamiento, eligiendo entre las diferentes opciones e individualizando en cada caso».

La insulina cumple 100 años

La insulina cumple 100 años

En la vanguardia

Y es que, en su larga trayectoria histórica, el progreso en el campo de las insulinas ha sido imparable, con el paso de insulinas porcinas a humanas, la aparición de análogos de insulina, tanto insulinas basales de primera y segunda generación (con menor riesgo de hipoglucemias) como de acción rápida (con mejor perfil farmacocinético y más fisiológicas).

Al hallazgo de la insulina le siguieron inmediatamente importantes avances en la mejora de este tratamiento.

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En 1936, en Dinamarca, Hagedorn, Jensen y Kraup lograron que su acción fuera más prolongada y, en 1965, Zahn y Meienhofer sintetizaron por primera vez insulina de origen humano.

Un año después, en 1966, se efectuó el primer trasplante simultaneo de páncreas y riñón, gracias al trabajo de Kelly y Lillehei, y en 1970 se empleó por primera vez la infusión continua subcutáneo, por John Pickup en Londres.

Las tiras reactivas para medir la glucosa en sangre aparecieron en 1976, y el primer dispositivo para observar los resultados y monitorizarlos en 1978.

De los años 80 en adelante, las investigaciones no se han detenido y se han logrado grandes innovaciones, tanto en el campo farmacológico como en el de las tecnologías sanitarias.

El presente, según la doctora Noemí González, «viene marcado por insulinas más duraderas y, por lo tanto, que requieren menos pinchazos (en el caso de las basales) y por insulinas más rápidas y más fisiológicas (en el caso de las insulinas prandiales), así como por la aplicación de tecnología innovadora para facilitar su administración (bombas de insulina, sistemas híbridos)».

¿Y cuál es el futuro de la insulina? Pues según los expertos las tendencias apuntan hacia la creciente utilización de la tecnología para una mejor administración de la insulina: sistemas cerrados avanzados, páncreas artificial uni/bihormonal, plumas inteligentes

Se apuesta también por las denominadas insulinas inteligentes, con una acción dependiente de los niveles de glucosa y minimizando el riesgo de hipoglucemias.

Y también se han puesto grandes esperanzas en el desarrollo de otras formulaciones de insulina, como la insulina oral o los parches de insulina.