"No hay que esperar a que haya un millón de muertos en la India o en Nueva York para actuar contra el cambio climático, pues el nivel del mar no va a subir de la noche a la mañana por el calentamiento global, pero en cualquier momento deberemos de dejar de hacer las cosas como siempre". La reflexión cobra valor si quien la hace es todo un Nobel de Química. Con esta advertencia se estrenó este lunes como jurado de los Premios Rei Jaume I el sudafricano Michael Levitt, el padre de la biología computacional galardonado por la academia sueca en 2013.

Levitt es uno de los 19 nobeles que reúne el jurado de los Jaume I que este martes elegirá los seis galardonados de este año en Investigación Básica, Medicina, Economía, Protección del Medio Ambiente, Nuevas Tecnologías y Emprendimiento. Esta constelación Nobel única en Europa forma parte de las y los 76 representantes científicos, institucionales y empresariales de toda España que integran el jurado de este año y en el casi un tercio (el 31%) son mujeres. A estos seis premios, que con 100.000 euros son los mejor dotados en España, optan 218 candidaturas, entre las que hay 44 mujeres (el 20%).

Levitt compareció este lunes en rueda de prensa junto al otro Nobel que debuta como jurado de los Jaume I, el estadounidense Barry Barish, quien en 2017 ganó el premio de Física junto a los otros dos líderes del descubrimiento del siglo: la constatación en febrero de 2016 de la existencia de las ondas gravitacionales, la primera prueba de la hipótesis que lanzó Einstein hace un siglo en el marco de su Teoría General de la Relatividad.

En esta 31ª edición de los Jaume I, la declaración de los Nobel que se hará pública este martes versará sobre la necesidad de disminuir las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2) y otros gases contaminantes que están disparando el calentamiento global del planeta.

El Nobel de Química de 2013 está convencido de que en la lucha contra el cambio climático "los avances no van a venir de personas mayores con un Nobel, sino por parte los jóvenes". "El mundo no está acabado -subraya-, pero el futuro es incierto pues está claro que hay un calentamiento global y, por tanto, tenemos que hacer algo ya".

Barish, por su parte, aunque aboga por reducir de plano las emisiones de CO2, no es optimista respecto a la viabilidad de disminuir los gases contaminantes que se acumulan en la atmósfera tras más de siglo y medio de la invención del motor de combustión interna. "Técnicamente y científicamente es difícil reducir la cantidad de dióxido de carbono en el aire", dice.

En la rueda de prensa compareció también el Nobel de Economía de 2006, el estadounidense Edmund Phelps, quien lamenta la "lentitud" en la reducción de las emisiones de gases contaminantes, "a pesar de que es económicamente viable".

Punto de no retorno

Barish, en la misma línea, insiste en que "no hay que esperar a que haya un punto de no retorno en la lucha contra el cambio climático, las empresas automovilísticas, como la General Motors, deben hacer ya todo lo posible para cambiar a coches eléctricos, pues eso hoy en día no es un problema tecnológico sino económico".

Levitt añadió que con el avance de la Inteligencia Artificial, "debería haber una ley que obligara a todos los presidentes del mundo a consultar un ordenador antes de tomar cualquier decisión pues la tecnología actual permite hacer buenos modelos económicos y sociales sobre los escenarios del futuro". Luego, matiza, que el mandatario "haga lo que crea oportuno, pero a lo mejor sería una buena forma de paliar la ignorancia de la mayoría de políticos, pues algunos toman decisiones que dan miedo".

Preguntado por la inminencia de una nueva recesión económica, Phelps considera que "la mayor preocupación no es ya si va a haber un retroceso económico, sino qué podemos hacer para sacar del estancamiento a las principales economías de Europa como Alemania, Reino Unido o Francia, pues necesitamos que estos motores económicos vuelvan a funcionar".