En su afán por conservar el medioambiente, una empresa del sureño estado de Oaxaca fabrica pajitas con materiales naturales, en consonancia con varias regiones de México que impulsan leyes para reducir el uso de plástico.

En Santa Cruz Papalutla, municipio ubicado a 35 kilómetros de la capital oaxaqueña, se instaló un pequeño taller que emplea a ocho artesanos, que tradicionalmente se dedicaban a elaborar piezas hechas a base de carrizo -una planta gramínea de tallo largo- como canastas, flautas, marcos o jaulas.

Ahora, sin abandonar sus trabajos habituales se dedican también a cortar, limpiar y pulir el tubo natural con que esta planta se abastece de agua en la tierra, para que, en forma de pajita.

El proyecto se llama Chika Tiki, y en los últimos meses ha vivido una gran expansión.

"Se han vendido en Mérida (Yucatán), en México DF, y en otros Estados y en donde los he mandado últimamente. Lo han pedido por todo México, me han hecho pedidos y gente ha llamado para preguntar cómo se hacen para fabricarlos igual ellos mismos en otros lugares", dijo a Efe la fundadora de la empresa y artista plástica Aline Hunzinker.

Apegados a la idea de no dañar el planeta, la microempresa, en crecimiento, tiene cuidado de cortar gradualmente los carrizales y dejarlos retoñar para no arrasar con la vegetación.

La materia prima abunda en los valles centrales de Oaxaca, y es una planta que se regenera rápidamente en temporada de lluvias.

"Mire este, los carrizos estos, al momento de cortarlos, vuelven a nacer otra vez. Para que no por cortarlos estemos dañando al planeta. (...) Y en cambio los popotes (pajitas) de plástico pues eso sí tardan más en deshacerse no, y esto no, pues porque ya es como leña, se deshace rápido pues", dijo a Efe Donaciano Sánchez López, un artesano de Santa Cruz Papalutla, mientras recoge la planta.

El pequeño grupo de artesanos de Chika Tiki emplea directamente a dos familias de Papalutla, que se han beneficiado de la idea de crear pajitas ecológicas de carrizo en Oaxaca, donde la tradicional venta de artesanías hechas con esta planta no está bien remunerada.

"Está bien pagado, está muy bien pagado, no tengo que salir fuera de casa para poder sacar un ingreso más para mi familia", explicó Asunción Martínez Cruz un artesana que elabora las pajitas desde casa.

Entre todos pueden elaborar al día 500 pajitas y su costo unitario es de cinco pesos (0,22 euros), que varía cuando los pedidos superan las mil pajitas, como es el caso del nuevo pedido que se va a Mérida, Yucatán.

En su uso, las pajitas de carrizo son personales e intransferibles como cualquier objeto de valor e identidad, son lavables y pueden tener una vida útil de hasta tres meses, en contraste con los elaborados con material plástico, que sólo son útiles por 20 minutos o menos.

El uso en establecimientos

En "La Selva", un bar de la ciudad de Oaxaca, se ha sustituido completamente el uso de la pajita de plástico por otra de carrizo que se elabora en la comunidad zapoteca.

"La gente reacciona muy bien. De hecho, creo que ha habido mucha conciencia por parte de todo el público acerca de la ecología y de los popotes. Y los han aceptado bastante bien. Es una opción biodegradable, que no contamina y se ven muy bien en coctelería", dijo a Efe Gerardo Vargas Santiago, uno de los camareros del lugar.

México ha emprendido una cruzada contra los plásticos de un solo uso con la capital del país como punta de lanza y con más de una decena de Estados que le siguen en busca de alternativas.

De enero de 2018 a mayo de 2019, los estados de Baja California, Chihuahua, Sonora, Durango, Tamaulipas, Veracruz, San Luis Potosí, Jalisco, Nuevo León y la Ciudad de México han modificado sus legislaciones para prohibir o regular el uso de bolsas de plástico, pajitas o artículos de espuma de poliestireno.