Una vez que el jurado da su fallo -me encanta lo que esconde ese término- para dar el pase a semifinales o final, esta crónica tiene menos valor que la peseta, pero sería poco profesional no terminar lo que se empieza, así que, con vosotros, la última crónica de la sesión que más me gusta, las preliminares.

Desde Cádiz nos venía el coro de Valdés, Los que se Mueren por Salir con el Gordo. Unos simpáticos niños de San Ildefonso que deleitaron al respetable. Este cronista no tiene inculcada la pasión por los coros, entre otras cosas porque no recuerda haber visto ninguno en directo. Desde que salió uno en Málaga hasta la llegada de estos señores ha llovido mucho. Así que llamé a mi compañero de Cádiz, Diego Marchan, para que me orientara y quedar como si hubiese sido biznieto del tío de la Tiza. Presentación muy graciosa. Tangos clásicos con toque añejo en la falseta. Un segundo cuplé genial y un popurrí achirigotado que cuajó. Los volveremos a ver en semifinales. No se lo pierdan.

De Los Barrios, nos vino De Fiesta en Fiesta, una murga de barrenderos que aunque no destacaban en voces sí lo hacían en música y compás. Agradaron con guiños a Málaga. Se agradece su intención de venir a concursar. Destacó una divertidísima cuarteta en el popurrí sobre lo que encontraban en un cubo de basura. Actuación agradable y muy aplaudida.

La comparsa de Málaga La Bella Durmiente, puede ser una de las agrupaciones que más ha mejorado en el concurso y con más proyección de futuro. Con música de la afamada serie de la HBO Juego de Tronos, se presentaban estos caballeros del reino de Málaga dentro de esa tierra de Poniente. Estamos acostumbrados a las músicas originales y chocó escuchar esa melodía. Otro de los seguimientos de este año era la irrupción de Malo Pérez como autor en el mundo de la comparsa. En su haber, su compromiso con Málaga. La comparsa está cantada a Málaga. No quiero ser talibán y menos coartar un ápice de la libertad de la fiesta. Cada uno puede escribir a lo que le dé la gana. Pero lo que va cantado a Málaga tiene que valer más. Malo tiene su sello y eso es genial. A veces alta literatura se mezclaba con cosas más banales obteniendo un resultado irregular. Esto es cosa de solo atinar. Y estoy convencido de que atinará. El veneno ya lo tiene, el bueno. No el veneno malo ese que he vuelto a ver por el teatro este año.

El cuarteto Tres Curros y ¼ interpretó una actuación de menos a más ante un público frío. Desgraciadamente el jurado no vio oportuno su pase a semifinales. De poco sirve comentar la actuación. A través del twitter oficial del grupo comunicaban su disolución tras este carnaval como agrupación. Qué difícil son los cuartetos y cuánto hay que mimarlos. Una pena. Cabeza alta. Vosotros retomasteis los cuartetos en Málaga y su concurso. Suerte en los propósitos que os planteéis.

Los Chivatos de Algeciras es la comparsa trabajada que agrada en los concursos. Esta metáfora de los periódicos causó buena sensación con un grupo de buenas voces y potencia. Los veremos en el Cervantes. La Cala, con la murga Seluís el Veleta, obtuvo el premio del pase a semifinales. Un desternillante tipo de unos señores influenciables por Manué, un auténtico macho alfa de la manada. Muy muy metidos en el tipo con buenas letras aunque a veces la interpretación fallaba. Con un buen popurrí, pieza clave de la murga que tanto gusta en esta ciudad, hicieron una notable actuación. Muy divertida. Por cierto, atentos al final del popurrí con un giro inesperado de los acontecimientos que demostró inteligencia en la escritura.

Cerraba la murga de Montilla Tu Mujer se Vuelve Loca con lo que Enseña esta Chirigota, dónde destacó una percusión que despertó a todos los vecinos del Soho. Qué duro se hace el último grupo antes del veredicto sea quien sea. El peor puesto en un sorteo.

Tras más de una hora y media esperando se dio el fallo del jurado. Poco que analizar. Nunca me sobra nadie, pero sí me faltan. En este caso El Batallón de los Valientes en comparsas y, en murgas, Los Doblaos, Los Estrellaos, Rute y Qué me Gusta una Medallita que perfectamente podían pisar el Cervantes. Otro año será. Aunque es difícil el consuelo, la calle lo cura todo.

Coda. Ayer tuve la suerte de saludar a David Delfín y hablar con él. Un maestro de este mundo. Por un momento me imaginé a los dos con setenta años sentados en una peña recordando el tipo tan malagueño de Las Traigo Fritas o tocando con los nudillos los pasodobles de los planetas de Benamejí. Cervantes allá vamos.