Seguramente por un mal terral y por la pujanza revolucionaria republicana, en julio de 1873 Málaga se constituyó en cantón dentro del federalismo que recorrió España, durante dos meses fuimos país. Durante dos meses dimos explicaciones a nosotros mismos y fuimos libres de la corrupción que ya asolaba el reino camino de la perdida de las colonias y de la decadencia más definitiva. Dos meses aguantamos en la utopía, siendo el segundo más largo tras Cartagena. Una época que poco lugareños conocen.

Imagino la redacción de la Constitución de la Málaga cantonal, donde los hombres y mujeres serían iguales y libres ante el mismo sol y la misma luz de enero que inunda blanquecina cada rincón de la tierra nuestra, entrando desde el mar hasta las faldas de Gibralfaro. Imagino que cada cual sea garante de la educación de sus hijos en el amor infinito a la tierra, a la madre primera en la escuela pública de las barquillas de El Palo. Imagino el derecho a la vivienda a precio justo en corralones donde el olor a puchero sea santo y seña y la convivencia obligue a visitar a los abuelos solos y merendar café y magdalena migá con ellos. Imagino un escudo que solo posea el lema de la primera en peligro de la libertad para que cada malagueño sin condición de raza, credo o sexo se sienta seguro en la tierra que no admiten el qué dirán.

Imagino una industria basada en la luz, que exportaremos a todos los rincones oscuros que necesitan del bien protector. Imagino una sanidad basada en las caricias y besos de las abuelas a las heridas de los niños churretosos que caigan por la chorraera. La moneda será la alegría que a sones de fandangos verdialeros se ganarán con el sudor del copo y el hierro, con la vid y el sarmiento. La justicia será impuesta por el más sabio y el crimen mayor con pena de destierro al que desagravie a la ciudad. Cada niño, mujer y hombre solo tiene la obligación de la defensa a ultranza del patrimonio como ley inmaterial de la riqueza heredada. Donde nunca habrá derribos sino restitución.

Dos meses duró el Cantón. Dos meses de quimera. Dos meses de utopía. Pero la obra de Don Jesús Gutiérrez será eterna recordándonos a todos que pudimos y debemos ser libres y esa libertad la da la defensa abnegada a la ciudad. A la raíz, donde se hunden los pies y germinan las ramas de los hijos amados que merecen tener como herencia la luz a la que Aleixandre cantó y que por más que se quiera nunca se extinguirá. Gloria eterna a los poetas de Málaga que todavía son capaces de insuflar las ganas de revolución al pueblo dormido. Qué vuelva el Cantón. Que vuelva el pueblo valiente y libre. Antes muertos que consentir tiranos.