A mí no me caía Manolo Santander bien como chirigotero, como persona lógicamente no lo conocía. Era un redomado chouvinista con su carnaval llegando a insinuar tácitamente en entrevistas que desde las Puertas de Tierra hacia fuera el carnaval era una porquería. Cosa que no le quita la razón aunque nos duela en el orgullo. La medianía de edad me ha sentando regular. No hago últimamente más que pensar en esa actitud orgullosa y altiva que es la que me gustaría tener para el concurso de mi ciudad de Málaga. Será que he tenido hijas, he plantado un árbol y lentejas en yogures vacíos y aunque el libro ya está en camino, di un pregón, ya me veo con la vida vencida con más botella vacía que llena y me da igual que venga alguien a partirme la cara en la puerta del teatro, cosa que por cierto se está perdiendo, veo más despejado el horizonte y sin murallas en la lengua cada vez digo más lo que pienso.

Es por ello que cuando veo al público desgañitarse con mediocridades de fuera por el mero hecho de ser de fuera, vaya que venga el Rey de España a quitarnos el título de hospitalaria, me entra levante que cambia a terral a las 2 de la mañana sabiendo que no vas a poder dormir. Málaga es la tonta. La que no se da cuenta del esfuerzo de los suyos. La ciudad de los servicios que cree que es servidumbre con el foráneo porque de eso comemos. Con el orgullo levantado por una piqueta eterna y malviviendo entre qu bien se vive aquí porque el café es barato.

Ayer Félix Godoy firmó un repertorio de nombrarle pregonero de la Feria de Málaga y puede serlo porque tiene grupo musical y la productora de los pregones podría otorgárselo. El pasodoble a las Kellys es el porqué existe el carnaval de concurso tal y como lo conocemos y hasta que no salieron las señoras con la pancarta la gente estaba contando alúas que salen tras las cuatro gotas de junio. Ayer, los Leones le cantaron a la caja y el bombo para aprendérselo y disfrutar con una sonrisa, y se aplaudió con fuerza para olvidarse porque no hay un chiclanero con mil televisiones cantándole al pito de caña. Ayer, Los Malagüitas se consagraron en la verdad absoluta de cantar a Málaga y los jarabes buscaron la honradez de la verdad de donde sé que puedo llegar. En cambio, el teatro se volcó ante el peor pasodoble escrito del concurso sobre una adopción sin especificar edad de una niña. Málaga, la primera en peligro del postureo.

Lo voy a ser de aquí a que me lleve el 23 a Parcemasa. Me paso al lado talibán. Abrazo a mi vecino Coco. Prefiero algo malo mío que algo malo de fuera, por lo menos los puedo coger por la calle y decírselo. Un poquito de orgullo, no solo cuando huele a azahar y el mazacote de plata no cabe por una esquina. Que nuestro carnaval sepa a Málaga, no a un refrito de cosas que se fríen adobadas. Y si os molesta, poned en el Youtube a Rute, que son de los nuestros, y aprendéis. Menos mal que hoy veo a Antonio Carlos y se me quita este cabreo, Antonio Carlos y media docena de Conchas finas que también ayuda. Viva Málaga señores.