Momo, otro carnaval. Yo que se cuántos van ya. Taitantos para que, al menos, sepamos un poco de qué va la cosa. Digo yo.

Dicen que el carnaval es la fiesta del pueblo. La ocasión perfecta para que el ciudadano de a pie le cante las cuarenta a todo el que haga falta: alcalde, rey, terroristas, etc. Al que sea. Y resulta que llega la fiesta y, con excepciones, nos detenemos en glorificar aniversarios, cristos o equipos de fútbol.

Todo enmarcado en un concurso de música y letra. Eso, música: afinación, interpretación, musicalidad y orquestación. Letra: rima, mensaje, métrica y remate. Si esto no prima en un concurso como este, es muy difícil que la calidad vaya en aumento cada año. Comparsas que aspiran a primer premio que se permiten el lujo de que todos sus contraltos desafinen. Comparsas que se dan el placer de no engarzar, con un mínimo de calidad, las cuartetas de su popurrí. Comparsas que, cayendo la que está cayendo, deciden gastar la bala de un pasodoble en un cristo. Murgas que deciden que el humor de esta fiesta es que un hombre disfrazado de mujer le enseñe el culo al Cervantes. Murgas que cantan cuplés que fueron de chirigotas de primer premio en Cádiz hace años, o chistes manidos y más que recontados. De verdad, que la calidad es difícil de conseguirla, pero un mínimo a la hora de tomar estos caminos.

Pero bueno, podemos hacer perfectamente de tripas corazón, sacando pecho de un nivel tremendo en comparsas, con un elenco de al menos tres que cualquiera puede ser primer premio. Aunque todo, absolutamente todo, está vendido a lo que pase en la final. En murgas muchísima diferencia de nivel. Pariente a poco que haga imagino que se lo llevará. Esto no quita la tremenda alegría de ver a los Leones y los Malaguitas en la final. Un jurado valiente y honesto que ha sabido dejar fuera a nombres de peso de la fiesta para apostar por la calidad que han traído estos jóvenes este año y que llevan ya varios dando el toque de atención. Sois presente y futuro. Por cierto. Chino. Ay, Chino... Te echaré de menos el viernes.

He intentado hacer un brevísimo resumen de cómo veo el concurso y la fiesta. Con calidad por arriba en comparsa, con falta de variedad en murga, con falta de crítica en ciertas ocasiones, con recursos de bajo nivel que, a día de hoy, propician pases de final y sin cantera. Sin concurso para la cantera y, me repito, sin cantera. Y no es cuestión de concurso juvenil, porque ese escalón en Málaga a día de hoy no existe, a excepción de la comparsa de Javi. Me refiero a un concurso infantil, donde empezar ya de una vez por todas a darle valor y realismo a lo que hacen nuestros grupos infantiles en las tablas del Cervantes. Luego ya llegarán los juveniles, seguro.

Pero bueno, la opinión de este aficionado caerá en sacos rotos, a nadie le interesa. Pero no pasa nada, lo único que tengo claro de todo esto es mi conciencia, que está tranquila. Y no seáis más hipócritas cantando a lo bonito que está nuestro carnaval en su 40 aniversario. Que es mentira. Que nos morimos.

Con Momo.

[Julián González fue cronista del COAC del Carnaval de Málaga para La Opinión los años 2018 y 2019]