Me quemo antes que el boquerón porque ya la calle ha ganado. La final da igual. Y me voy con la sonrisa de que algo de mi plan maléfico anual se ha cumplido. Anoche un inmenso nudo en la garganta me impidió terminar de comentar en condiciones al Cantón de Málaga. El sueño se cumplió tras años de focalizar un carnaval verde y morado. Con el último aliento de la metáfora hecha cuarteta donde todo los años de prensa escrita, radio y televisión dando la matraca sobre que el carnaval estaba ante vuestros ojos y no era otra cosa que la ciudad de las ciudades decadentes, descanse en paz. El paraíso terrenal donde te expulsan queriendo. La ciudad de los adoquines sin playa del 68. La pendenciera de vino y taberna. Estaba delante y no lo veíamos. Y sé que a partir de ahora nuestros letristas pasearán por mercados y calles con la libreta del cuplé. Los poetas bajarán a los infiernos sociales de la Málaga callada para darle garganta. Sé que esto va a continuar, porque ha llegado el momento. Nuestro carnaval es nuestro y de nadie más. Nuestro carnaval se debe al primer aliento en el Materno. Nuestro carnaval es de Málaga, por y para los malagueños. A tatuarse eso de aquí en adelante.

Y me voy esperanzado con la decisión de un jurado. Siempre va a haber babuchazos y cabreaos. Siempre, es ley de concurso, pero ayer nos aseguramos años buenos de murga no cansando porque estábamos en un camino que acababa en un precipicio y todo desde la ley del por derecho. Ya sinceramente me da igual el resultado. La final de mañana va a ser muy bonita, no recuerdo tener tanta ilusión por verla y disfrutar de los héroes que mañana defiendan la verdad. Y si no has pasado y te planteas cosas, sólo decirte que esto es un concurso muy parecido a la vida. Recapacitar y ver errores. Y seguir y seguir siempre hacia delante.

Por último, la cofradización de mi carnaval a nivel institución me preocupa. Acuño ese termino de cofradización para hablar de caras largas por los pasillos, corrillos conspiranoicos, indirectas y puñaladas en redes sociales sin destinatario y a la vista de todo el mundo. Todo lo peor de ese mundo tan contrario al nuestro está envenenando los cimientos de la casa de la libertad. El carnaval es del pueblo. El carnaval debe volver al pueblo. Abrid las puertas de par en par y que se vaya ese incienso. Y que el pueblo en obligación del antifaz y la mascarada tome responsabilidades y no se pliegue en la barricada de la casa. A trabajar. Aquí estoy yo y así llevo años ofreciéndome.

Gracias como siempre a La Opinión de Málaga por dar espacio a mis pensamientos en el ejercicio de la libertad de prensa. El periódico del Carnaval de Málaga sigue siendo el referente por algo tan sencillo que hacer carnaval permitiendo a tantos que ejerzan la libertad desde la tribuna de la prensa libre.

Tomen las calles, sean libres. Rían y lloren. Disfrácense y déjense llevar por la guasa. Viva el Carnaval de Málaga. Vivan sus copleros. Vivan sus carnavaleras. Viva Málaga. Queden con Momo.