Eugenio Chicano pintó los carteles de las tres grandes fiestas de nuestra ciudad, Carnaval, Semana Santa y Feria, en algunos casos varias veces. Siempre pintaba la Málaga que él quería para el futuro. Una Málaga hecha «toda una señora». Ayer su nombre sonaba en el Cervantes que tantas alegrías flamencas y operísticas le dio. Hoy he amanecido con su voz en la almohada y su cara en la portada de este diario.

Siempre denodado en la defensa ciudadana, siempre puerto hospitalario y benéfico con los suyos y el primero en la asignatura pendiente de una Andalucía mejor que traspasara las fronteras de aquellas maletitas donde los pintores románticos quisieron meter a nuestra tierra. Siempre en esa dicotomía personal del puño en alto por sus inamovibles ideales y el corazón de su fe asentada en la duda. Ayer su nombre sonó con voz de carnaval como uno mas de los avales históricos de nuestra tierra.

Pocos recordarán que Eugenio hizo el cartel de carnaval de Cádiz del año 1986 y trabó amistad con Mario Moreno Cantinflas, su pregonero, y fue testigo del cajonazo de los inolvidables Cubatas. Eugenio, al que el propio Picasso llamaba banderillero y al que pedía que le cantara letrillas de carnaval republicano que calmaban las nostalgias del genio. «¿Qué es un pintor, maestro?», le preguntó Chicano en una de sus charlas telefónicas. Respondió: «Un pintor es una persona que pasa tres cuartas partes de su vida embalando y desembalando cuadros».

La pregunta es: «¿Qué es un carnavalero/a en Málaga?». Depende, todo depende. Si lo hablamos con un cuartelero, el carnaval sería un terreno incómodo donde sentirse marginado porque el jurado no entiende el humor desbordante que desarrollan unas personas sin mas apoyo que el de su propio carisma. «Es mu difícil, es mu difícil y no nos comprenden pero el público nos espera cada año, o no».

El murguista aúna el carisma humorístico con el sarcasmo crítico. Un payaso de movimientos sincopados que debe perder sus fronteras con tal de que su risa sea su única y auténtica bandera. El Joker en su locura jamás utilizaría un chiste callejero entre cuñaos para hacer un cuplé, jamás descubriría su alma de comparsista para cantarle a su madre. Si estas en una murga debes ser una de las cartas más temidas del tarot, la del loco, que cuando tiene un corazón en su mano hunde el cuchillo hasta lo mas hondo y se lo come. Después suelta una sangrienta carcajada. Al caricato sumiso se le tiene cariño al demente miedo.

El comparsista es el elegante cirujano que disecciona su realidad con mimo y te mata lentamente como un dulce veneno. Espectador privilegiado del ahora, tiene el peligro de ser una mente fría y calculadora que no deja nada al azar. Sólo siente su furia cuando tiene que defender lo suyo y, en su interior, convive con un Joker que afila su feroz dentadura. Cuando escribe un verdadero autor de comparsa el aire huele a tsunami, al humo del incendio, a caos y justicia.

Llega la final del concurso y toda la reivindicación que no hagamos en ella se perderá, un año más, como lágrimas en la lluvia...