COAC 2023

Simplemente Álvaro

Baila, canta, toca todo tipo de instrumentos y, además, tiene un desparpajo y un arte que te vuelven loca: Álvaro Díaz tiene 8 años y un futuro deslumbrante

El gran Álvaro Plaza.

El gran Álvaro Plaza. / Mauri Conde

Pepa López

El Concurso de Agrupaciones de Canto del Carnaval de Málaga es una oportunidad única en nuestra ciudad para descubrir el talento emergente de artistas de cualquier índole; no sólo malagueños sino de cualquier rincón de Andalucía, porque a nuestro concurso acuden participantes de toda la comunidad. A veces tengo la sensación de que la gente ajena al Carnaval no es consciente del ingenio y la agudeza que esconden las agrupaciones de canto. No sólo son las voces, son los creadores de músicas, son poetas que enlazan versos en un repertorio que dice muchas cosas, son artesanos que hacen maravillas de disfraces y decorados dignos de cualquier obra de teatro o musical. Y luego están ellos, los cuarteteros, actores que bordan unos guiones creados por ellos mismos con un ángel de ése que sólo se tiene en Andalucía. 

Los romanceros son esos grandes desconocidos en el Carnaval de Málaga. Se han dado en algunas ocasiones, pero es raro encontrárnoslos en el Coac. Los romanceros, que en Cádiz son callejeros, son una modalidad en la que una o dos personas cuentan una historia rimada ayudándose de un tablón donde se muestran dibujos relacionados con dicho relato, con el propósito de hacer reír al público, siguiendo la métrica del romance, típico de la literatura española. La noche del lunes, las tablas de la ESAD volvieron acoger un hecho histórico para la fiesta: un niño de ocho años interpretó un romancero de una manera única e inigualable. El gran Álvaro Díaz dio vida al nieto de Momo bajo el guión y la dirección de Paqui Prieto y la música de Nene y Curro. Ahí es poco. 

Todavía tengo el corazón a mil por hora, lo de Álvaro es increíble. Baila, canta, toca todo tipo de instrumentos y, además, tiene un desparpajo y un arte que te vuelven loca. Álvaro sonríe y se ilumina el escenario. Tiene una guasa y un garbo en el escenario que parece que ha nacido para estar en las tablas de un teatro. Álvaro tiene ocho años, y si no vieron su romancero les invito a que lo busquen en YouTube. Se lo advierto, se van a enamorar de él. Lleva la música en las venas. Es un prodigio de niño que, estoy segura, va a dar muchas alegrías al Carnaval de Málaga. Y en un futuro, no muy lejano, su nombre va a sonar fuerte. Ojalá no se aburra, ojalá continúe por esa estela, porque Álvaro es un regalo para todos los carnavaleros malagueños. De verdad que no exagero, es que lo de ese niño no es normal. Gracias, pequeño artista, por el momento tan bonito que vivimos en esa cuarta noche de Preliminares. 

La juventud tiene que abrirse paso en la fiesta, necesitamos muchos Álvaros y muchas Paulas y muchas Isabelitas. Para que la fiesta nunca muera, para que el talento malagueño sobrepase fronteras, para que el mundo entero se entere del potencial tan grande que tiene Málaga en el mundo de la cultura. Ellos son la esperanza, el relevo generacional, ellos tienen que ser los próximos candidatos para levantar el tótem dorado una noche de febrero en el Teatro Cervantes.