Con ese término, la comunidad científica se refiere a un grupo de patologías catalogadas entre las enfermedades raras, y con cerca de 11.000 afectados en España, que provocan la paulatina pérdida de visión de los enfermos hasta llegar a la ceguera, en la mayoría de los casos.

El hallazgo, fruto del trabajo que inició en 1992 el equipo que dirigen Enrique J. de la Rosa y Flora de Pablo en el Centro de Investigaciones Biológicas (CSIC), en Madrid, sienta las bases para el uso de proinsulina en tratamientos contra la enfermedad y proporciona una nueva herramienta para esclarecer los mecanismos que la originan.

En el trabajo colaboraron los grupos de Pedro de la Villa (Universidad de Alcalá de Henarés, Madrid) y Fátima Bosch (Universidad Autónoma de Barcelona), y para el desarrollo del mismo, publicado en la revista Investigative Ophtalmology & Visual Science, los autores partieron de sus trabajos previos, que demostraban el efecto protector que ejercía la proinsulina sobre las neuronas durante el desarrollo de la retina.

"Nuestros estudios revelaban que la proinsulina reduce la apoptosis, la muerte programada de las células, hasta niveles que permiten el correcto desarrollo de las neuronas. Si su señalización aumenta o se reduce, se producen malformaciones", explica de la Rosa.

Tras este descubrimiento, el equipo decidió estudiar si el efecto neuroprotector de la proinsulina serviría para tratar las degeneraciones de la retina, ya que son dolencias en las que se producen procesos de muerte celular por apoptosis.

En el caso de la retinosis pigmentaria, la muerte de los fotorreceptores (las células que captan la luz en la retina) acelera el avance de la enfermedad.

"Nuestras investigaciones, realizadas en modelos animales, demuestran que la producción de proinsulina por el organismo retarda la perdida de visión. Este factor de preservación de los parámetros visuales, que llega hasta el 60 por ciento para la visión diurna, es mayor cuanto mayor es la cantidad de prohormona que se produce".

Los resultados de éste y anteriores trabajos han propiciado la solicitud de una patente y la creación de una empresa de base tecnológica para desarrollar fármacos contra distrofias y degeneraciones de retina.

Por el momento, los autores centran sus esfuerzos en la aplicación de la proinsulina para tratar la retinosis pigmentaria.

"Esperamos trasladar nuestras observaciones en ratón al ser humano", puntualiza De la Rosa.