«Cuando el médico me dijo lo que tenía me vine abajo», nos cuenta Esperanza, que sufrió una embolia cerebral. «Yo siempre he sido una persona muy activa y que veía la vida de forma alegre. Por eso, los primeros meses me encerré en casa y caí en una depresión».

Esperanza se mostraba apática con todos los que trataban de animarla a que volviera siquiera a salir a tomar un café. Pero un día, su psicóloga dio en la tecla. «Me dijo que había una iniciativa en la que la gente ofrecía un servicio a cambio de otro desinteresadamente y que creía que era lo que necesitaba. Yo pensaba en ese momento que mi minusvalía sería un condicionante, pero ella sugirió que ofreciera recetas de cocina, puesto que me encanta cocinar, y apoyo escolar a niños, porque tengo experiencia como monitora», explica Esperanza. Se refiere al Banco del Tiempo, una iniciativa impulsada por el Ayuntamiento de Mijas y la Diputación de Málaga que intercambia capacidades y servicios entre los vecinos de la localidad mediante un sistema de hora por hora sin dinero de por medio. Esperanza lleva sólo tres meses en el Banco del Tiempo pero afirma que «ha cambiado por completo» su vida.

Lo que comenzó como una propuesta de su psicóloga ha resultado ser la mejor medicina que Esperanza pudiera comprar. «Ahora tengo muchos amigos y cosas que hacer», dice Esperanza, quien asiste a varios talleres como el de informática o relajación, organizados por la iniciativa. «Ahora me gustaría hacer el de automaquillaje», comenta ilusionada. A cambio, ella y todos los socios del Banco tienen que ofrecer algo. En el caso de Esperanza, recetas de cocina y apoyo escolar.

Precisamente, a Claudia Rodríguez –otra socia– le viene de perlas aprender nuevas recetas de cocina. «Soy argentina y llevo diez años viviendo en España, pero nunca he dado con nadie que me enseñe la particular gastronomía propia del país», explica Claudia, quien, además, tiene dos hijos y admite que las recetas de Esperanza le sacan de más de un apuro.

Así, Claudia y Esperanza son un buen ejemplo de esta iniciativa. La primera recoge en su coche a la segunda y la acompaña a sus recados –como el caso del pasado jueves, cuando fueron a hacer una fotocopia del permiso de aparcamiento para minusválidos– y Esperanza, a cambio, le da recetas de cocina mientras toman un café.

Dice ella misma que «uno es lo que su mente le permite», pero lo cierto es que a veces nos hace falta un empujón para salir y volver a ver la vida de otro color. En el caso de Esperanza, el Banco del Tiempo, lo ha sido, y cree que vale para todos. ¿Se apunta?