Prostitución, hurtos, venta de droga, botellón, altercados y peleas. Notas oscuras de una pesadilla que se aleja por fin de la plaza Solymar, en constante lucha por recuperar el esplendor de una zona que ha escrito su nombre con mayúsculas entre los destinos de ocio nocturno de la provincia. Un claro ejemplo de este «rescate» son las cifras que arroja un informe de la Policía Local, que refleja una reducción de casi la mitad en el número de sanciones relacionadas con el botellón en el primer semestre de este año frente al mismo periodo de 2010.

Y es que, según adelantaron fuentes municipales, se produjeron un total de 219 sanciones en los primeros seis meses de 2011, frente a las 423 registradas en los mismos meses del pasado año. Todo ello fruto de la actuación constante de la Policía Local, que mantiene una patrulla en la plaza durante las noches.

El informe completo se presentará en los próximos días en una reunión de la Junta Local de Seguridad de Benalmádena, aunque todo parece indicar que las mejoras se han producido en casi la totalidad de los problemas que ahogaban este enclave.

Además de la presencia policial en la plaza, otras acciones se han puesto en marcha para luchar contra el botellón, aunque no son del gusto de todos. Hace cuatro años, se instauró la zona verde de aparcamientos en las calles aledañas Solymar, para que solo los residentes pudiesen aparcar sus vehículos en horario nocturno. Con ello, se pretendía evitar que otros usuarios ocuparan esas plazas consumiendo alcohol en torno a sus propios coches.

Pero el verde en el asfalto no ha pintado los resultados que se esperaban. Empresarios y vecinos coinciden en que la nueva zona de aparcamientos sirve para que el consumo de alcohol en la calle se haya trasladado desde la plaza hasta esas vías, si bien han notado un descenso en el número de personas que se reúnen en torno a la bebida en el exterior.

Para todos, dos motivos han sido determinantes en la nueva ubicación de ese problema. Por un lado, los residentes en esas calles tienen sus propias cocheras, y esa zona verde queda a disposición de otros usuarios sin tarjeta de autorizado. Por otro lado, señalan que los agentes de policía tienen mayor presencia dentro de la plaza y que las patrullas no pasean con frecuencia en las calles aledañas.Falta de aparcamientos

Para Francisco Barroso, encargado de la Sala Latina de la discoteca Kiu, la zona verde ha sido un error por una tercera razón. Y es que «además, nos han perjudicado en el número de clientes porque, si no encuentran aparcamiento gratuito, terminan por irse a otros sitios». Otro asunto es la presencia de policía en la misma plaza. «Sería mejor que actuasen de paisano, para no crear alarma. A veces su presencia genera inquietud», señala Barroso.

A otros empresarios el problema no les afecta en sus ingresos. Es el caso de bares como el Molly Malone’s, que se dirigen al público inglés o irlandés. «El turista viene a consumir en el bar, aunque el botellón es un mal que soportan los vecinos», señala el encargado de este pub, David Andrade.

Para los residentes, la zona de estacionamiento limitado iba a ser una panacea, pero pronto descubrieron que la picaresca se apropiaría de esas plazas libres en las noches de fin de semana. «No estamos desesperados, estamos ya aburridos», afirma Francisco Ávila, presidente de la Asociación de Vecinos Solymar. Este colectivo agrupa 198 viviendas, muchas de las cuales siguen soportando el ruido propio de estas reuniones.