No hay más que darse una vuelta para ver que las costumbres y necesidades de las poblaciones están cambiando. Todos queremos una espaciosa y hermosa casa en las afueras y, los fines de semana, bajar a los centros de la ciudad para pasear y tomarse un aperitivo. Esa filosofía o manera de comprender el entorno urbano está calando también en Fuengirola.

La reciente finalización de las obras de remodelación de la plaza de Los Chinorros han confirmado que la ciudad costasoleña apuesta de manera importante por la peatonalización de gran parte de su centro urbano, como hizo en su momento el centro de Málaga.

Los trabajos, que han durado un mes, no sólo han conferido una imagen distinta del entorno, sino que además ha cerrado al tráfico el que, sin duda, es el espacio de moda en la localidad. No en vano, desde hace poco más de un par de años, no han parado de proliferar bares y tabernas selectas que cada fin de semana hacen que se vean colas para coger en un sitio en alguna de las terrazas de este entrañable y añejo espacio de la ciudad.

No es de extrañar, que los trabajadores y propietarios de todos ellos se muestren muy satisfechos por el proyecto promovido por el Ayuntamiento del municipio y financiado por la Junta de Andalucía a través del Plan Qualifica.

«La remodelación ha quedado genial y para nosotros, los hosteleros, es un gran empujón para consolidar nuestro negocio en la zona. Nos va muy bien y creo que nos va a ir mejor así porque, entre otras cosas, las familias podrán venir aquí y estar tranquilos porque no hay peligro de que los niños sean atropellados por un coche», dice Mohamed Belasri, propietario de un gastro-bar en plena plaza de Los Chinorros.

Unos metros más adelante, en la calle Alemania, su compañera del bar San Quintín,es de la misma opinión. Apunta que si, ya de por sí estaba animada la plaza durante los fines de semana y el verano, ahora las posibilidades de negocio se disparan al tener todo a favor para la comodidad de sus clientes.

Terrazas llenas. Pronto comienzan a poblarse las sillas de las terrazas mirando, muchos de ellos, con satisfacción que las obras ya han acabado. Es el caso de Vicente Salvador, un joven vecino de la zona que está tomando una cerveza con un amigo y que sólo ve ventajas a la nueva estética del lugar.

«Yo vivo en calle San Rafael, a un par de calles de aquí y también es semipeatonal y es una gozada bajar a la calle y no tener que mirar lado a lado por si te atropellan. Los días de descanso con Sol es una pasada sentarse aquí a tomar algo», argumenta.

Tampoco le parece tan mal Antonio Luque, vecino de la misma plaza de Los Chinorros y que suele pasar las mañanas en la misma junto a sus amigos.

«La plaza ha quedado fantástica. Hacía años que tenía que haber estado así», manifiesta.

Él creó una carnicería que aún hoy existe y que perpetúa su sobrino. Pese a que los proveedores tienen algunos problemas para descargar, ambos defienden la peatonalización.

Menos apasionadamente lo hacen aquellos negocios que no se dedican a la hostelería. Nuria López, que trabaja en una panadería de la zona, asegura que, en el caso de su negocio en el que tiene hasta seis o siete repartos diarios de pan, los pedidos no le llegan a tiempo para servir en muchas ocasiones.

Lo mismo lo ocurre a Vanesa Gómez que aboga por que los comerciantes de la zona puedan tengan el permiso municipal para bajar la pilona que da paso a la plaza para poder descargar los productos de su frutería.

«Me parece genial, pero queremos más facilidades», espeta.