En la Costa del Sol, la importancia del mercado británico no se discute. Sin embargo, las circunstancias, enrarecidas por la perseverancia de la crisis económica, pronostican para este verano un aumento de su protagonismo; con el mercado nacional amodorrado serán los clientes de las islas, con permiso del resto de nacionalidades, los que asuman el testigo del crecimiento turístico en la provincia. Sobre todo, después de las buenas sensaciones mostradas durante el pasado ejercicio, en el que se rompió con la tendencia a la baja y los efectos perniciosos de la caída de la libra, la crisis dentro de la crisis.

Con la moneda una vez recobrada, y, con ella, la relación calidad-precio, los turistas británicos vuelven a mirar a su destino predilecto, que cerró un año, el pasado, con una huella especialmente babilónica: el turismo extranjero fue el auténtico motor de la Costa del Sol, con una subida que compensó, incluso, la rebaja de los turistas nacionales.

Las previsiones apuntan también este año a la misma coordenada. Los extranjeros volverán a crecer y los españoles, según Gonzalo Fuentes, secretario autonómico de Turismo en CCOO, viajarán todavía menos que durante el pasado ejercicio. La razón apunta directamente a la economía y a la capacidad de reacción del país, mucho menos ágil y rotunda que la de Alemania, Francia o el Reino Unido. El desempleo crece y los ciudadanos se inhiben en los bienes de consumo, incluidas las visitas a la provincia. «Las previsiones señalan a una nueva bajada del turismo nacional y a un empeoramiento de las condiciones de trabajo. Se están fijando semanas de hasta sesenta horas laborales», puntualiza.