A medida que pasan los días se van conociendo más datos sobre las ataques que han sufrido media decena de menores durante los los últimos meses en Fuengirola y Mijas. Los vecinos mostraron ayer públicamente su repulsa por estos hechos en la manifestación que tuvo lugar en la plaza de la Constitución de la ciudad costasoleña en la que pudieron escucharse gritos pidiendo justicia para las cinco menores a las que presuntamente agredió el joven ucraniano detenido el pasado viernes.

En cuanto a los detalles sobre algunas de las agresiones, se sabe que el acusado no actuó sólo en portales de viviendas, como hasta ahora se sabía, sino que en una ocasión empujó y pegó a dos jóvenes, una de dieciocho años y otra de diecisiete, en un parque de Fuengirola.

«Ocurrió a principios del mes de agosto a las tres de la tarde. A esa hora, no había nadie en el parque y él estaba en la puerta apoyado. Me fijé en que estaba algo nervioso pero, cuando entramos en el recinto, se vino derecho a por nosotras con una mirada que asustaba; me empujó y le pegó un puñetazo a mi amiga en la mandíbula. Empezamos a gritas y salió huyendo. Corrí tras él para fijarme bien en su aspecto y cómo vestía pero lo perdí de vista», relata una de las jóvenes que, además, tuvo que participar, el miércoles, en la rueda de reconocimiento para reconocer a su agresor.

La joven asegura que lo reconoció «en seguida» y que, fruto de la impresión de volver a verlo, perdió el conocimiento.

«No me dio la sensación de que estuviera desequilibrado, más bien de que era una persona calculadora que sabía perfectamente lo que hacía: vino sin titubear a por nosotras, en silencio y mirándonos a los ojos sin pestañear», apostilló.

A Luisa Bermúdez, abuela de una niña de catorce años que fue agredida el pasado 14 de marzo -el mismo día que la última víctima conocida- todavía le cuesta contar lo que pasó aquel día sobre las 08.40 horas en el portal de la casa de su nieta, cerca del parque del Sol.

«A mi niña la seguía. Ella lo había visto ya dos días antes mirándola desde lejos. Pero aquella mañana en que se disponía a ir al colegio sólo le dio tiempo a verlo de perfil cuando, de repente, le arreó un puñetazo que la dejó aturdida. Se mantenía en pie hasta que le dio dos puñetazos más y cayó al suelo. En ese momento, se abalanzó sobre ella y la empezó a tocar. Ella pudo reaccionar y pegarle varias patadas hasta poder levantarse y salir corriendo por las escaleras hasta su casa, un quinto piso. Dejó todo un reguero de sangre que yo misma pude ver cuando fui a verla unas horas después», narró la abuela visiblemente conmocionada.

«Queremos justicia». La chica, desde entonces «no quiere salir de su habitación por el impacto que le ha producido» el altercado de hace más de una semana. Una sensación compartida por otras víctimas y que los padres quieren evitar por todos los medios. «Tenemos miedo porque viendo lo que ha pasado con este individuo, que fue detenido la primera vez que agredió a una menor, el pasado 9 de julio, y tan sólo fue condenado a pagar 200 euros y a una orden de alejamiento, no queremos ni pensar que vuelvan a soltarlo. Con la ley que tenemos ahora, parece que quien comete estos delitos se va de rositas, y eso nos deja muy intranquilos», comentó Juan Manuel Cantero, padre de una menor agredida el 31 de julio.

De ahí la protesta de ayer, en la que participaron más de un centenar de personas entre víctimas, familiares, amigos, vecinos y miembros del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Fuengirola. Durante el acto, se escucharon multitud de proclamas para pedir un endurecimiento de las leyes para quienes cometan delitos sobre menores, así como una sentencia severa contra el detenido.