A sus 49 años, a Alberto Gessa le quita el sueño la idea de que sus hijos se enfrenten a un mundo laboral con una tasa de paro juvenil que ronda el 50%. Su formación y experiencia con la economía y las empresas le permite tener una visión más amplia que otras personas. Una mezcla de sabiduría y necesidad le han llevado a realizar una serie de propuestas que podrían acabar con la lacra del paro. La presentación oficial de su libro será el jueves día 24 a las 20.00 horas en el castillo de Bil Bil de Benalmádena, y ofrecerá una conferencia al respecto el día 16, a las 19.00 horas, en la Facultad de Económicas de Málaga. Además, en su blog anima a todos los interesados a participar con sus reflexiones para enriquecer sus propuestas.

En su libro asegura que se puede eliminar el paro. Estoy convencida de que todos los lectores tendrán una pregunta en común: ¿Cómo?

La propuesta parte de la necesidad de compartir el tiempo de trabajo. Dicho de otra forma, en vez de trabajar cinco días a la semana se podrían trabajar cuatro. Así, por cada cuatro empleados se liberaría tiempo suficiente para contratar a uno más, que se rescataría del paro. De esta forma se crearían de un plumazo alrededor de cuatro millones de puestos de trabajo a nivel nacional. Pero lo cierto es que, de entrada, los empresarios no aceptarían esta propuesta, porque aumentarían sus costes laborales al contratar un empleado más, pero no aumentan sus ingresos. En cuanto a los trabajadores, aunque la idea es atractiva, pronto sospecharían que esta reducción de la jornada iría acompañada de la reducción en el salario. Tendría que hacerse sin aumentar el coste de las empresas y sin reducir el salario de los trabajadores. Con esta receta mágica, nadie tendría porque negarse.

Si no lo hacen los empresarios, ¿quién soportaría entonces el coste económico de esta propuesta?

La respuesta es simple. Lo harían las administraciones públicas, pues la implantación de una medida como ésta les proporcionaría tantos ahorros y nuevos ingresos como para compensar su coste. Se trata de una medida que se nutre de sí misma. El sector público, tanto la Administración central como las autonómicas y locales, se convertiría en el vehículo canalizador de fondos, sin tener que destinar a ellos gastos de otras partidas.

¿De dónde saldrían los ahorros y nuevos ingresos para compensar estos costes?

A modo de ejemplo, se produciría ahorro en prestaciones y subsidios por desempleo, ahorro en recursos necesarios para la gestión del desempleo, aumento de las cotizaciones a los fondos sociales, disminución de los gastos sanitarios de la Seguridad Social, aumento del consumo interno gracias a la incorporación de varios millones de nuevos asalariados al mercado, aumento de los beneficios y de la inversión de las empresas derivados de ese aumento del consumo, aumento de los ingresos por impuestos directos e indirectos, reducción de la economía sumergida, reducción de los gastos de FOGASA, aumento de la inversión extranjera, disminución del absentismo laboral, reducción de la siniestralidad laboral, revalorización de la industria del ocio, disminución de la delincuencia y de la violencia doméstica, entre otros.

¿Cree que su libro podría cambiar la ideología económica actual?

Yo no pretendo hacer una revolución ni cambiar el sistema en el que vivimos, pero lo cierto es que se necesitarían algunas reformas. Pero creo que las grandes oligarquías financieras no verán con buenos ojos esta propuesta. Sin embargo, nos dicen que el problema del desempleo es el prioritario en nuestro Gobierno y todos los demás gobiernos desarrollados, pero a la hora de la verdad da la sensación de que con las medidas que se toman se está tratando este problema de forma indirecta, como si hubiera que resolver el paro a través de otras medidas.

¿En cuánto tiempo se verían los resultados de la propuesta?

Depende de los recursos que se le dediquen, pero si se hace con buena dedicación en apenas un trimestre podría producirse. Se necesitarían algunas reformas como la del sistema fiscal, para orientar esos nuevos tributos a financiar esta medida, y reformas en algunas instituciones básicas como la Seguridad Social o el Servicio de Empleo Estatal.