Fue el 25 de mayo de 2010. La policía cayó sobre él como un gato agazapado a la espera de un ratón gigante. Christopher Kinahan, el padrino irlandés, como lo llama la prensa de ese pequeño país hoy intervenido, fue abordado en su villa de lujo de Estepona por miembros de la Unidad Contra las Drogas y el Crimen Organizado (Udyco). En un principio podría parecer un mafioso más, pero se trata, según la investigación de la operación Shovel, del gran capo de la mafia irlandesa, un hombre que discutía de negocios jugando al golf, se desplazaba en coches de lujo y que llegó a tejer supuestamente una organización dedicada al tráfico de armas, drogas y el blanqueo en la que implicó a profesionales de gran altura intelectual, como por ejemplo un profesor de la Universidad de Sevilla o a varios abogados expertos en tejer redes societarias.

En un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (Udef) de la Policía Nacional, los funcionarios aseguran que los Kinahan «se postulan como uno de los grupos criminales más influyentes tanto en España como en la Unión Europea, extendiendo sus tentáculos e influencias tanto a Latinoamérica, como a diversos países de África y Asia. Es el mayor grupo criminal de Irlanda, y se ha apreciado, durante la investigación en el Reino Unido, cómo los contactos de los mismos en Inglaterra son directamente con los líderes de los grupos más poderosos.

La policía habla de un artículo del periódico irlandés Star, que calificaba a Christopher Kinahan como el padrino del crimen en Irlanda, asegurando que éste se comprometió a poner fin a la sangrienta lucha entre bandas existente en aquel país, por los perjuicios que éstas causaban a una organización que dirigía con puño de hierro desde la Costa del Sol, en concreto desde Estepona. El día que el caso Shovel estalló fueron detenidas 31 personas, y participaron en el asunto policías de varios países.

En España, el grupo mafioso irlandés más importante supo rodearse de personas especializadas del sector privado y público, entre los que destacan abogados, profesores de universidad y economistas.

Sus negocios van desde la explotación de numerosas promociones inmobiliarias o el azúcar de Brasil -tienen cinco residenciales en la zona norte- hasta intereses constructivos en Libia o China. En concreto, y siempre según la policía, la organización tiene ramificaciones en Bélgica, Irlanda, Chipre, China, Panamá, Grecia, varias islas del Caribe, Vanuatu, Anguilla, las Islas Caimán, Estados Unidos, Gibraltar, Sudáfrica, Dubai, Suiza, Liechtenstein y Letonia, muchos de ellos paraísos fiscales. Llegan a interesarse por la reventa de entradas, el negocio de las basuras, el carbono o en el mercado chino de la carne e incluso, siempre según la UDEF, por «distribuir medicamentos en el tercer mundo». «Parece que busca nuevas vías de negocio en función del medio de transporte», dice la policía.

Amistades peligrosas

Uno de los grandes amigos de Kinahan es Michael McAvoy, un londinense de 61 años, que además hace negocios con Christopher. Pero sólo él merecería el capítulo de un libro: «Es un histórico y conocido personaje, vinculado al mundo del narcotráfico en el Reino Unido, y en España ha sido investigado en varias ocasiones por presuntos delitos contra la salud pública, tráfico y tenencia de armas». Es más, fue condenado en su país a 25 años de cárcel por haber participado en la dirección del mayor robo del siglo XX, cuando su banda se hizo con lingotes de oro valorados en más de cuarenta millones de libras.

Tanto McAvoy como su hijo hacen negocios con los Kinahan, asegura la UDEF en el informe de 320 páginas al que ha tenido acceso este periódico.

En el documento, los agentes hablan de supuestos «ajustes de cuentas». De hecho, la mano derecha de Kinahan, una mujer cuyas iniciales son A. G. G., comienza a hacer inversiones por su cuenta, explica la policía, y tanto ella como su pareja toman precauciones, porque, según la UDEF, «los ajustes de cuentas entre los Kinahan son práctica habitual».

Entre otros negocios, se plantea la rehabilitación de un hotel en Marbella. A. G. G. llevaba una doble contabilidad. «Las inversiones de la organización alcanzan límites insospechados, llegando las mismas hasta oriente». Las sociedades se hacen préstamos entre sí. La mayor parte de los protocolos notariales se hacen en oficinas de fedatarios implicados, y absueltos, en Ballena Blanca o Hidalgo, y de otro ahora en primera línea de la actualidad informativa.

Christopher senior, que se vale de sus hijos para controlar las dos ramas de la organización, la blanda -blanqueo- y la dura -tráfico de drogas y armas-, no tiene ingresos declarados, dice la UDEF. «Contrasta con el nivel de vida mantenido por Christopher Kinahan senior, habiéndose comprobado con vigilancias y seguimientos que además de su residencia en una urbanización de lujo, entre sus rutinas diarias son frecuentes los viajes internacionales, las partidas de golf, el uso de coches de lujo y comidas y cenas en restaurantes caros». Muchas veces, la cúpula de la organización -hay más de cuarenta personas investigadas- discute las inversiones jugando al golf, o en establecimientos cerrados en exclusiva para ellos, como un pub o un restaurante.

Como ejemplo, contrae una hipoteca de 300.000 euros con un banco para adquirir su casa, el mismo día que la compra por 525.000 euros. La diferencia resulta, por el momento, inexplicable para la policía.

Kinahan es el cabecilla indiscutible de la organización, un hombre que delega en sus hijos Chris y Dani, pero que concluye los negocios, «reservándose para él mismo» la gestión de los asuntos más importantes. Tiene antecedentes en Irlanda por posesión de drogas y falsificación, en Holanda por tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas, y en Bélgica por blanqueo. En el Reino Unido e Irlanda se postula como uno «de los principales líderes criminales, respetado por todas las organizaciones criminales y mafiosas de las islas y de parte de Europa». Las referencias en la prensa irlandesa son continuas.

Un ejemplo del respeto que levanta lo relata la policía en el informe cuando recibe la llamada de un inglés que le pide autorización para montar un negocio. Se refiere a la venta de vaqueros. «Christopher nada tiene que ver con el ámbito textil, así considerando el argot de estas organizaciones, todo apuntaría a que en un lenguaje en clave en el que vaqueros significaría drogas, dicho individuo le estaría solicitando permiso para poder realizar este tipo de actividades, para así contar con el beneplácito de los Kinahan y asegurarse protección ante posibles ajustes de cuentas», dice la Udef.

Estructura piramidal

Pese a intentar quedar en un segundo plan durante un tiempo, los investigadores apuntan en el sumario cómo Kinahan toma las riendas de «los negocios» a medida que avanzan las pesquisas. Los agentes describen «una estructura piramidal clara y definida» en cuya cúspide se encuentra la cabeza indiscutible del padrino irlandés. A su derecha se sentarían John Peter Cunninghan en lo referente a «las actividades de tráfico» y Jasvinder Singh Kamoo «en la creación de nuevos negocios y sociedades donde ocultar y poner en circulación el dinero obtenido ilícitamente».

De Cunninghan se destaca un elevado nivel de vida a pesar de que no figura en ninguna sociedad, no ejercer actividad laboral conocida, no tener declarado patrimonio inmobiliario alguno aunque se interesa por una vivienda de 1,6 millones de euros.

En un segundo escalón, la policía sitúa a los herederos de Kinahan., Daniel J. y Christopher V. Kinahan. Al primero le atribuyen «el control del tráfico de drogas y las actividades criminales duras, mientras que junior se encargaría de los negocios e inversiones de la organización a nivel internacional «generando y controlando la infraestructura del blanqueo de capitales». El informe policial también destaca la figura de A. G. G., encargada de la estructura financiera en España para el blanqueo de capitales y los contactos con abogados, notarios y entidades financieras. «Su papel en este entramado está tan consolidado que personas a la organización que alguna vez han tenido contacto con la misma son conscientes de que ella es el contacto», detalla el informe policial, que aclara que por sus gestiones recibe numerosos pagos de dinero no declarado en sobres que recoge en el pub The Auld Dubliner.

El trabajo sucio

Bajo la batuta de Daniel Kinahan estaría un grupo de personas encargadas del trabajo sucio. Entre ellos destaca la figura de Gary Hutch, al que la Garda irlandesa relaciona con un homicidio y al que la policía española le atribuye las actividades que tengan que ver con los vehículos de la organización de Kinahan. El sumario habla de funciones como la obtención, maquillaje y traslado de vehículos, el tráfico de estupefacientes a través de los mismos, así como la coordinación de otros miembros inferiores de la organización. Todas estas labores las realizaría con Freddie Thompson, viejo conocido de la policía irlandesa por delitos de daños, robos con fuerza, desórdenes públicos, falsedad de documento público o conducción temeraria, entre otros. Hutch y Thompson, uña y carne que comparten piso, son sospechosos para la policía española de transportar un lote de drogas desde Portugal a Manilva en un viaje de ida y vuelta en dos potentes coches, uno de los cuales viajaba adelantado unos kilómetros a modo de lanzadera.

Entre sus funciones, según los investigadores, se encuentra la de guardaespaldas. La policía sostiene esta teoría por el curso de protección de personalidades, protocolos de seguridad y prácticas de tiros que ambos realizaron junto a otros miembros de la organización. De ahí las múltiples medidas de seguridad que casi todos los miembros de la organización en sus desplazamientos, sobre todo en vehículos. «Circulan a gran velocidad, realizan maniobras evasivas, varios giros en rotondas, paradas de control o incluso contravigilancia cuando se dirigen a alguna cita importante», reza otro informe de la policía.