«Convertir el proceso de morir en un proceso de vida. Aunque no podamos añadir días a la vida, queremos añadir vida a los días». Esta es la filosofía y el objetivo principal con el que Joan Hunt fundó Cudeca. Esta entrañable británica afincada en la Costa del Sol anunció ayer que deja, tras 22 años de dedicación plena, la presidencia de la fundación de cuidados paliativos del cáncer por motivos de salud. Y lo hace recibiendo el mismo cariño que ella dedicó a su fundación y con el que se ha ganado el respeto de la sociedad malagueña.

Los comienzos no fueron fáciles. Joan Hunt recibió un duro golpe cuando su marido enfermó a causa de un tumor cerebral. Ambos vinieron a la Costa del Sol para disfrutar de su jubilación como otros tantos miles de extranjeros, pero la adversidad les asaltó. «Nos sentíamos totalmente perdidos y desamparados. Estaba sola con él y en España no existía todavía la cultura de los cuidados paliativos. No encontraba la ayuda por ningún lado. Todo fue muy traumático», recuerda Joan.

En ese momento, Marisa Martín, actual gerente de Cudeca, era médico de la unidad de cuidados paliativos de Cruz Roja, que era un pequeño proyecto que estaba naciendo. Esta doctora ayudó al matrimonio y Fred, marido de Joan, entró en la Unidad de Cuidados Paliativos. «Hasta ese momento no nos sentimos entendidos ni acogidos. A partir de ahí, tomé consciencia de que mi marido iba a morir, pero al menos con los cuidados que necesitaba y sin dolor», recuerda Hunt.

Tras el funeral de Fred, muchos amigos de la pareja entregaron donativos en vez de flores a Joan para que ella pudiera hacer alguna obra de caridad en memoria de su esposo.

Es en ese momento cuando Hunt decide fundar Cudeca. Entró en contacto con la médico que tanto le había ayudado para colaborar con su proyecto, pero le parecía insuficiente. «Marisa me dijo que lo que yo quería era un centro de cuidados profesionales y eso nunca podría ser en España. Aquello fue lo que me impulsó a conseguirlo», asegura.

A partir de ahí Joan Hunt tomó las riendas de su destino afrontando la soledad y centró toda su energía en construir su proyecto. «Decidí ir a por el primer centro. Costase lo que costase y tomándome el tiempo que tuviese que tomarme» señala.

España se había convertido ya en su casa y la británica comenzaba así una de las obras sociales más importantes de la provincia. «La fuerza me la ha dado la gratitud y el cariño que transmiten de vuelta las familias y los pacientes. Me siento agradecida en ver la confianza depositada en nosotros», añade Joan Hunt.

Cuando en una familia llega la tremenda noticia de una enfermedad en estado avanzado, ni los pacientes ni sus seres más queridos saben en un primer momento cómo afrontarlo. Cudeca ha ayudado a miles de personas a lo largo de su existencia a pasar por este trance. Darle un nuevo sentido a la vida y paliar el dolor físico y sentimental.

Entre los servicios con los que cuenta esta fundación se encuentran los programas de Atención a Domicilio, de Consulta Externa, el Psico-social, el de Rehabilitación, el de Asesoramiento Asistido, la Unidad de Ingresos y Unidad de Día. Todo ello repleto de profesionales y voluntarios que con todo su cariño aportan lo mejor de ellos mismo día a día.

«Nos sentimos privilegiados de poder aliviar, cuidar y acompañar a los pacientes y sus familias hasta el final, y nos comprometemos a seguir haciéndolo con el soporte de la comunidad», concluye una entrañable Joan Hunt.

Cudeca se ha convertido en una fundación querida y respetada por los malagueños. Aunque la británica ya no esté al frente seguirá en el comité ejecutivo y su sucesor, Ricardo Uriales, gran compañero y amigo de Hunt, tomará las riendas de este barco que supone un auténtico «ángel de la guarda» para los enfermos de cáncer en fase avanzada.