Nicolás es un niño autista de diez años que vive feliz en Mijas rodeado del cariño de su familia. Su madre Miryam, se dio cuenta desde muy pequeño que el desarrollo de su hijo no se correspondía con el de otros menores de su edad.

Gracias al diagnóstico precoz, los avances de este mijeño son el claro ejemplo de superación tanto del afectado como de su entorno.

Su abuela, Jerónima Carrasco, es la presidenta de Adimi, y pone siempre como ejemplo muy orgullosa a su nieto. «Nicolás no habló hasta los cuatro años pero hasta entonces siempre buscamos alternativas, no hay que rendirse», asegura emocionada.

Si bien el pequeño no articulaba palabra, la comunicación en la familia se desarrollaba a través de pictogramas y llegaron, incluso, a plantearse enseñarle el lenguaje de signos cuando, finalmente, comenzó a hablar.

Una de las claves para el desarrollo y el éxito de Nicolás ha sido la asimilación del autismo por parte de sus seres queridos, la paciencia, el esfuerzo y la constancia.

A parte de esto, la imaginación ha jugado un papel fundamental. «Mi nieto está, dentro de lo posible, muy bien integrado. Él va a la feria y al cine, cosas que no hacía antes. Como los ruidos molestan mucho a este tipo de niños, mi marido y yo le conseguimos unos cascos que usan los carpinteros para protegerse del estruendo de las máquinas de cortar madera», apunta Jerónima. Una familia unida que vive feliz e integrada en el mundo del autismo.