El destino de Gary Hutch era morir joven en la Costa del Sol. Escribir la segunda fecha de su lápida era cuestión de que el tiempo y cualquiera de las balas que llevaban su nombre desde hace una década llegaran a un acuerdo. Lo hicieron este jueves en la urbanización Ángel de Miraflores de Mijas, donde un sicario enmascarado lo hirió a la carrera en el jardín y lo remató junto a la piscina. Murió como vivió.

Escabulléndose.

Sólo en el litoral malagueño, este irlandés ligado estrechamente al clan de los Kinahan consiguió sobrevivir a dos ataques que lo retrataron como un hombre con más adversarios que amigos en las cloacas del crimen organizado. El primero de ellos fue el 4 de febrero de 2008 en Estepona. Hutch resultó herido cuando ejercía de chófer de su compatriota Paddy Doyle, otro elemento con numerosos antecedentes en su país por narcotráfico y otros delitos graves que no tuvo tanta suerte y murió acribillado a los 28. En el asiento de atrás también viajaba Freddie Thompson El Gordo, uña y carne de Hutch durante tantos años y el único viajero de aquel todoterreno que a día de hoy respira. Aquel suceso ayudó a la policía española a detener a nueve personas e intervenir 115 kilos de cocaína oculta en dobles fondos de muebles que transportaban dentro de un camión. También les sirvió para identificar a Gary como el sobrino de Gerry Hutch El Monje, un histórico gánster con referencias en la Wikipedia por su presunta relación con algunos de los mayores atracos a mano armada de la historia de Irlanda.

A pesar de su juventud, el chico llegó a España con currículum. En 2001 fue condenado por el asalto a un empresario que vivía al norte de Dublín. Cuatro enmascarados despertaron a la víctima y a su esposa encañonándoles la cara con una escopeta para que les abrieran la caja fuerte de la que se llevaron 32.000 libras en joyas y 5.000 en efectivo. Hutch no estuvo en esa casa, pero condujo el vehículo en el que todos huyeron.

El segundo gran aviso para Gary llegó en agosto del año pasado. Jamie Moore, un conocido excampeón de boxeo británico y de Europa del peso medio que se encontraba en Marbella para entrenar a un púgil vinculado a la familia Kinahan, recibió dos tiros en Estepona cuando salía de casa de sus jefes. La Policía Nacional concluyó que el autor de los disparos se equivocó de persona y que el objetivo era realmente Hutch.

Entre un tiroteo y otro le dio tiempo a formar parte de la operación Shovel, explotada por la Policía Nacional de forma simultánea en mayo de 2010 en España, Irlanda y Reino Unido. Hubo más de 30 detenidos y más de un centenar de registros, la mayoría en la Costa del Sol (Estepona, Marbella y Fuengirola), donde cayó hasta Christopher Kinahan, El padrino irlandés, junto a sus hijos Daniel y Chris y varios colaboradores por presunto tráfico de armas y drogas, blanqueo de capitales y asociación ilícita. El sumario del caso, aún vigente, define a Hutch como un colaborador de confianza de Daniel Kinahan con grandes dotes para el trabajo sucio. Relacionado con un homicidio en su país y sospechoso de disparar a un viejo amigo, la policía española le atribuyó actividades relacionadas con la flota de los Kinahan, es decir, la obtención, maquillaje o el traslado de coches, el tráfico de estupefacientes a través de los mismos y la coordinación de otros miembros de la empresa. Según las pesquisas, estas labores las realizaba con su inseparable Freddie Thompson, compañero de piso y fatigas como la que la policía sospecha que protagonizaron transportando un lote de drogas desde Portugal a Manilva en un viaje de ida y vuelta en dos potentes vehículos. «Circulan a gran velocidad, realizan maniobras evasivas, varios giros en rotondas, paradas de control o incluso contravigilancia cuando se dirigen a alguna cita importante», reza un informe.

Los investigadores también lo tenían como un gran guardaespaldas, trabajo que aprendió en un curso de protección de personalidades, protocolos de seguridad y prácticas de tiros que finalmente no evitó su propia muerte.

InvestigaciónUn crimen idéntico al de Gerard Kavanagh

El crimen de Gary Hutch es calcado al que sufrió Gerard Hatchet Kavanagh, también vinculado a los Kinahan, el 6 de septiembre de 2014 en Marbella, con la única diferencia de que en aquella ocasión fueron dos los enmascarados que acribillaron a la víctima. En ambos casos, los autores abandonaron la escena del crimen en vehículos que más tarde aparecieron en llamas. Policía Nacional y Guardia

Civil estudian los posibles vínculos entre ambos asesinatos.