­No son chiringuitos tradicionales, de los de almorzar o cenar típicos espetos, pero tampoco fueron en su día autorizados para ser auténticas discotecas. El Ayuntamiento de Torremolinos reconoce que lleva un año a la espera de que la Junta de Andalucía agilice definitivamente los trámites para crear una nueva figura legal para estos «clubes de playa» que se hallan en un verdadero «limbo legal». Así lo ha reconocido a este periódico la primera teniente de alcalde torremolinense, Maribel Tocón.

«El fiscal abrió diligencias previas porque hay claras evidencias de que hay una actividad de discoteca no propia de la concesión original. Así consta en el juzgado número 2 de Torremolinos que instruye el procedimiento desde principios de este año. Tenemos un proceso que pretende elaborar un informe donde empezar a determinar en qué responsabilidades pudieron incurrir políticos o no políticos, pero también se trabaja, en el ámbito de las administraciones, en crear una figura que recoja la actividad de estos chiringuitos, a través de una iniciativa parlamentaria», expresa.

«Con la Junta hemos hecho estas gestiones, pero también hemos tenido muchas reuniones con los empresarios para hacerles entender que el vacío legal, este limbo en el que se encuentran, no les ampara en cuanto a las molestias que llevan años generando a los vecinos», agrega Tocón.

Posturas muy enfrentadas

Para el Consistorio el asunto debería resolverse con la mayor celeridad posible. De ahí que se queje del retraso que empieza a acumularse en la tramitación de la ansiada iniciativa parlamentaria que despeje el futuro. Pero a uno y otro lado se encuentran empresarios y residentes de las urbanizaciones Los Álamos y La Cizaña.

Los primeros alegan que desde principios de esta temporada «respetan los horarios y se ha reducido el volumen de los altavoces, como dicta el compromiso ante las autoridades judiciales y las propias administraciones».

Uno de los propietarios asegura, sin ofrecer su identidad, que invitaría a los vecinos «a medir ahora el sonido al que se trabaja». Sin embargo, el presidente de los propietarios de la urbanización Los Álamos, Jorge Gallego, defiende el incumplimiento reiterado acerca de los horarios de cierre. «Estamos contentos a medias. Estas medidas cautelares llegan tarde, pero hemos recibido tantas promesas que no terminamos de creernos que haya una solución a corto plazo», relata otro afectado, Antonio Jiménez.

Vicente Jiménez, que también reside en la zona y ha optado por pasar la semana de San Juan fuera de Torremolinos para evitar los ruidos, agrega: «Estos chiringuitos incluso atraen el botellón. La suciedad y las peleas que llegan a los portales de nuestras casas es para vivirlo. La impotencia es enorme».

La edil torremolinense insiste en que el Ayuntamiento «está velando para que los horarios propios de un restaurante se cumplan en todo momento». Es decir, los fines de semana, hasta las tres de la mañana.