Ana María Pérez aún tiene en mente la noche del 18 de agosto de 2015 cuando recorrió una de las calles de Benahavís para regresar a su casa desde el recinto ferial. Repasa cada una de las decisiones que la llevaron a hacer con su silla de ruedas motorizada aquella ruta hacia la calle Montemayor donde, minutos antes de llegar, recibió una advertencia de la Policía Local que le ha perseguido hasta hoy. Ana María iba en dirección contraria.

En un primer momento, la malagueña tomó aquella retención como una broma que acabó convertida en una multa de 500 euros. Tras varias reclamaciones, la cuantía final bajó a 200 euros que por recomendación de su familia, Ana María decidió no pagar aún a riesgo de que sus cuentas quedaran embargadas. El tono del conflicto cambió por completo el 9 de octubre de 2015 cuando un comunicado de prensa procedente del Ayuntamiento provocó que desde el entorno de la sancionada se tomara la decisión de recurrir al Consistorio. «Ese comunicado es denigrante. La condenaban a estar encerrada en su casa», se queja su hijo.

La Ciudad de la Justicia acogió ayer la celebración del juicio entre el Ayuntamiento de Benahavís y la vecina de Fuengirola, de 60 años de edad con movilidad reducida y una minusvalía reconocida del 86%. Su hijo, José Manuel Linares, la ha acompañado en todo el proceso y aunque califica el encuentro de forma positiva no quiere aventurarse con la resolución final del caso. «Toda nuestra argumentación se ha basado en que la sanción es nula de pleno derecho y que en ningún momento hay una negativa de incumplir las directrices de la policía. No hay ningún recorrido que esté adaptado por lo que no hay más remedio que ir por la calzada», relata José Manuel, que agradece a los abogados que han llevado su caso, Antonio Pachón y Mercedes Casilari «el trato humano y empático».

Según Linares, el Ayuntamiento de Benahavís ha alegado durante el juicio que su madre «mintió» y se negó a firmar el boletín de la denuncia. El entorno de Ana María asegura que los abogados del Consistorio basan su defensa en que la fuengiroleña fue por ese recorrido por comodidad.

Ha sido un trayecto duro en el que su familia no la ha dejado en ningún momento. «Mi madre ha vivido mal todo el proceso, tanto emocional como psicológicamente», dice Linares. Ahora solo queda esperar la resolución del caso que la familia de la malagueña espera que llegue lo antes posible dado lo mediático de la cuestión.

«La sentencia puede ser legal con forma de derecho pero no justa», dice José Manuel Linares que asegura que tanto si el caso se resuelve a favor de su madre como si no, están orgullosos de hacer lo que consideraban justo. «Es una cuestión de principios», recalca. Un año y tres meses después, Ana María Pérez y su familia parecen ver el final del camino.