Julio pasa un singular y solitario verano en su casa de Ojén, una gran finca en lo alto de Marbella, donde este año no están ni su esposa, Miranda Rijnsburger, ni los cinco hijos del matrimonio. Al parecer, sólo Guillermo, el menor, ha pasado por la mansión de su padre. Los otros, Miguel, Rodrigo y las gemelas Victoria y Cristina prefieren seguir con su vida y con sus amigos en Miami, porque en la casa de veraneo de su padre se aburren bastante, según cuenta Laura Carrasco en el periódico El Mundo.

De su refugio de Ojén apenas ha salido desde su llegada. Ni siquiera la noticia de que se han recogido firmas para que sea candidato a un Princesa de Asturias parece haberle animado a abandonar su encierro. Quienes han podido verle comentan que el cantante está irritado y afectado por la nueva demanda de paternidad de Javier Sánchez Santos, de 41 años, cuya historia como hijo secreto de Julio parecía olvidada.

Además, después de la delicada operación de espalda de 2015 que le hizo suspender su concierto en el Festival Starlite, Julio apenas se prodiga por los escenarios españoles, aunque este otoño inicia una gira mundial. Un tour que empezará en octubre en América Latina, continuará por Estados Unidos y Asia y tendrá su punto culminante en verano en Madrid, donde Julio hará un macroconcierto en el Santiago Bernabéu.

Está previsto que también actúe en otros grandes estadios, si Julio supera ese distanciamiento artístico y personal que parece tener con el público español. Este pasado martes, el cantante invitó a almorzar en su casa de Ojén a Juan José Hidalgo, dueño de Air Europa y de Halcón Viajes, empresas que forman parte de Globalia, el primer grupo turístico español. Además de amigos, Hidalgo y Julio Iglesias comparten negocios en la República Dominicana, uno de ellos el aeropuerto de Punta Cana, uno de los más activos del Caribe. Juan José Hidalgo podría ser uno de los patrocinadores de su gira por los estadios españoles, de ahí su encuentro de este martes en Ojén.