La presencia de grupos de extranjeros visitando los pantalanes del puerto deportivo de Estepona o sentados al abrigo del sol tomando el aperitivo en las terrazas ubicadas en la primera línea de una de las principales zonas de ocio de la localidad contrastaba ayer con las labores de limpieza y adecentamiento en las que se afanaban los empresarios de los establecimientos del interior del recinto portuario, los más perjudicados por la tromba de agua que asoló el domingo el municipio. Lo peor cayó a partir de las 10.30 de la mañana con más de 140 litros por metro cuadrado en total.

En uno de ellos estaba Viola Maurizio, también reclinado en una silla pero a causa del cansancio tras haber pasado buena parte de la noche anterior extrayendo el agua que se colaba en el interior de su restaurante italiano, cuyo parqué quedó completamente levantado. «La pavimentación se ha alzado y ha entrado tierra. Hemos estado toda la noche limpiando y secando el agua», señala. Una rápida intervención le permitió depositar en superficies elevadas los objetos de valor minimizando los efectos del aguacero.

Mejor suerte corrió Sebastián de Hoyos, que regenta un establecimiento de congelados a poca distancia del restaurante de Maurizio. El alicatado del suelo y las paredes le ha salvado de padecer daños materiales. «Hemos tenido suerte. Lo único que hemos sufrido es la entrada de un poco de agua. Cada uno ha escapado más o menos bien», agrega.

Sebastián comenzó las labores de extracción minutos después de que amainara el temporal y el nivel del agua comenzara a bajar. «Son las peores lluvias que recuerdo en tiempos. Hace algunos años cayó otra tromba de agua importante y esta se ha quedado cerca», agrega Sebastián, que gestiona negocios en el puerto deportivo desde hace unos 20 años.

Los de Sebastián y Maurizio son dos de los 30 locales del puerto deportivo, todos ellos afectados, en mayor o menos medida, por el aguacero, según el director de operaciones de Marinas del Mediterráneo, la empresa que gestiona el recinto, Alejandro Suanes. Los técnicos de la concesionaria se encontraban ayer evaluando los daños que produjo el agua en las instalaciones portuarias, como el alumbrado o el aparcamiento, para elaborar los partes de los seguros, aunque Suanes adelantó que serán «decenas de miles de euros». «Vamos a tardar unos cuantos días para limpiar el barro que se ha acumulado», agregó.

Tras el aviso de alerta roja de la Aemet, Marinas del Mediterráneo movilizó al personal, unas ocho personas, y puso en marcha un protocolo para evitar que las grandes acumulaciones de agua hundieran alguna de las cerca de 400 embarcaciones que atracan en el recinto portuario, «un peligro bastante habitual cuando llueve fuerte». «Llevábamos tres o cuatro años sin lluvias de esta intensidad, pero aguaceros como este se han repetido en otras ocasiones. Anteriormente ha habido inundaciones similares a esta. Hay planificadas unas obras para tratar de mejorar las pluviales en el entorno del puerto. Esperemos que puedan mitigar los efectos de las lluvias más fuertes», señaló.

Los establecimientos ubicados en la primera línea del puerto salieron mejor parados ya que las riadas que procedían de la zona interior del puerto continuaron hasta desembocar en el mar. Es el caso de Fu Xiao, que regenta el restaurante chino Nuevo Mundo y que, dijo, el agua sólo se acumuló en la sala del establecimiento y la cocina y le obligó a tirar a la basura algunos congelados. «Hoy he tenido que limpiar el barro que dejó el agua», explicó.

En la cafetería Halomon cerraron las puertas y utilizaron papeles para evitar que entrara el agua. Las maniobras no evitaron que parte de la riada penetrara en la cocina y en los almacenes del establecimiento. «Las luces iban y venían. Algún producto, como los helados, los hemos tenido que tirar, pero podría haber sido peor. La tromba nos pilló en medio del servicio, pero los clientes aguantaron y desayunaban aunque fuera con los pies mojados», señaló el responsable del local, Francisco Sánchez.

Según el regente del establecimiento, «en el puerto deportivo tenemos un problema y es que todo el agua acaba aquí». «En este local hemos llegado a recoger una cuarta de agua», recuerda Francisco, que lleva 25 años trabajando en el recinto portuario.

Desde la ventana de su inmobiliaria a través de la cual ve el puerto deportivo, Cherry Hesketh, destacó que «sólo entro un poquito de agua en la oficina». «Cuando llueve, no entra agua. Tengo una oficina fantástica», bromea Hesketh, mientras muestra un vídeo en su teléfono móvil en el que aparece su madre en el interior de un todoterreno varado en medio de una riada que le sorprendió a la salida de la urbanización Puerto Romano, en la que vive, y pidiendo auxilio a una patrulla de bomberos que se encontraba a poca distancia. «Yo he tenido suerte, pero otros locales en el puerto deportivo están en una situación increíble», apunta.

Otros puntos afectados

En el núcleo urbano, la lluvia afectó también al paseo marítimo, la Jefatura de la Policía Local, al centro de salud Estepona Oeste, donde el aguacero obligó a rehabilitar consultas, desplazó mobiliario y estropeó material electrónico y fungible; anegó tramos de las avenidas Litoral y San Lorenzo, dos de las principales vías de comunicación de la localidad; y obligó a cancelar las clases en colegios e institutos, que se retomarán hoy.

La tromba de agua afectó también con especial intensidad a las zonas rurales del municipio. Algunos vecinos tuvieron dificultades para acceder a las viviendas diseminadas de las zonas de Los Pedregales, El Padrón o La Gaspara y los bomberos y operarios municipales seguían ayer tratando de restablecer las comunicaciones por los caminos y las carreteras malogrados por el aguacero.

La crecida del río Castor arrasó con todo el mobiliario de la protectora Mirada Libre y provocó la muerte de gallinas y un gallo y la pérdida de dos perros, Drago y Morena; la del Guadalmansa generó momentos de tensión entre los trabajadores y clientes de un vivero y arrastró a una familia que circulaba con su vehículo por la vía aledaña al río y que salió indemne gracias a la rápida actuación de los servicios de emergencia; y del río Padrón dejó fuera de servicio la única carretera de comunicación de la urbanización Forest Hills, incomunicados a sus cerca de 2.000 vecinos y generó cuantiosas pérdidas en un club de tenis de la zona que cuenta con pistas de tierra batida. «Pasamos mucho miedo, yo tengo 70 años y nunca he visto esto, a veces el río ha crecido, pero no así. Esta vez ha sido increible», señaló Ildelfonso Díaz, propietario de una finca en la zona del río.

El Ayuntamiento pedirá que el municipio sea declarado zona afectada por el temporal.