No fue una carambola, por mucho que pudiera parecerlo. El pleno de investidura de Mijas también guardaba una sorpresa que había sido cocinada sobre la bocina, casi a la misma hora del ángelus a la que habían sido citados los 25 concejales para elegir a un alcalde. El 'no es no' a un pacto con Ciudadanos del candidato del PP, Ángel Nozal, se volvió como un bumerán contra la posibilidad de que él gobernara en minoría. Mijas vuelve casi una década después a tener un regidor socialista en la figura de Josele González, que recibió 14 votos gracias al apoyo del hasta ahora alcalde naranja, Juan Carlos Maldonado. Hubo una nueva venganza en 'modo Torremolinos'. Se da incluso la circunstancia de que el cabeza de lista socialista y nuevo regidor fue quien días antes dijera que no le daría el poder a Ciudadanos aunque viniera Pedro Sánchez a pedírselo. Ahora, unos y otros están dispuestos a entenderse en un gobierno de coalición que se definirá en los próximos días y repartirá las delegaciones en función de los resultados de los comicios, tal y como ya avanzó en su discurso de investidura Josele González.

«Gracias a todos y Viva Mijas» fueron sus primeras palabras tras ser proclamado como alcalde. Luego, cuando le dio las gracias a Ciudadanos por su apoyo desde el público hubo una división de opiniones expresada por aplausos y gritos de «fuera, fuera».

Josele llegó incluso a agradecerle su trabajo a Nozal. «Todos los alcaldes de Mijas han hecho cosas buenas por el municipio, ahora yo me comprometo a trabajar por todos los vecinos, independientemente de a quien hayan votado, lucharé para que Mijas no esté en el furgón de cola de la Costa del Sol».

Instantes después de la intensa y agitada sesión plenaria, la dirección provincial del Partido Popular no tardó en expresar con palabras el malestar que ya había encontrado una contundente metáfora, en el Ayuntamiento mijeño, con la ausencia de cargos del partido para respaldar a sus ediles.

Expediente a Nozal

En un comunicado emitido un par de horas después de la investidura del socialista Josele González, la secretaria general del PP malagueño, Patricia Navarro, ratificaba la apertura de un expediente tanto a Ángel Nozal como a sus otros ocho concejales por votarse a ellos mismos «y obviar las directrices del partido a nivel nacional, regional y provincial». Es más, Navarro avisó de que no se descarta «la expulsión» entre las posibles sanciones y medidas a adoptar que se estudiarán a partir de ahora, una vez que Nozal y su equipo se enrocaran para no seguir el acuerdo de Gobierno que habían pactado las direcciones regionales de los populares y Ciudadanos.

Acorralado por las imputaciones y enfrentado con el hasta ahora alcalde de Ciudadanos, Juan Carlos Maldonado, en extremos como los que le dieron ayer contenido a la vendetta naranja, Nozal tampoco ha regresado esta vez a la alcaldía tras haberla ostentado en la legislatura 2011-2015, cuando gobernó con una holgada mayoría absoluta de 15 ediles.

Cada vez con peores resultados, el candidato popular ha encadenado hasta tres comicios al frente de la lista más votada, con once concejales en el anterior ejercicio y nueve en el actual. No obstante, en la anterior legislatura su grupo le cedió la vara de mando a Ciudadanos, que solo tenía cinco concejales, en el marco de los acuerdos entre ambas formaciones para que el partido presidido por Elías Bendodo mantuviera la Diputación y el Ayuntamiento de Málaga.

Aquello marcó un antes y un después. Precisamente, durante aquel pacto de Gobierno en Mijas se fraguó la enemistad entre Nozal y Maldonado, quienes no duraron ni un año como socios. Solo habían transcurrido diez meses de alianza cuando el bloque naranja se quedó gestionando en solitario este Consistorio costasoleño y se abrió una brecha insalvable que, incluso, llegó ayer a acaparar las intervenciones de ambos en el pleno que no invistió ni a uno ni a otro como regidor.

Juan Carlos Maldonado dijo ante quienes abarrataban el salón municipal que ha sido un auténtico placer ser alcalde de Mijas y le deseó «todos los éxitos del mundo» al nuevo alcalde. «Cuenta con nuestro apoyo más leal, espero que no sufras lo que yo he sufrido y no veas como se avasalla la figura del alcalde, eso no lo vas a tener con Ciudadanos», dijo en un claro ataque a Nozal mientras desde el auditorio le gritaban «vendido».

Segundos después, en el cierre del turno de intervenciones, Nozal se revolvía contra Maldonado dirigiéndole también la palabra al nuevo regidor socialista: «Tendrás en el PP un compañero permanente para defenderte de las cornadas que en breve te meterá Ciudadanos». Fue lo único que dijo el exalcalde popular y así se terminó un pleno que, más allá de algún insulto en voz alta, no registró incidentes más graves durante sus tres cuartos de hora de duración.

En las elecciones municipales del pasado 26 de mayo, la candidatura del PP liderada por Ángel Nozal obtuvo nueve concejales, el PSOE de Josele González registró ocho escaños y la gestión de Juan Carlos Maldonado como alcalde de Ciudadanos fue refrendada, en tercer lugar, con seis representantes que le daban un edil más. Además, tanto Vox como Podemos cosecharon un sillón en cada caso.

Con este panorama y el retraso por el recurso de Vox contra su propio candidato que convirtió al de Mijas en uno de los dos ayuntamientos de la provincia pendiente de su constitución, los dos nombres que con más fuerzas habían sonado para la alcaldía, por encima del de Josele González, eran los de Nozal y Maldonado.

Hasta última hora, se dio por hecho que podría gobernar en minoría el PP si sus concejales desafiaban a su propio partido, como luego hicieron al votarse a ellos mismos. De hecho, no habían aceptado el pacto de dos años cada uno que empezaba por la continuidad del alcalde de Ciudadanos y podría sacrificar a Nozal en beneficio de su número dos, Lourdes Burgos.

Cuando el reloj acariciaba las una de la tarde y el socialista Josele González ya posaba ante los fotógrafos recién investido como alcalde, a su lado aplaudía un señor ataviado con una corbata roja. Este hombre era el propio Ángel Nozal y su imagen era la de alguien que había apostado a doble o nada porque quizás deseaba morir matando. El tiempo lo dirá.